
Religión
La fiesta de la Candelaria y el refranero popular valenciano
Esta celebración era uno de los hitos religiosos que marcaba la vida global de nuestros pueblos

“Si la Candelaria plora (si plou), el fred és fora; si la Candelària riu (si fa sol), el fred és viu; i si ni riu, ni plora (nuvolat), ni dins, ni fora; ” A l’abril, aigües mi; Abril finat, hivern acabat; Aigua d’agost, mel i most; Aigua de gener, ompli botes i graner; Al maig, cada dia un raig; Cel rogenc, pluja o vent; Quan la Candelaria plora, l’hivern és fora; quan la Candelaria riu, l’hivern és viu; …
La fiesta de la Candelaria era uno de los hitos religiosos que marcaba la vida global de nuestros pueblos. Era el día popular de ir a la iglesia “a per caneleta”, cuando los curas bendecían unas candelas pequeñas y finas que entregaban a los asistentes a la Misa de bendición de las candelas, las cuales eran conservadas todo el año en las casas por las familias para encenderlas cuando había tormentas, fuertes lluvias y gran aparato eléctrico al tiempo que se aclamaban a santa Bárbara. A más rayos, más jaculatoras y avemarías.
La caneleta era la gran protagonista de la fiesta litúrgica en que la Iglesia conmemora el día de la purificación de la Virgen María después del parto y de la presentación de Jesús en el templo. La Virgen cumplió con lo que prescribía la Ley de Moisés respecto a las mujeres que habían parido, las cuales eran consideradas impuras los siete siguientes días al parto y tenían que acudir al templo de Jerusalén a purificarse en los 33 días después de la primera semana postparto, si se trataba de un niño y en los 80 posteriores si era una niña.
La Iglesia Católica que se considera heredera y superadora del judaísmo recogió costumbres, ritos y tradiciones judaicas, entre ellas ésta de ir al templo a purificarse las parteras, después del parto, antes de salir a la calle a hacer vida normal. Acudían a la iglesia a que se les leyera los Evangelios y se le rezara con la consecuente bendición a madre y criatura. Este ritual se hacía por lo general después de la misa dominical, en solitario, sacerdote y madre con criatura a los pies del altar mayor o de la patrona de la población.
Algo similar sigue haciéndose –si los curas no lo han borrado del mapa costumario- o se hacía hasta hace no mucho en Benisanó ante la Virgen del Fundamento cuando las enfermas iban en busca de las aguas del pueblo para curar su ictericia. La costumbre era ir a la iglesia, uego ir a la fuente y más tarde "ferse una torrà de carn". La fuente sí es verdad que estaba cerrada me dijeron que por la sequía. Han abierto muchos motores de agua para regar campos en la zona y han secado o desviado la vena que llevaba la famosa agua medicinal curadera del hígado a su fuente en el municipio.
El origen de este rito es situado en la Iglesia Oriental u Ortodoxa allá por el siglo V y al poco pasó a la Iglesia Romana u Occidental. Muy pronto, en el siglo V, comenzó a celebrarse en la Iglesia primitiva la fiesta, primero en la Oriental y lego en la Romana. Siempre fue una fiesta con velas, que en el Occidente sería potenciada a partir del siglo XI y en la que se hacía procesiones de candelas hasta los cementerios para rezar por los difuntos. Durante el cortejo se cantaba el cántico del anciano Simeón cuando tuvo por primera vez al Niño Jesús en brazos: "Nunc dimittis servum tuum, Domine,…"
Siméon era un judío a quien el Espíritu Santo le había prometido que no moriría hasta haber visto al Salvador. Cuando la Virgen María, y San José, llevaban al Niño Jesús al Templo de Jerusalén para realizar la ceremonia de consagración del primogénito, Simeón estaba allí y tomó a Jesús en sus brazos y recitó este canto, que es uno de los cuatro llamados Evangélicos.
En Orihuela hay una pedanía llamada Desamparados, por la Virgen de los Desamparados, gracias a que su parroquia fue dedicada a ella en el siglo XVIII por un obispo valenciano, de Albaida, que rigió aquella diócesis, José Tormo, considerado por ello fundador del pueblo, donde se celebra la fiesta de la Candelaria vistiendo la imagen del Niño Jesús que lleva la Virgen de los Desamparados en un brazo con el volcado blanco típico de un bebé en el momento de llevar a bautizar.
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