Opinión | A través del espejo

La profecía de las desaladoras

Las plantas se plantearon como alternativa al trasvase del Ebro con la oposición frontal del PP que avisó de la necesaria conexión entre las diferentes cuencas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante su visita a las instalaciones de la planta desaladora de Torrevieja, a 14 de febrero de 2024, en Torrevieja, Alicante, Comunidad Valenciana (España). La visita se enmarca en plena situación de sequía en Cataluña, cuando existe una propuesta para incrementar la capacidad de producción a fin de enviar agua de consumo urbano a Barcelona a través de la planta desaladora de Sagunto, en la provincia de Valencia. La mayor parte de los cau...
Sánchez visita las instalaciones de la planta desaladora de TorreviejaJoaquín ReinaEuropa Press

Una tiene ya la edad suficiente para poder presumir de haber escrito sobre el complejo proceso para aprobar la declaración ambiental que pasó el trasvase del Ebro, su posterior licitación, su derogación en 2004 y la solución con la que la entonces ministra Cristina Narbona prometió que llegaría «más agua, más rápido y más barata».

Era el programa AGUA basado principalmente en la construcción de desalinizadoras que se planificaron en las autonomías potencialmente receptoras del trasvase del Ebro, sin tener en cuenta que había una perteneciente a las cedentes, que también tenía mar y que alegaba que pese a estar regada por el Ebro estaba condenada a sufrir periodos de sequía.

La oposición que ejerció el PP sobre este asunto es de sobra conocida. De hecho, los partidos quedaron identificados como trasvasistas y antitrasvasistas. Los primeros eran los que no se habían puesto al día de las nuevas tecnologías, decían los segundos, y estos últimos, según los primeros, los que estaban negando la evidencia. El agua debe distribuirse por todo el país y para ello hay que contar con las conducciones necesarias para hacerlo cuando sea posible.

En la Generalitat valenciana gobernaba por aquel entonces el PP y el ahora diputado nacional y vicesecretario general del PP,Esteban González Pons, era el conseller de Territorio y Medio Ambiente. El Consell llegó a paralizar las obras de la desalinizadora de Torrevieja- la de mayor capacidad de toda Europa, alegando que afectaba a un parque natural, en una decisión que llegó hasta el Tribunal Constitucional.

Siendo esto relevante para poner en contexto lo que está ocurriendo estas últimas semanas, lo que más me ha sorprendido del repaso a la hemeroteca es que González Pons avisó en 2007 de que esto iba a pasar. «A nosotros no nos traen agua del Ebro, pero de la Comunitat llevarán agua a Aragón, Cataluña y Castilla-La Mancha fabricada por las desaladoras que contaminarán nuestro mar». Profecía cumplida.