Cargando...
Sección patrocinada por
Literatura

Literatura

¿Quién dijo que no había Feria del Libro?

El día en el que la cita del Retiro debía haber comenzado, la Casa del Libro de Gran Vía 29 reunió entre sus estanterías, pasillos, novelas y ensayos a autores como Santiago Posteguillo y Manuel Vilas, entre otros, en un acto en el que hubo firmas y se celebró la vuelta de las librerías

Han pasado días desde que rompimos el confinamiento absoluto, pero sigue siendo muy extraño pasear por la Gran Vía. Da igual la hora a la que se visite, la sensación es de un despertar eterno. Parece que pasamos por ella después de una noche larga, cuando los negocios más madrugadores comienzan a levantar sus cierres a la espera de que, de un momento a otro, los demás hagan lo mismo, pero no. Esta vez no va a ser así. Por unas o por otras, no todos pueden. ParaRafael Tarradas es «como si Madrid estuviera en agosto». Dice que solo por esas fechas puede circular con la moto de la manera que lo hace estos días. «Lo que antes eran diez minutos, ahora son un poco más de cinco». Reflexiona desde uno de esos comercios abiertos en la Gran Vía. Concretamente, desde el número 29, donde se sitúa una de las librerías emblemáticas de la capital, la Casa del Libro.

Si el jueves asistíamos a la reapertura entre las todavía desconcertantes medidas de higiene y seguridad, ayer tocaba celebrar la vuelta a las andadas. Santiago Posteguillo, Manuel Vilas, Almudena Grandes, José María Pérez «Peridis», Elvira Lindo, Rafael Tarradas, Marta García Aller y Curro Cañete se dieron cita en la Casa del Libro para escenificar el regreso. Ayer, el día que se debía haber inaugurado la Feria del Libro de Madrid.

Puede que sean cosas de la nostalgia o que de verdad fuera así, pero la sensación que había en el ambiente era la de haber logrado, en parte, ese ambiente de jolgorio entre libros, autores y firmas. No se había sentado todavía Peridis, el último en llegar, cuando una seguidora le intercepta: «Por favor, ¿me lo firma [mientras le entrega su libro, “El corazón con que vivo”, Espasa]? Le sigo de siempre, me sé todas las “Claves del románico”».

Este año (por el momento, pues se ha trasladado la Feria a octubre) no se puede disfrutar del Paseo del Retiro, pero los libros siguen ahí. «Es una fiesta. Ahora que está tan de moda la información deportiva, diremos que para un lector regresar a una librería es como cuando el atleta sale a la pista. Es lo más importante de todo lo que puede pasar después de la cuarentena», apuntaba Almudena Grandes mientras firmaba ejemplares de «La madre de Frankenstein» (Tusquets). No se fía la escritora de que la pandemia vaya a dar la oportunidad de celebrar la Feria hasta el año que viene por lo que se concentra en «disfrutar». Aunque reconoce no tener todas consigo y no cree que la crisis vaya a servir de lección: «Se ha visto lo mejor y lo peor de la sociedad. Hemos encontrado muchos casos de solidaridad, sobre todo, entre los sanitarios, pero también han surgido bastantes trampas, muy poca empatía. Si la humanidad nunca ha aprendido nada de las grandes crisis, no sé por qué nosotros vamos a ser más listos que nuestros antepasados», argumenta.

Es todo lo contrario a lo que transmite Cañete («El poder de confiar en ti», Planeta). Reconoce que le costó «mucho» mantenerse positivo de inicio por cuestiones obvias, pero que terminó enfocando su pensamiento. «Me ha ayudado a clarificar lo que quiero: vivir cada momento al máximo, no desperdiciar un segundo y contribuir a que nos amemos más los unos a los otros». Es por ello que el «coach» recomienda «enfocarse en los deseos, olvidar lo que no se quiere». Así, Cañete valora la apertura de la Casa del Libro como un sinónimo de que «la felicidad ya está regresando, igual que el ver las tiendas abiertas, volver a levantar proyectos, ilusiones y sueños».

Tarradas, por su parte, seguía en la nube del que cambia por completo su vida en un año. Si hace meses era él quien acudía a las firmas como visitante, en estos tiempos, gracias a «El heredero» (Espasa), está al otro lado de la mesa. Recuerda todavía el día que presentó la novela, precisamente, en la misma librería en la que estuvo ayer: «Fue surrealista, vino hasta Sharon Corr, la cantante de The Corrs. Le firmé el ejemplar, pero era surrealista que estuviera ahí por mí».

El que también encuentra fans allá por donde pisa es Santiago Posteguillo, el más reclamado en la apertura del jueves e igualmente querido ayer. El autor de «Y Julia retó a los dioses» (Planeta) dice que no quiere ver la botella medio vacía, sino medio llena. Nada de pensar que podríamos estar en El Retiro disfrutando de una nueva Feria «porque sería triste»; prefiere enfocarse en que «los lectores pueden volver a las librerías». Para «Poste», como le reclama la gente de Comunicación de su editorial, el regreso supone «estar más cerca de la gente». Sin embargo, no quiere olvidar los más de dos meses que ha permanecido desconectado de su público: «Nunca he estado más lejos [y eso que su libro se ha reeditado en este tiempo]. No entiendo por qué se ha permitido seguir comprando tabaco y era imposible hacerse con un libro de una forma convencional».

Una circunstancia que, tristemente, «no me pilla por sorpresa, pues ningún gobierno en democracia ha defendido la lectura. La cultura siempre es lo primero en caer y tenemos que decirlo. Debemos aprender de países como Alemania, que tienen estas cosas mucho más claras». Por ello hace referencia a una reflexión de Churchill en la que se preguntaba para qué luchaban en una guerra si tenían que reducir el presupuesto de Cultura en beneficio de los armamentos. «Fue muy claro», afirma Posteguillo.

También se mostraba molesto con ciertas decisiones Manuel Vilas, finalista del Premio Planeta. Conjuntando la portada de «Alegría» (Planeta) con la mascarilla, «¡no me había fijado!», ríe, el escritor dice «no pecar de optimismo absurdo ni de pesimismo triste». Destaca que hemos vivido algo «gravísimo» y que ve con cierta «frivolidad» el trato que se ha hecho de determinadas etapas del confinamiento: «Para mí no ha tenido nada de lúdico ni de aventura. Ha sido terrible porque yo, como ciudadano, valoro mucho la libertad. Y la supresión de movimiento me parece algo tan grave como la propia crisis sanitaria». Aun así, reconoce Vilas que el mensaje es de esperanza. También de una «Alegría» a la que basta llegar «valorando que estamos sanos y salvos. No estar muerto ya es para celebrar»; aun a sabiendas de que el problema no se ha pasado. De hecho, reconoce que «si esto fuera una novela, sería la mitad, todavía estaríamos planteando la trama. Tiene que venir la desescalada y ver dentro de cuatro meses cómo estamos, que eso no lo sabe nadie». Por ello insta a abrazar la literatura, «para que nos recuerde lo que es la vida».

Uno que da las gracias por ese «estar sano» que decía Vilas es José María Pérez «Peridis». Reconocía hace dos semanas por teléfono a LA RAZÓN que «pensé que la palmaba [estuvo ingresado a consecuencia de la COVID]» pero la imagen que transmitía ayer era otra muy distinta. El escritor y viñetista se alegra hasta de estar «de pie y firmando»: «La apertura de las librerías lo significa todo», continuaba. «Ya estamos navegando de nuevo el río de la cultura. Vemos que algo se mueve. Tenemos libros nuevos... Se nos abre una puerta gigantesca que nos ayuda a entender la vida y la condición del ser humano».

En la misma tónica, Elvira Lindo ayer derrochaba alegría «porque vamos recuperando la vida. Un escritor no está solo en casa produciendo, parte de su proceso es tener contacto con las gentes y recibir de primera mano la impresión de los lectores». Ya tiene la autora de «A corazón abierto» (Seix Barral) un lugar al que volver para «charlar con el librero y que nos recete literatura», reconoce feliz. Y es que no hay crisis que asuste a Lindo: «Esto es un hachazo para todos, pero creo que el sector del libro se va a recuperar rápido porque tenemos todos los medios para ello».

Cargando...