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Por qué tienes que ver... “Talking Heads”: doce formas de entender la miseria humana

Los monólogos sobre tragedias cotidianas están escritos de una forma singularmente incisiva. Hacen reír y provocan tristeza

Diez de los protagonistas de "Talking Heads"
Diez de los protagonistas de "Talking Heads"La RazónLa Razón

Uno de los pocos efectos positivos del reciente confinamiento es que ha inspirado toda una colección de ficciones televisivas para las que emergencia sanitaria es fuente de inspiración temática, formal y conceptual. Pese a que hasta cierto punto es lógico incluir «Talking Heads» en ese grupo, lo cierto es que la materia prima creativa sobre la que se sustenta esta serie tiene décadas de antigüedad; de hecho, la mayor parte de sus 12 episodios pueden considerarse «remakes». Si tras conocer ese dato usted siente el poderoso impulso de excluirla para siempre de su lista de series pendientes, resístase a él.

Colección de monólogos

La nueva versión de «Talking Heads» es, en efecto, consecuencia directa de la pandemia. Ante las interrupciones que el virus causaba en los rodajes y los estragos que ello causaba en su parrilla, los ejecutivos de la cadena británica BBC persuadieron a Alan Bennett para que reviviera la que sin duda es una de sus más celebradas creaciones, una colección de monólogos de la que se emitieron seis episodios en 1988 y seis más en 1998. El afamado guionista hizo algunos retoques en diez de esos doce textos originales y escribió dos nuevos, y para darles vida frente a una cámara se reclutó a un puñado de reconocidos actores sin otra actividad en la agenda que alguna videoconferencia a través de Zoom. El resultado funciona como escaparate para la maestría en la construcción de personajes a través de la escritura y la interpretación.

Historia banal y... épica

Bennett escribe sobre tragedias cotidianas de forma tan singularmente incisiva que sus monólogos hacen al espectador reírse y sentir una tristeza desesperada de forma casi simultánea, y convierten incidentes aparentemente banales en historias épicas. En todo caso, se hace necesaria una advertencia: para anatomizar con precisión la miseria humana, Bennett recurre a un muestrario de personajes dañados por la muerte de un ser querido, la enfermedad mental, una pulsión incestuosa o un marido asesino. Por eso, mientras ve la serie es posible que usted sienta la necesidad de pulsar el botón de Pausa para salir a la calle a tomar aire. Y con la mascarilla, ya se sabe, eso ya no es tan fácil como solía.

Soledad

Los protagonistas de «Talking Heads» saben tres o cuatro cosas acerca de lo que implica el aislamiento. Quizá no estén físicamente atrapados, pero sí son víctimas de una profunda soledad, en muchos casos bastante similar a la que buena parte de nosotros hemos sufrido hasta hace apenas unas semanas, encerrados en nuestras casas y privados de ver y tocar a nuestros seres queridos. Puede que varias otras series recientes hablen de forma más explícita de la pandemia, pero casi ninguna refleja la realidad emocional provocada por ella con tanta claridad.

Grandes historias

El primer episodio de la serie se titula «Una mujer de cartas», y es una historia de terror en miniatura. La protagoniza una vieja fisgona cuya compulsión a la hora de escribir cartas de queja gradualmente se va revelando como el reflejo de una mente enferma. La actriz Imelda Staunton ofrece un trabajo sobrecogedor en la piel del personaje; contemplarla es presenciar cómo una vida entera lastrada por la soledad y la indefensión puede dejar a un ser humano a merced de la frustración, el resentimiento y la más tóxica rabia. Quizá el suyo sea el mejor de los doce monólogos, pero puede que a usted le cautive más el que interpreta Jodie Comer –ganadora del Emmy gracias a «Killing Eve»– en «Su gran oportunidad» en la piel de una actriz joven e ingenua, o que prefiera a Martin Freeman encarnando a un hombre azotado por la crisis de mediana edad en «Una esquirla en el azúcar»; también puede que tras ver y escuchar a Sarah Lancashire en «Una mujer normal», dando vida a una madre que se siente sexualmente atraída por su hijo de 15 años y se masturba pensando en él, no pueda quitársela de la cabeza. A decir verdad, resulta francamente difícil decantarse por uno solo de los episodios, y eso es prueba irrefutable del éxito de la serie en su conjunto.