El Museo Naval, vuelve la historia de la Armada
Tras dos años de remodelación, abre de nuevo el edificio del madrileño Paseo del Prado
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Como el que entra en el cascarón de un viejo buque, el nuevo visitante del Museo Naval de Madrid se sumerge en la historia de nuestra Armada desde que pone en él un pie. De pronto, las cuadernas de un barco hacen que el número 5 del Paseo del Prado se convierta en la puerta de entrada a los siglos que van de la Edad Media a la actualidad; a expediciones, batallas, aventuras, victorias y también derrotas. Porque no todo han sido celebraciones y conquistas, y aquí también se reúnen esos momentos en los que los hombres que defendían el pabellón español por los mares del mundo terminaron de la forma menos deseada.
Lo explica el propio director del museo, el almirante Marcial Gamboa: la remodelación ha querido encontrar un «discurso equilibrado y libre de complejos. Sin tener que justificar lo que hicimos mal, ni pedir perdón por las cosas que hicimos bien». De esta forma se presentaba ayer por la mañana la reapertura del Museo Naval tras dos años en el dique seco. En septiembre de 2018 cerraba un centro que volverá a abrirse al público este sábado para poner en valor «nuestros aciertos –puntualizaba el almirante–, que han sido muchos». La vida más allá de Trafalgar y San Vicente. Las peripecias de un hombre como Blas de Lezo (1689-1741), la gloria de Lepanto o de cuando el almirante Bocanegra apresó en La Rochelle (1372) una poderosa flota británica. Se trata de contar la historia de la Armada y, por extensión, la de España, «porque en las cubiertas de los barcos se han escrito muchas páginas brillantes».
La nueva entrada, origen de todo el proyecto de remodelación (valorado en 1,6 millones de euros), introduce al invitado de las cuadernas a una especie de puente de mando en el que espera una histórica bitácora. Ahí comienza un recorrido «más accesible y didáctico», presentan, en el que se aborda toda la historia de la Armada, además de «trasladar al visitante al contexto contemporáneo para que conozca las misiones internacionales que lleva el Ejército hoy y no solo quedarse en hechos del pasado», comenta Marcial Gamboa de una exposición permanente que se dividirá en seis apartados: de los orígenes al presente, pero haciendo parada en la época de los descubrimientos, en el periodo en el que nunca se ponía el sol, en la creación de la Real Armada y en la caída del imperio. Son las etapas que servirán para estructurar las 3.000 piezas expuestas (500 menos que antes) que representarán ocho siglos, así como los intercambios culturales o la evolución del armamento durante todos estos años.
Pese a que se mantienen piezas tan valiosas como la carta de Juan de la Cosa, otras obras han tenido que buscar una nueva ubicación fuera del museo. Así le ocurre a «El último combate del Glorioso», de Augusto Ferrer-Dalmau, que está a la espera de ser prestado a la exposición conmemorativa del quinto centenario de la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano. Sin embargo, el pintor barcelonés no dejará de existir en las paredes del museo: «Mi bandera» y «Primus Circumdedisti Me» son dos de las nuevas obras que cuelgan ahora en el Naval.