Sección patrocinada por sección patrocinada

Arte

Marruecos, tres veces contemporáneo

La muestra recoge los debates, influencias y corrientes que han marcado sus discursos artísticos

El Museo Reina Sofía presenta 'Trilogía marroquí 1950-2020', su primera exposición temporal de 2021
El Museo Reina Sofía presenta 'Trilogía marroquí 1950-2020', su primera exposición temporal de 2021Juan Carlos HidalgoAgencia EFE

Todo comienza en el pasado. También lo contemporáneo. Marruecos vivió durante cuarenta y cuatro años dividido por dos protectorados, el francés y el español, hasta que logró su independencia en marzo de 1956. Esas dos presencias dejaron una honda huella en su sociedad y su cultura, pero desde entonces ha desarrollado una andadura artística propia. Alejándose de tópicos y prejuicios, el Museo Reina Sofía reúne en una exposición de más 250 obras de artistas marroquís de diferentes épocas para mostrar los distintos caminos creativos que ha seguido desde entonces y cuáles son los principales debates, polémicas, preguntas y pensamientos que ha recogido. Películas, cuadros, esculturas, fotografías arrojan luz sobre nuestro vecino del sur y enseña cuál ha sido su evolución en el camino del arte. “Desde el museo siempre hemos intentado reflexionar sobre cuestiones de colonización. Hemos hecho el surrealismo en Egipto, por ejemplo, hemos abordado América Latina y el Líbano, pero curiosamente sobre Marruecos no habíamos hecho nada y está a 14 kilómetros”, comenta Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía.

Uno de los motivos de esta exposición es trazar, según sus palabras, “una historia del arte contemporáneo de Marruecos. Tiene esta voluntad histórica de reflejar la modernidad y la contemporaneidad”. Uno de los aspectos que Borja-Villel subraya es que “estos artistas conocen lo que ocurre en España desde la independencia. La escuela de Tetuán y Casablanca miran hacia España. Lo que es interesante, aparte de conocer este país desde un ángulo diferente, es que el cine está muy presente en su desarrollo, al igual que el arte contemporáneo, que es de lo mejor que hay en el Mediterráneo. Esta exposición es importante porque nos ayuda a descolonizar la mirada, conocer las cosas que no conocemos y conocerlas de manera diferente”.

Etapas

La muestra está dividida en tres etapas: la primera va desde la transición a la independencia (1950-1969), la siguiente abarba los denominados “Años de plomo” (1970-1999) y la última va hasta la actualidad (2000-2020). La etapa inicial, la que abre el recorrido, está marcada por las dos preocupaciones principales que existían en ese momento: la necesidad de encontrar un discurso identitario y la irrupción de una corriente nacionalista que deseaba encontrar una sólida argumentación y narrativa a sus ideas. Esto se dejará sentir en la oleada de artistas que irrumpen en escena durante ese tiempo, pero que, paradójicamente, también se ha formado en años anteriores. Algunos de ellos se habían educado fuera y otros en la Academias de Bellas Artes de Tetuán y Marruecos.

Su primera reacción fue revolverse contra la tradición, romper los vínculos con el academicismo que existía y abrir nuevos senderos expresivos, que es algo propio de quienes están persiguiendo un estilo personal y auténtico. Es un tiempo dominado por nombres importantes como Ahmed Amrani, Mohamed Ataallah, Mohamed Chabaa y Mohamed Melehi, que impulsaron la evolución de la escena en esos instantes incipientes. El primero de todos ellos incrementó sus conocimientos gracias a su estancia en España, donde estudió con detenimiento la obra Goya y Velázquez, dos estilos muy distintos de unos siglos diferentes, pero que dejaron una impronta clara en los trabajos que acometió.

En unas coordenadas totalmente distintas, discurre el interés de Melehi, que estuvo como residente en Estados Unidos y se relacionó con hombres como Jasper Johns y Frank Stella. De esta manera vemos cómo estos dos nombres incorporan al discurso contemporáneo marroquí a grandes maestros como son los españoles y las vanguardias norteamericanas que estaban marcando aquel periodo, algo que configuraría el imaginario de su generación y el de las próximas. Unas ideas que se sumarían al particularismo del país alauita y su legado tradicional y, también, de tradiciones. “La escuela de Casablanca trata de modernizar el país con una pintura abstracta muy interesante que alude a los números. Un motivo que tiene que ver con la ornamentación arquitectónica pero que también tienen un eco en la religión. También existen una serie de elementos que te hacen ver nuestra propia realidad. Algunos de estos artistas han estudiado en Polonia o en París, y, de repente, encuentras referencias occidentales en sus obras, pero, al mismo tiempo, lo contemplas como algo distinto”, explica el director del Museo Reina Sofía.

Años de plomo

A finales de los sesenta, Tánger se convirtió en un centro cultural cosmopolita. Atrajo a grandes escritores y músicos extranjeros, como los autores de la generación beat y algunos que otros cantantes de rock que no pasaron desapercibido. Esta encrucijada de voces y personajes se puede traslucir en los textos que escribió Mohamed Choukri. Es un momento de enorme efervescencia y actividad, marcada por influencias y la llegada de nuevas ideas que van calando en el teatro y el arte. Es un momento en que “las artes visuales contribuyeron a la integración del patrimonio popular y la artesanía, del arte figurativo y el arte abstracto, de la conformidad y el antagonismo”.

Es una faceta heterogénea, que recoge corrientes distintas, pero que tampoco es ajena a la política, marcada por lo que ocurre en el Sáhara occidental y una paulatina arabización de la sociedad, un asunto que iría creciendo en las siguientes décadas. Estos asuntos se articulan, sin apenas dificultad, con la aparición de nuevos materiales y planteamientos, como el que esgrime Mohamed Larbi, que llega a establecer una línea artística adherida a su relato biográfico. “La dureza de esta época se refleja en la búsqueda de la modernidad, en su lado internacional y en la revista Souffle, que es esencial no solo para Marruecos, sino también para el mundo árabe y África. Es donde se debate qué es ser africano en el mundo contemporáneo. Es una revista clave en los sesenta y setenta. Luego desparece con la dictadura. Esto tiene una repercusión. Hay quien deja el lenguaje abstracto y se refugia en un arte expresivo, de formas duras, que responden a este momento; otros, en unas maneras más interiores, y quien acude al cine o el teatro”.

La generación de internet

La última parte de la exposición pertenece a los años del presente siglo. Está marcada por la llamada Generación 00. Es el instante en que se irrumpe internet, las nuevas tecnologías, los medios audiovisuales se desarrollan de manera exponencial, encontrando el cine, que ya había estado presente en los años anteriores, una nueva manera de expresar las inquietudes de la sociedad marroquí y los temas que le preocupan. Las obras de arte que se producen en esta etapa no son ajenas tampoco a sucesos internacionales, como la Primavera Árabe, la aparición de un terrorismo nuevo que sacudiría el norte de África. “Con el arte contemporáneo, después de la independencia, los artistas quieren volver la mirada a Europa, pero son los artistas de esta generación 00 los que son muy conscientes de cuál es su lugar en un mundo global. Hay una serie de elementos que trabajan y están presentes en sus piezas. La idea del estrecho, el umbral, el cruce de la frontera“. Pero estos creadores también tienen presente de dónde vienen y lo difícil que es tener una identidad clara. “Eso es algo que está en los escritores y pensadores. Es el hecho de esta tradición compleja, que por un lado habla francés, un idioma colonial para ellos, pero luego tienen el árabe y el bereber. Hay creadores que tienen como lengua materna el bereber, pero luego escriben en francés o árabe. Se abordan obras con esta idea de lo translingüístico. Para ellos es importante tener conciencia del mundo y pero también saben que existe otra genealogía. Esto se ve en el arte contemporáneo”.

Estos artistas, de hecho, se encuentran en otra encrucijada. La que aporta su época, que les reporta grandes innovaciones tecnológica, pero a la vez está sometida a atentados como los del 11-S. “Ellos reflejan esta época. La influencia de canales como Al Jazzera, tan importante para el mundo musulmán, pero, también como la tecnología, que proporciona ventajas, pero también genera desigualdades”, concluye Manuel Borja-Villel.