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Los libros de la semana: de los paseos de Antonio Iturbe por la Barcelona que ya no existe a las sublimes críticas literarias de Virginia Woolf

Lo nuevo de Tana French homenajea al “El hombre tranquilo” de Ford y una edición íntegra e inédita de los cuadernos del gran Stefan Zweig ofrece una inmensa crónica de Europa y de su vida

Woolf está considerada una de las más destacadas figuras del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX y del feminismo internacional Man RayLA RAZON

“Diarios”: Stefan Zweig, entre un enérgico erotismo y el compromiso intelectual

★★★★★
Por Sagrario Fernández Prieto
«Hay obras cuya aparición es una fiesta». Así comienza el brillante y apasionado prólogo de Mauricio Wiesenthal, gran conocedor de la obra de Stefan Zweig, y no podemos estar más de acuerdo con él. Estos diarios abarcan su juventud, las dos guerras mundiales y sus viajes a Suiza, Nueva York, París, Londres o Brasil (en 1936). Sorprenden especialmente sus años tempranos en los que descubrimos a un hombre con una gran inquietud interior y siempre insatisfecho con su trabajo; residir un tiempo en París será sumamente beneficioso y centrará su vida tanto personal como laboralmente. El estallido de las dos contiendas mundiales muestran al «gran europeo» y gran intelectual comprometido y activo que se enroló en el ejército en 1914 y combatió con el grado de sargento. La expresividad y el realismo dominan las páginas dedicadas a la guerra en las que descubrimos un Zweig entusiasta y entregado que sorprende al describir con detalle y agilidad los pormenores de unas batallas en las que se siente profundamente involucrado, consciente de lo que significaría un cambio de fronteras en Europa para un hombre como él de origen judío.
Ideales y deseos
Las características del género diarístico, en una personalidad tan brillante como la suya, permiten seguir el rumbo de sus ideales, sus gustos en todas las manifestaciones artísticas y sus sentimientos y deseos más íntimos. El lector descubre con asombro su enérgico erotismo y las relaciones que mantuvo con las mujeres al tiempo que se maravilla por su capacidad de trabajo, el exquisito cultivo de la amistad (destacan especialmente Rilke y Wasserman) y la impresionante nómina de escritores que desfilan por sus páginas, en las que empieza a dibujar «el ideal europeo» que representan su vida y su obra.
Aquí se encuentra ya ese don de pensar con amplitud de miras y de establecer vínculos entre diferentes realidades y desde varias perspectivas que marcó su existencia. No hay libro de Stefan Zweig que no despierte en el lector un reconfortante sentimiento de satisfacción a menudo rayana en el entusiasmo. El tiempo que se pasa entre sus páginas jamás es perdido y, aunque esto sea algo con lo que ya contamos, nunca dejamos de sorprendernos ante tanto conocimiento y, sobre todo, ante la brillantez con que analiza, organiza y relaciona esos conocimientos. La lectura de los diarios, conociendo el devenir de su vida, adquiere un especial significado sentimental al que sumar la satisfacción por su compromiso vital y la fuerza de sus convicciones.

▲ Lo mejor

Poder conocer el lado más íntimo de un escritor como este, con su enorme talla humana e intelectual

▼ Lo peor

Nada que objetar a un libro que aporta innumerables referencias de personajes y hechos históricos

“Genio y tinta”: ¿Cuántos escritores temen a Virginia Woolf?

★★★★
Por Toni Montesinos
Si bien se trata de la parte de su obra menos conocida frente a sus extraordinarias creaciones narrativas, las páginas de crítica literaria de Virginia Woolf son sublimes: estamos, sin duda, ante uno de los mejores lectores que ha dado la historia de la literatura, así de simple. La escritora londinense publicó dos libros de ensayos de mismo título, «El lector común», donde se incluyen textos que muestran una lectora exigente, penetrante, que además transmiten la sensación a veces de que aprovechó, mediante el comentario a alguna obra ajena, para definir sus ideas sobre cómo escribir. Ejemplo de ello lo encontramos en esta novedad, traducida por Ana Mata Buil, que recoge catorce escritos que vieron la luz en la revista cultural del «Times», la de más prestigio de la época, con grandes colaboradores como T.S. Eliot o H. James.
Pero la mejor era Woolf, y además desde muy joven, con veinte y pocos años. Vemos aquí prosas sobre Charlotte Brontë, George Eliot, Conrad o Montaigne, tras una introducción de Francesca Wade en que se habla de cómo Bruce Richmond, el editor del «Times Literary Supplement», dijo que había enviado a Woolf centenares de libros para reseñar «y todas y cada una de las veces había recibido a cambio una crítica deslumbrante capaz de arrojar una luz completamente nueva sobre un escritor ya conocido». Y el comentario no puede ser más certero.

▲ Lo mejor

Todos los textos inéditos que se incluyen en este volumen, que suponen un gran aliciente

▼ Lo peor

Es tal la hondura que demuestra la autora como analista literaria que es muy difícil encontrarle fisuras

“La playa infinita”: Barcelona antes de que los balcones se llenaran de banderas

★★★★
Por Ángeles López
El escritor, periodista, director de la revista digital «Librújula», el narrador que voló con Saint-Exupery en «A cielo abierto» y autor de la soberbia novela –traducida a treinta lenguas– «La bibliotecaria de Auschwitz» nos regala esta nueva entrega que funciona como una brújula sentimental por la Barcelona de la última mitad de la pasada centuria. Así, conocemos a su alter ego , Iturbe, un joven de barrio que se convierte en reputado científico y vuelve a casa para ver el modo en que ha cambiado el paisaje de su infancia. Sobra decir que estas páginas están atravesadas por la propia biografía del autor, hijo de emigrantes que llegaron en los sesenta al arrabal de pequeñísimos inmuebles situado en La Barceloneta.
Su barrio, «el suyo y el mío» (retorciendo a Hernández), da igual que sea Madrid, Alicante, Sevilla o Zamora. Pero es Barcelona. El lugar perdido en un pliegue del espacio-tiempo de su memoria pero que sigue intacto en su ADN y el autor revisita como un pecado venial. Permite que nuestro protagonista transite por las callejuelas en las que su padre fue camarero, aquellas cuyas únicas banderas eran la ropa tendida en los balcones, el final de la dictadura, la llegada de la «progresía», la Transición, el «ja sóc aquó», la «gauche divine» o el recauchutaje de la ciudad para los Juegos Olímpicos.
El tiempo perdido
Unas páginas que no tienen interruptor, pues es imposible encontrarle el botón de apagado al «regreso» que no es otra cosa que una sana nostalgia del pasado, pues la memoria siempre juega en contra de nuestro equipo. Los Iturbe son listos: no nos ofrecen una imagen idílica de «le temp perdu» pues eran lugares duros, con falta de recursos, patatas y patatas, delincuencia, litronas, la llegada del «jaco»... los perversos códigos de esa escuela llamada calle. Gentes que querían vivir deprisa a golpes de nuevas «olas» o «punk» en radiocasetes estridentes. Pero el autor frena donde le da la gana y nos permite conocer la realidad de la fundación de la Escuela del Mar, en tiempos de la República, o la visita de Einstein a este proyecto educativo. Iturbe ha escrito estas páginas, que subliman las costuras de la nostalgia, para detener el tiempo. Ignoro si para él o para sus vástagos, pero sí sé que no es como los malos micrófonos que distorsionan un buen discurso. Este novelista es bueno, es honesto, y no solo sabe retratar el paso del imposible pasado a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero.

▲ Lo mejor

El viaje intimista por la Barceloneta de la niñez del autor y el contraste con el barrio actual

▼ Lo peor

Solamente podemos lamentar que este volumen no tenga algunas páginas más

“El explorador”: El niño desaparecido que parecía no importar a nadie

★★★★
Por Lluís Fernández
Los lectores de «Intrusión», de Tana French, que esperan intriga policiaca, intensos interrogatorios policiales y una prosa densa y maciza hasta el agotamiento se llevarán una sorpresa con «El explorador», una obra de ambiente rural en una localidad irlandesa en la que un detective de Chicago retirado trata de vivir su jubilación en armonía con la naturaleza. De hecho, la escritora estadounidense vive en Irlanda y sus seis anteriores novelas forman parte de la serie de la Brigada de Homicidios de Dublín. Sin embargo, aquí se aleja de la temática que la ha hecho famosa y plantea una extraña aventura entre un hombre mayor y una niña de trece años que le incita a buscar a su hermano desaparecido.
Nadie diría que esta torrencial novela, tan morosa como detallista, es un homenaje a «El hombre tranquilo» de John Ford, pero las referencias culturales y las confrontaciones del yanqui con los pueblerinos, las borracheras y la relación con una mujer madura no dejan de recordarlo. Tana French es una autora meticulosa, con gran poder de evocación, pero que siempre se extralimita en el tempo narrativo. Incapaz de ponerle freno a su caudalosa prosa, adicta al naturalismo y apasionada del realismo, acaba ahogando al lector en sus interminables descripciones y reflexiones. Tiene momentos sensacionales, pero requiere de alguien paciente e interesado. El que busque acción deberá llegar hasta el final, lo que para muchos será un premio.

▲ Lo mejor

Lo bien que escribe Tana French y la tensión que logra con la lentitud del que ve crecer la hierba

▼ Lo peor

Su prosa torrencial, a la que es incapaz de ponerle diques; es así, o lo tomas o lo dejas
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