Buscar Iniciar sesión

Crítica de “Supernova”: amor sin telescopio ★★★☆☆

LRLa Razón
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

Creada:

Última actualización:

Dirección y guion: Harry Macqueen. Intérpretes: Colin Firth, Stanley Tucci, Pippa Haywood. Gran Bretaña, 2020, 93 min. Género: Drama.
Dos actores son como dos metrónomos: conduciendo acompasados a través de una película, la conducen también hasta el final, buscando un ritmo, uno, dos, uno, dos. El primero es el embrague, el segundo el acelerador: la cuestión es quien frena para evitar el accidente. “Supernova” podría haber sido un accidente hasta la catástrofe: una metáfora astronómica que nadie desarrolla porque los telescopios no sirven para nada; la demencia terminal como monotema, al borde de la pornografía emocional; la obrita de cámara de las clases privilegiadas, artistas que dejan su arte porque la vida les supera.
Y, sin embargo, dos actores que se aman. Más allá del guion, que insiste en crear situaciones de complicidad y diálogos familiares que, in media res, fabrican una dinámica de pareja verosímil, dos actores se aman. No tanto porque los personajes que encarnan lleven mil años juntos, y emprendan un viaje, en caravana y solo de ida, hacia el norte de Inglaterra para aprovechar el poco tiempo lúcido que les queda por compartir, sino porque su entendimiento empapa las imágenes de una verdad poco común, después de los ensayos y los textos aprendidos.
Stanley Tucci es el escritor que ya no puede escribir, que se deja la medicación en casa porque sabe que es puro placebo, que organiza una fiesta sorpresa en casa de su cuñada para despedirse del mundo. Colin Firth es el pianista que ha abandonado su carrera para cuidar de su amado, el que cocina y abrocha botones, y el que tiene un miedo atroz a quedarse solo. Es milagroso que, con este material de derribo, Tucci y Firth construyan una casa, una cama donde acostarse, un duelo precoz. Conscientes de que ellos son “Supernova”, nunca se pierden de vista. En su convivencia melancólica -saben cuál será su final, como los espectadores- es imposible no decantarse por el cuidador, por el superviviente. Cuando le dejan -en “Un hombre soltero” Tom Ford le encarcelaba entre imágenes bellas-, Colin Firth es un actor inusualmente delicado. Tal vez porque sabe llorar en presente y en futuro, cerrado como una ostra y abierto como un libro antiguo, que ojeamos antes de comprar por una fortuna.
Lo mejor: Los dos protagonistas, especialmente Colin Firth, todo sentido y sensibilidad.
Lo peor: A veces parece el telefilme de la enfermedad de la semana, insistente como pocos en resaltar síntomas y despedidas.

Archivado en: