Mary Beard: «Todos los héroes del mundo son derribados tarde o temprano»
Publica «Doce Publica «Doce césares», una reflexión sobre cómo se ha representado el poder a lo largo de la historia a través de estos gobernantes de Roma
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Varias esculturas rodean a Mary Beard. La historiadora, sentada en las salas de esculturas del Museo del Prado, contempla los bustos de Augusto, Marco Aurelio... «En cierta manera, ellos aglutinan todas las preguntas incómodas que tenemos que hacernos respecto al poder. Para muchos visitantes que pasean por aquí, estas estatuas están vacías. Mi interés es recapturar su atención perdida, porque lo que conocemos de estos hombres es que tuvieron unos finales terribles, que fueron asesinados u obligados a suicidarse. En la narrativa antigua representan la dictadura, el sadismo, la corrupción, la perversión. Dichas figuras que parecen tan banales hay que repensarlas con este conocimiento. No son simples imágenes de poder», subraya.
Mary Beard acaba de publicar «Doce césares. Representación del poder desde el mundo antiguo hasta la actualidad» (Crítica), un impresionante volumen sobre cómo se han reflejado las imágenes de estos gobernantes romanos a lo largo de la historia del arte y lo que han representado para las personas. Con una sonrisa espléndida que da cuenta de su humor e inteligencia, comenta que «la Roma Antigua abre maneras de pensar nuestra política. Es difícil no relacionar a Trump y Julio César. Juzgar al segundo es muy difícil. Mezcla su ideología populista con el papel de fundador de una dinastía. Pero, al mismo tiempo, él era enemigo de un Estado. Intentaba comunicarse con las personas igual que Donald Trump hizo con Twitter. Ahora leemos los textos de Julio César como si fueran literatura clásica, pero eran propaganda. Lo que en el fondo hacía era saltarse los ejes tradicionales del poder. En él vemos el populismo desnudo. Pero, si se estudia con cuidado, observas que lo que hay detrás es violencia. Primero lleva a la guerra contra Pompeyo. Y, tras su muerte, tuvimos el periodo de confrontación civil más brutal de la historia de Roma».
Estructuras de poder
La pensadora apunta asimismo una reflexión sobre cómo utilizaban los romanos su poder y lo compara con hoy en día: «Actualmente tenemos panfletos, la red social.... no difieren tanto, todos los políticos emplean unas estructuras semejantes. Sigue vigente la imagen del hombre con aspecto autoritario, aunque sea con un traje y no lleven toga. Hoy intentan justificarse a través de su biografía, pero muchas de estas semblanzas de políticos modernos no van a sobrevivir». Y añade un aspecto: «En los romanos no nos buscamos a nosotros, sino a las estructuras de poder. Roma es útil para percibir cosas que podríamos pasar por alto. Cuando Alma-Tadema pinta “Las rosas de Heliogábalo” nos está advirtiendo de algo. Representa la escena donde este emperador agasaja a sus invitados echándoles pétalos de rosas. Tantos que los asfixia. La mayoría disfruta de ese baño de flores, pero lo que el pintor señala es que la generosidad de un líder puede ser mortífera. El autócrata te mata incluso cuando está siendo agradable. Lo que te hace pensar sobre los gobernantes y los gobiernos».
La historiadora, que reivindica el latín, la enseñanza de dicha lengua y que a la vez admite que «lo mejor del latín es que no tienes que hablarlo», recapacita sobre la polémica de las esculturas, un tema ceñido al asunto de su libro: «Esto existe porque hay una polarización del discurso político. Sobre las estatuas hay una posición binaria: mantenerlas o derribarlas. Los ciudadanos no se paran a pensar para qué son. Asumen que están para que las admiremos. No es verdad. Están ahí para que miremos hacia la Historia y sepamos dónde nos encontramos respecto al pasado».
Beard pone un ejemplo y menciona al rey Carlos I de Inglaterra, que fue derrocado y ejecutado formalmente. «Existe una estatua ecuestre de él cerca de la plaza de Trafalgar. Mira hacia el lugar donde murió. Me parece útil porque no está ahí para ser admirado. No queremos que vuelva. Porque fue terrible. Esta imagen nos advierte de que tuvimos que matarlo para poder mejorar, que la política y el progreso conllevan un alto precio, y que, si quiero un mundo democrático, eso cuesta. Esta es la complejidad de la Historia y lo que nos invita a recordar», añade. Mary Beard reconoce, por otro lado, que no le importa que retiren estatuas, «no resulta nada lógico creer que lo que se ha sido erigido no será tirado antes o después. Siempre se van a derribar estatuas. Casi todos coincidimos en que no queremos tener algunas de personas como Hitler». Para ella, sin embargo, el dilema está en otra parte: «El problema es dónde establecer la línea. El desacuerdo está ahí. Si alguien ha sido víctima de alguien, tendrá una visión distinta. Aquí el asunto es determinar cuáles van a ser nuestros héroes y cuáles derribaremos. Y, si hacemos un repaso, todos los héroes del mundo son derribados más tarde o temprano».
La historiadora, que se prepara para una conferencia en la pinacoteca madrileña, también aprovecha antes de marcharse un inciso para decir con otra sonrisa: «Todos dicen que amo a los romanos, pero, en realidad, no me gustan. Sin embargo, merece la pena estudiarlos debido a la complejidad que aportan. Por eso hay que fijarse en ellos».