Historia contra la necedad: una reivindicación de la Ilustración española
Ante el inminente «borrado» histórico que plantea el Gobierno, conviene repasar uno de los períodos más brillantes de nuestra Historia, en el que España fue pionera en botánica o lingüística
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La pregunta es clara. ¿Puede entenderse hoy España sin la Ilustración? Evidentemente: no. Pues hoy la mente de cualquiera está preñada de ideas que nos inculcaron aquellos predecesores y no los dementes que ahora quieren borrar cualquier pasado que les moleste. La posterior disolución del Imperio se nutrió de las ideas liberales que aquellos tiempos sembraron, algunas de influencia francesa, escritas por Voltaire, Diderot, D’Alembert o Rousseau. Ese pensamiento liberal es un lugar común que tendemos a compartir sin darnos cuenta. En el Imperio Español se transmitió mayoritariamente a partir de personajes con tendencia moderada y católica, verdaderos impulsores del progreso, como el Padre Isla, Feijoo con su «Teatro crítico universal» y sus «Cartas», o Gaspar Melchor de Jovellanos, quien ya defendía una educación universal y fomentar las escuelas públicas, al menos para lograr una capacitación técnica. Análisis críticos interesantísimos, como el de Fernández Moratín en su teatro o en su «Viaje a Italia», superando al de Goethe en muchos aspectos, fueron muy relevantes; “Las cartas marruecas” de Cadalso, inspiradas en Montesquieu, serán también una reflexión crítica de nuestra sociedad, la que el gobierno actual quiere sustituir.
España es, en el Siglo de las Luces, no solo una de las grandes potencias del planeta por su Imperio, sino también por el conocimiento, pues fue clave del desarrollo gracias a las expediciones científicas, como la de Félix de Azara, con excelentes estudios de botánica. La arqueología científica, de hecho, no comienza con alemanes o ingleses sino con el reinado de Carlos III en Nápoles y las excavaciones de Pompeya o Herculano, así como en México luego, en Palenque, como bien explica Ignacio Gómez de Liaño en su excelente libro: «El reino de las luces». Se estudian entonces las diversas culturas y creencias, artes y lenguas de ultramar, con análisis comparativos desde Oriente a Occidente, comenzando la etnología y la antropología cultural, iniciando la lingüística comparada, con autores como Lorenzo Hervás, elaborando diccionarios y poniendo las bases de lo que hoy es común en nuestro modo de mirar el mundo y su pluralidad. Los ilustrados hispanos creían que las élites podían y debían educar a las clases populares por medio del teatro, cultivando una religiosidad más pura, exenta de supersticiones. Criticaban así ciertas procesiones, carnavales, peleas de gallos o incluso las corridas de toros.
En memoria del Rey Sol
Después de la guerra de sucesión y con el comienzo del reformismo borbónico, Felipe V, imitando a su abuelo, el Rey Sol, convierte las artes y la cultura en uno de los grandes pilares de la monarquía. Se reformó la economía y lucharon contra la corrupción, con unas finanzas más equitativas y buscando el desarrollo de la agricultura y las manufacturas reales. Aquel monarca hizo construir el actual Palacio Real de Madrid, tras el incendio, el Palacio Real de la Granja y reformó el de Aranjuez; compró la gran colección de esculturas romanas de Cristina de Suecia, animado por Isabel de Farnesio, y no pocas obras de arte que hoy disfrutamos en nuestros públicos museos. Felipe V fundaría la Real Academia Española y la de la Historia. ¿Podemos entender hoy España sin estas instituciones? El cuidado de una de las más importantes lenguas del mundo realza nuestra cultura, globalizada. El catastro desarrollado bajo Fernando VI, que grava proporcionalmente a cada contribuyente, muestra un siglo de valiosas reformas que quiere perfeccionar sociedad y economía, también con la creación de los jardines botánicos (Quer o Cavanilles), como el que luego Carlos III trasladaría a su actual sede de Madrid. Rey culto que impulsó la industria y la mejora de la agricultura e infraestructuras.
El apoyo a los estudios científicos lograría que muchos especialistas españoles fueran las grandes luces de su tiempo en mineralogía, biología o cartografía. El Real Observatorio Astronómico y el Real Gabinete de Historia Natural, luego Museo de Ciencias Naturales y ahora Museo del Prado, de Villanueva, tienen origen entonces. ¿Cómo entender la España actual sin este impulso para difundir ciencias y artes? Tampoco entenderíamos a Goya sin ello.
Grupos como los «Caballeritos de Azcoitia» y la Sociedad Económica de Amigos del País creaban bibliotecas y trataban de artes o ciencias, economía y sociedad en sus tertulias, desarrollando tecnologías nuevas, como la metalurgia en el País Vasco. La francmasonería, difundiendo sus ideales de libertad, igualdad, fraternidad, tendrá gran influencia, especialmente visible en el Trienio Liberal, en las instauraciones republicanas y en la actualidad. No podemos entender quiénes somos sin saber de dónde venimos y solo con un conocimiento profundo de lo que nos constituye podremos encarar adecuadamente el futuro.