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Libros

Eugenio Fuentes: «La parte emocional es siempre la que empuña el arma»

Su detective, Ricardo Cupido, cumple veinte años y, para celebrarlo, el novelista publica un nuevo caso de él: «Perros mirando el cielo», donde es asesinado un médico que ha ayudado durante la pandemia de la Covid a salvar vidas

El novelista Eugenio Fuentes
El novelista Eugenio FuentesTusquetsTusquets

Dice Eugenio Fuentes que con Ricardo Cupido ha conocido ciudades, librerías, editoriales y que, además, le ha hecho ganar dinero. El escritor, que considera que la «literatura acaba siempre metiéndose en la vida», lleva justo veinte años con este personaje a su lado y no habla de él como si fuera una ficción, sino como un amigo de carne y hueso, un colega con el que pudiera salir a dar una vuelta y departir un rato. «No es un juez, tampoco un detective corriente. Es un investigador que persigue la verdad por encima de las demás cosas. Tiene una mirada compasiva sobre las debilidades humanas», explica. Al principio, el novelista no necesitaba decir mucho de él, pero con el tiempo ha ido definiendo su perfil y deslizando detalles. «Leo muchas novelas negras que son mentira, que son personaje que no podría encontrar en la calle. Eso no me atrae. Me interesan personas normales, que se ven en una situación violenta, como un delito, o en medio de un suceso que es creíble y que le puede ocurrir cualquiera. Una situación que se convierte en una locura que va más allá de sus capacidades». Eugenio Fuentes publica ahora «Perros mirando el cielo» (Tusquets), donde vuelve a encontrarse con Ricardo Cupido, y donde relata un extraño accidente de coche y el asesinato de un médico que ha ayudado durante la pandemia de la Covid. El asunto es, ¿por qué han asesinado a alguien así?

¿Cuál es el origen de un caso?

Mi musa tiene una variada guardarropía. Cada novela surge de una forma distinta, «Mistralia» nació de una imagen, de un cadáver colgando de un molino eólico. En este caso, el origen ha sido una noticia real: el choque de un coche con un animal. Es la consecuencia de una España que se va quedando vacía. Los animales, al no quedar gente, y por el cambio social de ellos, que han perdido el miedo al hombre, se adentran en las ciudades y los caminos. Y también ha influido la pandemia.

¿La Covid ha sido un ingrediente bueno para la novela negra?

Para mí ha sido imprescindible. Está en el corazón emocional de la novela. Influye en la elección de la víctima, incluso en la circunstancia de la muerte, porque no solo es un marco, se convierte en un elemento emocional intenso, en un dilema moral. Un médico debe tomar decisiones. Cuando hay dos enfermos y un solo respirador. ¿A quién se permite vivir? En este sentido, la pandemia está presente en toda la novela.

Veinte años ya. ¿Cómo nació Ricardo Cupido?

Ningún modelo anterior de detective me servía. El anglosajón, me parecía antiguo, muy pasivo. Agatha Christie, Poe... y el de la novela negra de los años treinta en Estados Unidos, me daba la impresión de que era seco, con personajes capaces de soltar mamporros en cada momento... para mí busqué otro camino, alguien que hurgara en las cuestiones emocionales, en el corazón, más que en cuestiones de gánsteres. Así nació Ricardo Cupido, de querer indagar en las motivaciones del daño y el enigma.

¿Las emociones son importantes?

Por supuesto. Cuando coges un diario y miras los crímenes y sucesos, te das cuenta. ¿Por qué mata la gente? ¿Por la economía? A lo mejor en un asalto al banco, pero la mayor parte de los crímenes son por odios. Se producen en familia, por gente cercana. Son por venganzas emocionales. Es el corazón y las emociones las que matan, y no los motivos económicos. La gente se suicida por soledad, por desengaño, por abandono, no porque se haya arruinado una empresa. ¿Los adolescentes se suicidan por motivos económicos? No. La gente sufre por cuestiones emocionales. Es el corazón el que nos tortura y hace daño, o los que nos hace los seres más felices del mundo. Pero una característica de mis novelas es que existen personajes muy positivos. No quiero que solo haya sombra, que solo asomen los lisiados de la sociedad. Pero, para mí, la parte emocional es la que bombea el corazón y empuña el arma.

Habla de las pequeñas corrupciones de este país.

Tenemos cierta picaresca, padecemos con demasiada frecuencia de ella y no somos conscientes de su gravedad. Para ocultar una pequeña trampa, hacemos una mediana trampa y eso nos conduce a una gran trampa. Este es el carácter de impunidad que tenemos. La corrupción es una cuestión nacional. El pequeño fraude puede convertirse en un hecho trágico. Es una peculiaridad nuestra. En la pequeña trampa es donde más dinero negro se mueve. Eso nos aleja y nos distingue de Europa, donde no son tolerantes con las corrupciones... El otro vicio del que no nos hemos librado, y que también trae el dinero negro, es el de la avaricia, que está presente en esta novela.

En su libro se lee: «Hay que escribir historias con morbo para combatir el aburrimiento».

Cómo nos gusta hurgar en la intimidad de la gente. Pero tanto interés por la vida ajena solo revela el vacío de esas vidas. Es una cosa deleznable. La lectura es como un globo, en realidad. En una buena novela, te montas y te aleja de la tierra tanto como un avión. Ves a los seres humanos abajo y lo prodigioso es que cuando sales de la historia, comprendes mejor a los que te rodean y los paisajes en los que vives. El cine nos puede contar mejor los sueños que la propia literatura, pero los sentimientos y las relaciones con los demás es algo más característico de la literatura, porque es la que explica el corazón y sus vaivenes.

¿Y la verdad? ¿A quién le interesa hoy?

El mundo es una gran impostura ahora y las redes sociales han contribuido. Hay un gran postureo que es la versión «light» de la impostura. Desde el anonimato de las redes sociales, se fingen actitudes y comportamientos. Unas identidades que luego no tienen correspondencia con la realidad. Solo es un mundo de apariencia y no está mal que haya libros que transmitan que hay cosas que son reales....