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Berlinale

Isaki Lacuesta, o cómo sobrevivir a la masacre de Bataclan

Con “Un año, una noche”, el laureado director español compite en la Sección Oficial del Festival de Berlín con una película sobre los atentados de París en 2015

La actriz Noémie Merlant, en "Un año, una noche", de Isaki Lacuesta. © Manuel Fernández-Valdés / Bambú Prod.
La actriz Noémie Merlant, en "Un año, una noche", de Isaki Lacuesta. © Manuel Fernández-Valdés / Bambú Prod.BAMBÚ PROD.

“Dos días, una noche”, la primera película española (en co-producción con Francia) que compite en sección oficial, llegaba a una Berlinale en horas bajas. Doble Concha de Oro, Isaki Lacuesta se estrena en el festival alemán con la crónica, basada en el libro autobiográfico de Ramón González, de dos supervivientes del atentado del Bataclan parisino que se enfrentan al shock postraumático de maneras opuestas.

¿Por qué el Bataclan?

El productor Ramón Campos estaba en París ese día. Hace 12 años que trabajo con él en un proyecto sobre cómo el fin de ETA ha cambiado a la sociedad vasca. Ramón le daba vueltas al tema, vimos la serie «13 de noviembre: Atentados en París» y llegamos al libro de Ramón González. El encuentro con él y con Céline fueron definitivos para darme cuenta de que el proyecto me interpelaba. En el libro había un montón de detalles que tenían que ver con el terrorismo y sus efectos posteriores que yo no había leído nunca porque conformaban todo aquello de lo que los medios de comunicación ya no hablan. En definitiva, vi que el proyecto podía plantear de manera sincera el cómo queremos vivir.

¿A qué se refiere?

Ramón explicaba que, mientras estaba encerrado en uno de los camerinos del Bataclan, lo que más miedo le daba era darse cuenta de que su vida había sido un fracaso, que no había vivido como había querido, y decidió que, si sobrevivía, cambiaría. Y me pareció un dilema muy potente.

El atentado del Bataclan tiene algo de universal…

Creo que, incluso antes del confinamiento, el sistema estaba atacando la experiencia colectiva. Todo tiende a que tengamos experiencias aisladas, individuales, que se esté perdiendo la intensidad de ir a un concierto, de ir a una sala de cine o de salir a cenar con los amigos. Quería reivindicarlo.

El libro de González solo habla de su experiencia, no de la de Céline...

Me atraía contar la experiencia de dos víctimas de un atentado que han pasado por el mismo secuestro y la misma amenaza de muerte, y tienen recuerdos y reacciones opuestas. Me resultaba interesante ver qué hay detrás de la homogeneización de los colectivos de víctimas contra el terrorismo. Incluso me contaron que hubo policías que se quedaron fuera de la línea perimetral del atentado que explicaban su experiencia en el tiroteo, de cómo se movían entre los cadáveres de las víctimas, y en realidad se estaban apropiando de los recuerdos de sus compañeros. La película habla también de la fragilidad de quiénes somos y qué recordamos.

¿Cómo han reaccionado Ramón y Céline al ver la película?

Nos acompañaron durante todo el proceso. Hablaron mucho con todo el equipo, nos dieron seguridad en la escena del rodaje del atentado, incluso charlando con los figurantes para que entendieran la trascendencia del momento. Es el pase en el que he sufrido más, sobre todo porque sus personajes en la película son una mezcla de sus experiencias con las de otras víctimas. El resultado les gustó mucho.

Noémie Merlant y Nahuel Pérez Biscayart en "Un año, una noche"
Noémie Merlant y Nahuel Pérez Biscayart en "Un año, una noche"BAMBÚ PROD.

Sus películas siempre han oscilado entre el documental y la ficción. Esta también. ¿Cómo lo ha trabajado desde la puesta en escena?

Queríamos que fuera muy subjetiva, que el espectador pudiese meterse en la piel y en la cabeza de estas personas. Entraba en juego el concepto de «hiperestesia», esa sensación que tienen las víctimas de un trauma de que cualquier ruido puede provocar un estado de alarma desproporcionado. Esa subjetividad también nos permitía representar el atentado sin convertir la violencia en un espectáculo. Había la opción de dejarlo fuera de campo, pero el libro de Ramón dedica un tercio del texto a explicarlo. Me parecía un gesto de cobardía refugiarme en la elipsis, porque eso no correspondería a la verdad de las víctimas.

Elude la linealidad del libro del relato de González, que empieza con el atentado.

Isa (Campo, co-guionista) y yo encontramos la idea de la imagen traumática tabú. De ahí que la estructura narrativa de la película mezcle los dos tiempos, el del «después» y el de lo que pasó. Uno ha visto lo que no habría querido ver y el otro ha visto más de lo que asegura haber visto, y esas imágenes le golpean. Así éramos fieles a su subjetividad sin eludir la violencia del atentado.

¿Cómo abordó las implicaciones políticas del atentado?

No quería hacer una película política. La preocupación más política de los personajes es el miedo a ser racistas, una constante en la literatura autobiográfica de las víctimas de estos atentados. Descubrir que hay alguien en ti que no conocías y no te gusta.

El sexo oral que vino de Canadá

El canadiense Denis Coté es un habitual de la Berlinale: con «That Kind of Summer» es la cuarta vez que compite, y el año pasado ganó el premio al mejor director por «Hygiene sociale» en Encounters. La película se centra, por decirlo de algún modo, en el retiro terapéutico de cuatro adictas al sexo, controladas por una psicóloga. Coté está interesado en los vínculos entre sexo y palabra, siempre atravesados por la verbalización de la fantasía y el trauma. Coté no quiere emitir juicios morales, ni siquiera cuando filma una explícita sesión de «bondage». El esfuerzo sería más meritorio si el filme supiera encontrar su punto G a tiempo, pero la divagación confinada parece su mejor manera de expresarse. Como «El declive del imperio americano» pero en la era pandémica y mucho menos divertida.