Crítica de “Flee”: traumas animados ★★★
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Dirección: Jonas Poher Rasmussen. Guion: Jonas Poher Rasmussen y Amin Nawabi. Dinamarca, 2021. Duración: 89 minutos. Documental animado.
Cuando hablamos de documental animado, la animación funciona como una máscara de la realidad. En “Flee” esa máscara tiene una doble cara. Por un lado, oculta la identidad del sujeto de estudio: Amin, un refugiado afgano en Dinamarca, que relata su penoso periplo vital desde Kabul hasta Copenhague, pasando por calvarios de manual en Moscú y Estonia. Por otro, muestra la subjetividad de su relato, que muta -de los trazos difuminados y siniestros del carboncillo a la línea clara del cómic juvenil- según el grado emocional de sus recuerdos. Jonas Poher Rasmussen nos hace conscientes del dispositivo incluyendo a la versión animada de sí mismo mientras entrevista a Amin, haciendo dialogar así las imágenes de la memoria del refugiado con imágenes de archivo que contextualizan su historia.
Lo documental sigue siendo la prueba irrefutable de la verdad. Lo animado sigue siendo una manifestación proteica de lo que se resiste a ser representado. Esa operación de distanciamiento diferencia a “Flee” de, por ejemplo, películas como “In This World” o “Camino a Guantánamo”, en las que Michael Winterbottom elegía el docudrama como estrategia intensiva de unas imágenes que jugaban a copiar una experiencia. Como si el horror de lo real pudiera copiarse.
Es en esa realidad enmascarada, la de una identidad que no sabe lo que es un hogar y la de una memoria que rescata fragmentos que moldean el destino fatal de un pueblo, donde “Flee” explica sus decisiones formales desde el respeto al personaje que retrata. Después de todo, hay otra máscara en la existencia de Amin -esa homosexualidad que reprime por temor al rechazo familiar- que no hace sino reforzar la idea de que la animación sirve aquí para que entendamos la soledad de un hombre que ha aprendido a vivir desde el secreto. Es una pena que, narrativamente, “Flee” sea algo desigual: para Rasmussen solo existe el tránsito del trauma, pero, cuando se trata de abordar el proceso de reconstrucción, el relato se precipita de un modo que perjudica su eficacia emocional.
Lo mejor
El uso de la animación se justifica desde las propias entrañas de la historia.
Lo peor
Da la impresión de que solo le interesa la parte traumática del viaje interior de Amin, todo está demasiado concentrado para digerirlo mejor.