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Música

La Chica, o el enigma que estrechó el Atlántico

Tras pasar por el Institut Français de Madrid, la franco venezolana actuará en Málaga y en el Festival Sónar de Barcelona

Tras su seudónimo, Sophie Fustec mezcla los sonidos del piano clásico con los de su raíz latina
Tras su seudónimo, Sophie Fustec mezcla los sonidos del piano clásico con los de su raíz latinaADRIANA BERROTERAN

Se confiesa tímida y hay quien incluso, en primera instancia y sin verla desatada en alegoría ritual dando rienda suelta a su música, diría que es introvertida. La conversación con La Chica, seudónimo artístico de la franco venezolana Sophie Fustec, fluye como el hilo de humo que deja el incienso; primero la mecha y después la esencia: «La diferencia entre La Chica y Sophie, creo, es todo el camino hacia el escenario. Desde muy pequeña me ha costado expresarme en público, algo a lo que la música me ayudó enormemente y acabó trascendiendo, convirtiéndose en una parte más de mi personalidad. Gracias a La Chica el escenario se convirtió en mi casa, en mi lugar seguro. Eso es La Chica. Un nombre, pero también un medio de transporte hacia mi arte, hacia las buenas vibras», explica la artista sobre su alter ego, con el que actuó en el Instituto Francés de Madrid y que hará lo propio en Málaga y en Barcelona, en el Festival Sónar del próximo mes de junio, donde es una de las más esperadas.

La Chica actuará en mayo en Málaga y en junio en Barcelona
La Chica actuará en mayo en Málaga y en junio en BarcelonaADRIANA BERROTERAN

Fustec, que presentará en la pequeña gira española su último trabajo, «La loba», no duda un segundo al entrar en lo más crudo de su proceso creativo, ese que tras la muerte de su hermano en julio de 2020 la llevó a replantearse toda su carrera como artista y la esencia misma de su música: «Decidí que tenía que dejar de esconderme tras capas y capas de arreglos electrónicos. Debía presentar mi esencia al público, dejar que vieran quién soy y qué soy», explica antes de continuar: «Esa pérdida fue tan brutal, tan violenta, que cambió para siempre la forma en la que acepto mis emociones. Y eso es lo que quería transmitir con ‘’La loba’', un acercamiento a los procesos del duelo a través de la música. Lo que se ve sobre el escenario es mi forma de lidiar con la experiencia de una muerte cercana y traumática», añade sentida, afectada.

Música del duelo

En su nuevo disco, que vio la luz hace algo más de un año, La Chica explora desde lo natural del sonido que la caracterizó anteriormente, ese que mezcla la influencia del piano clásico –a la sazón, Debussy o Ravel– con los ritmos latinos, pero hay en ello un fondo «underground» que se vuelve el gran triunfo del álbum. De aura mística, en «La loba» se escuchan incluso «errores» de grabación, pequeños accidentes que, en consonancia con el espíritu geográfico de su música, fluyen para, quizá, epatar más allá de lo comercial. «En Occidente hablamos poco o nada de la muerte, y no tenemos apenas una preparación psicológica para lo que significa. Simplemente seguimos adelante. Tenemos que verter luz sobre la muerte, tratarla desde los sentimientos más puros, como el amor. Dejando hueco para el sufrimiento, pero no para el drama», opina Fustec antes de volver a lo terrenal, para hablar de cómo su música se ha convertido también en discurso político sobre las manera alternativas de entender la feminidad, desde lo rabioso hasta lo efímero y emotivo: «Siempre he estado un poco perdida respecto al papel de la mujer en la sociedad. Me asustaba tomar una posición firme o radical, porque creía que me faltaba información. El nacimiento de La Chica, más o menos por 2015, está acompañado de una toma de conciencia que, como he comprobado, comparto con muchas mujeres que siempre estuvimos ahí, por así decirlo, pero nunca llegamos a tomar partido. Y quizá por eso este disco sea tan feminista, tan activista, porque la persona que me llevó de la mano en ese camino de descubrimiento fue precisamente mi hermano», confiesa.

¿Y cómo marida la concepción de la música de La Chica, tan intimista y mínima, casi esotérica, con un espectáculo que se acerca sin miedo a la «performance» o a la instalación y que tiene hueco, por ejemplo, en uno de los epicentros de la electrónica en España como el Sónar? La cantante lo tiene claro: «Esa contradicción, la que he generado en mi último álbum, es la más importante de mi carrera. Y lo más curioso es que nació durante el confinamiento. Acababa de hacer un directo de varias horas, intentando animar y estar en contacto con la gente a la que le gusta mi música, y sentí que aquello tenía muy poco sentido, que estaba imbuida por el peso de la reacción en las redes sociales y que, en lugar de sumar, solo estaba aportando ruido en un momento muy delicado para todo el mundo. ‘’La loba’' es mi regreso a lo elemental, pero también mi reencuentro con la pasión de hacer música de mínimos», se despide La Chica, Sophie Fustec y todo el espíritu de vanguardia que cabe en una mujer.

Belleville, epicentro latino

Su barrio es el Belleville parisino, pero su corazón siente por Venezuela. Ese choque entre dos culturas, esencia misma de La Chica, la llevó durante años a «no encajar» en ningún ámbito, explica. Demasiado francesa para los venezolanos, demasiado venezolana para los franceses: «Mi mamá es muy latina, algo que me marcó a fuego creciendo en una ciudad a veces tan fría como París. Esa intensidad y esos contrastes son los que me han hecho crecer», asegura antes de referirse a la continua crisis política en el país de su madre: «Venezuela me duele todos los días, me quiebra, pero la solución no es la revancha, es mirar hacia el futuro», remata.