
Daniel Pinilla
“Dudar se ha convertido en un ejercicio de cierto riesgo”
Publica “El experimento negacionista”, una novela de filosofía política sobre la amistad y la capacidad de disentir en medio de una pandemia

El novelista y periodista Daniel Pinilla (Sevilla, 1974) acaba de publicar su nueva novela bajo el título “El experimento negacionista” (Editorial Samarcanda), con el sugerente subtítulo “Un relato sobre la libertad de elegir en tiempos de emergencia”. El autor coloca la propagación de la covid-19 como telón de fondo para exponer algunos de los muchos dilemas que han sido carne de debate en plena pandemia. ¿Hasta qué punto se puede disentir en una situación de emergencia cuando miles de personas mueren a diario a causa del virus?
El propio escritor circunscribe la novela dentro del ámbito de la filosofía política. Y lo explica de esta manera: siete amigos de diferentes países y culturas tratan de mantener a flote su amistad cuando sobreviene la pandemia y se disparan las diferentes interpretaciones sobre su origen y sobre lo que es correcto o no hacer en un momento tan delicado. “Se producirán roces, separaciones, acusaciones de unos a otros por tal o cual comportamiento. Dolor en definitiva”, explica Pinilla, autor de libros como “Qué aprendes cuando te abren la cabeza”, “El método Monchi” y “Expaña”, entre otros.
“Los más oficialistas tienen claro que no es el momento de disentir, sino de asumir una responsabilidad común como sociedad: vacunarse y comulgar con las órdenes que vengan respecto a lo que se puede o no hacer”, explica Pinilla. En cambio, los más disidentes o negacionistas esgrimen su propia teoría. “Después de mucho estudiar y de creer haber identificado relaciones entre diferentes grupos de poder mundial, creen que la enfermedad no es producto de una mutación espontánea y que alrededor de su gestión no se han cometido errores humanos perdonables, propios de la improvisación, sino que se ha creado con un fin, que es hacer ingeniería social y recortar la libertad personal de elección”.
No todo es blanco o negro. También hay otros personajes que “se mueven en zonas grises y que son ambivalentes”, cuenta el autor, pero son aquellos que se rebelan contra el sistema quienes proponen una particular alternativa, que pasa por el intento de montar un país propio, al margen de los dictámenes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la llamada legalidad internacional.
Haciendo honor a su título, la novela ofrece dos finales, “para que el lector elija cuál considera más razonable”. Pero por encima de todo, el libro tiene como eje el valor de la amistad y de las relaciones sociales, tal y como nos cuenta su autor, un periodista de curiosidad infinita que ha recorrido medio mundo y que ama por encima de todo los libros, no en vano es también editor.
Plantea en el libro la capacidad de disentir. ¿Cree que cada vez es más difícil ir a contracorriente en nuestra sociedad? ¿Lo sucedido durante la pandemia corrobora esta idea?
Creo que sí. Se ha generado una especie de sentimiento de estar potencialmente ofendido por lo que diga quien se salga del carril del pensamiento dominante. Dudar ya es un ejercicio de cierto riesgo, porque colisiona con la hábil narrativa de que es irracional discutir con lo que se nos vende como autoridad científica irrefutable. Sin embargo, lo verdaderamente científico sería tener siempre como provisional lo dado por cierto. Si no fuera así, si se anulase la imaginación y las visiones alternativas, Einstein no habría superado la Física de Newton con la Teoría de la Relatividad. Identificar pensamiento disidente con demencia o irresponsabilidad es más antiguo que el hilo negro, pero es una estrategia que funciona magníficamente a base de repetir consignas muy próximas a la propaganda. El “Experimento Negacionista” es un libro para el debate, no para el combate, la confrontación o el amarillismo.
¿No cree que la novela pueda ser “marginada” por el solo hecho de plantear la duda sobre la vacuna y que puede ser calificada como negacionista?
Posiblemente. Asumo que el título es provocativo, pero hay que contextualizarlo con el subtítulo. En cualquier caso, el público lector es soberano. Al tratarse de un libro que trata de entender dónde reside la virtud, lo moral, los límites, en relación al ejercicio de la libertad individual, entiendo que no es un tema que llame especialmente la atención en los tiempos que corren, más tendentes a la ligereza, a lo líquido y a la velocidad. Y tampoco es que yo sea un autor que brille por sus grandes números de venta, todo sea dicho.
¿A qué se refiere con la terminología aparentemente maniquea del pensamiento oficialista?
Un ejemplo claro. Si se mira la RAE, negacionismo significa “actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales, relevantes, especialmente el holocausto”. ¿Quiere esto decir que cualquiera que no comulgue al cien por cien con la versión oficial y que se interese por averiguar cómo se financia la OMS es un tarado que niega que los nazis asesinaron metódicamente a millones de judíos? ¿No existen las zonas grises para los que podríamos denominar dudacionistas?
¿Qué libros o autores hay detrás de su obra?
La gran mayoría son anteriores a la Edad Media. Las cuestiones esenciales del pensamiento están puestas sobre la mesa de manera sorprendentemente lúcida desde hace un buen porrón de años. Con sus valiosas variaciones y aportaciones posteriores, por supuesto. Cuando, por ejemplo, ahora asistimos al aniquilamiento de la asignatura de Filosofía en el sistema educativo español, la dirección que señala ese tipo de decisiones apunta a la querencia por anular la capacidad crítica de las nuevas generaciones.
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