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La ópera de la Expo 92

Fue un periodo en el que España se convirtió en el centro de Europa, quizá del mundo, de enorme turismo, de nuevos amigos y amores internacionales, de mucha celebración y de mucha música
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Estos días se recuerda que hace 30 años se abrió la Expo 92 en Sevilla. Supuso toda una revolución y trajo un cambio tremendo a nuestro país con la llegada del AVE. Como en todo gran acontecimiento hubo mucho lío. Determinados medios no paran de bombardearnos con el tema de las “comisiones” e incluso se emiten programas especiales dedicados a él. Curiosamente, que no sorprendentemente, casi todo centrado en una sola ciudad. Yo me acuerdo de aquel 21 de abril en el que el AVE entró en Sevilla y de los muchos escándalos que le acompañaron. De las discusiones entre Felipe González, Alfonso Guerra, Carlos Solchaga y Josep Borrell por la adjudicación de varios contratos a empresas vinculadas al partido. ¡Cómo no de las comisiones de Guido Brunner, el entonces embajador alemán en Madrid, y de la empresa Siemens…!
Fue un periodo en el que España se convirtió en el centro de Europa, quizá del mundo, de enorme turismo, de nuevos amigos y amores internacionales, de mucha celebración y de mucha música. La Expo supuso la llegada de grandes espectáculos. Recordemos dos galas en su momento comentadísimas: la de las folclóricas bautizado como “Azabache” -Rocío Jurado, Juanita Reina, Imperio Argentina, Nati Mistral y María Vidal- con un lujo de vestuario y la lírica del 10 de mayo con Montserrat Caballé, Plácido Domingo, Teresa Berganza, Pilar Lorengar, Alfredo Kraus, Juan Pons, Pedro Lavirgen y Jaime Aragall.
Lluis Andreu, queridísimo amigo fallecido en 2014, abandono la dirección artística del Liceo, que venía desempeñando desde 1981, para asumir la del Teatro de la Maestranza, inaugurado en mayo de 1991. Resulta impresionante repasar aquellos dos primeros años. Alfredo Kraus cantó “Rigoletto” con producción de Giuseppe de Tomasi; Maria Ewig, Plácido Domingo y Justino Díaz abordaron “Tosca” con escena de Zeffirelli proveniente del Covent Garden; Nuria Espert y Domingo dirigieron “Carmen” con Teresa Berganza y José Carreras; Shirley Verrett y Kraus cantaron “La Favorita”; el Met neoyorquino desplegó sus huestes con “Baile de máscaras” a cargo de Domingo, Aprile Millo y Juan Pons añadiendo un “Fidelio” en concierto con Beňačková, Lakes y Salminen; la Opera de Estocolmo ofreció “María Stuarda”; Muti dirigió a la compañía de la Scala en una “Traviata” con Alagna; Domingo, Villarroel y Pons interpretaron “El Gato Montés” con Emilio Sagi; la Ópera de Viena y Zeffirelli representaron “Don Giovanni” con Ruggero Raimondi y la de Semper un “Holandés errante”….
No les quiero seguir poniendo los dientes largos. Fue una época en la que el dinero corrió a raudales. No se me olvidará un paseo por la noche, por el barrio de Santa Cruz tras un espectáculo, durante el cual Plácido y Marta, su esposa, comentaron que si ganarían suficiente en la Expo como para comprarse casa en Sevilla. ¡Qué tiempos! Entonces el Teatro Real sólo existía para las obras de remodelación que acababan de comenzar y que permitirían su reapertura el 11 de octubre de 1997. Tengo pendiente contar todo ese periodo y, créanme, tiene mucho jugo. El Liceo estaba, sin saberlo, a año y medio del tremendo incendio del 31 de enero de 1994. Él, el Teatro de la Zarzuela y ABAO mantenían la ópera en España junto a Oviedo, Coruña y algunas otras temporadas.