“Halloween: el final”: Jamie Lee Curtis se despide de Michael Myers en clave de “gore”
Jamie Lee Curtis baila por última vez con el mal encarnado en «Halloween: el final», cierre de la trilogía dirigida por David Gordon Green y continuación del clásico de Carpenter y Hill
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Descalza, posa la mirada sobre sus agudos «stilettos» antes de avisar al periodista: «Si dices que he hecho la entrevista sin zapatos, soy capaz de matarte», bromeaba en el encuentro con la Prensa Jamie Lee Curtis, que visitó Madrid para presentar la sangrienta «Halloween: el final», última película de la trilogía de reinicio que comenzó en 2018 el director David Gordon Green y que, cuatro años después, promete ofrecernos el postrero baile de la veterana Laurie Strode contra el mal en sí mismo. O no, dependiendo de si los cuchillazos son más o menos ruidosos que las cajas registradoras del estudio.
«Si por mí fuera, esta película se debería haber llamado “There Will Be Blood”», explica Curtis a LA RAZÓN haciendo un juego de palabras entre la traducción literal, «habrá sangre» y la película de Paul Thomas Anderson que en España se tituló «Pozos de ambición». «Lamentablemente, el título ya estaba cogido. La sangre es la naturaleza en las películas de “Halloween” y forma también parte de tu trabajo como actriz. Quizá lo más raro de todo esto es el subirse a una camioneta, muerta de frío, a las cinco de la mañana y empaparte en un líquido viscoso una y otra vez», añade la intérprete sobre su, en teoría, último filme como Strode, un papel que la ha acompañado desde 1978.
De hecho, Curtis se ha convertido en esta nueva trilogía en una de las pocas actrices en interpretar distintos caminos comerciales y narrativos del mismo personaje. Si atendemos a la cronología original, a la “Halloween” de 1978 la siguió su secuela directa, en 1981, donde la actriz lidiaba desde el hospital con las secuelas del primer acecho de Myers. Pero es que luego, en la “Halloween H20″ de 1998, Jamie Lee Curtis debía evitar que fuera su hijo y sus amigos quien sucumbiera al inclemente cuchillo de cocina. Desechada aquella continuidad, Gordon Green decidió llevarse su nueva trilogía al principio, creando una secuela directa del clásico de John Carpenter y Debra Hill.
El lío también llega al mito. «¿Recuerdas tener 16 años? Pues me pasa exactamente lo mismo. Miras las fotos y dices: ¿en serio? ¿Esa soy yo? ¿Me veía así? O incluso me pasa con la voz, que no sé de quién es. No sé quién era, y no me siento conectada a esa Jamie. Sí estoy orgullosa de la de hoy en día y, si me acerco al pasado, es como una historiadora, como una arqueóloga casi», explica sincera una Curtis que celebra que el nuevo contexto político y cultural de Estados Unidos nos devuelva una película más realista: «Sin destripar mucho el final, me parece importante aclarar que no es feliz. Nadie está feliz. No hay celebraciones, no hay vítores. Nadie está celebrando un gol. La gente llora. Y es lo apropiado, porque tras una tragedia así nadie puede festejar nada. Era inevitable llegar a este punto», añade, y asegura que la nueva trilogía cuenta con la absoluta bendición y el gusto del maestro Carpenter y resumiendo así el éxito de, quizá, la saga ochentera más viva a nivel comercial: «La clave está siempre en lo simple, en el carácter de vieja escuela de la saga y en la batalla del bien contra el mal».
Sobre la condición de víctima
«Halloween: el final» se sitúa cuatro años después de la última entrega y nos devuelve un Haddonfield devorado por la tragedia: un niño muere en extrañas y violentas circunstancias y el hombre del saco, ese Michael Myers que ya es un mito en el pueblo, no ha dado sin embargo señales de vida (o de muerte) todavía. «Lo que a David Gordon Green le interesaba en esta tercera película era hablar sobre las víctimas, sobre el trauma y qué les ocurre», explica Curtis, que aquí es una abuela desesperada por la relación tóxica en la que se ve envuelta su nieta (Andi Matichako). El otro extremo del hilo romántico, aquí fresco pero desconcertante para con el tono de la saga, es el joven Rohan Campbell, una especie de cabeza de turco de Haddonfield ante la repentina desaparición de Michael Myers de sus vidas.
A partir de ahí, y en el tercer volantazo para la tercera película, Gordon Green se encarga de componer una sinfonía de machetazos sangrientos y muertes espectaculares para contarnos una idea nada sutil ya desde los títulos de crédito: Michael Myers quiere jubilarse y necesita que alguien le cubra la plaza. El mal, con o sin overol, ya no está para estos trotes. Así, y sin entrar nunca en lo sobrenatural -con o sin spoilers, siempre es buen momento para recuperar la desternillante “Halloween 6″-, “Halloween: el final” juega a dos niveles, siendo el primero el de la sucesión lógica y el segundo el del estudio de la predisposición. Otra vez: ¿Los asesinos nacen o se hacen? La sensación termina siendo anticlimática, puesto que la resolución de conflictos llega en forma de disparo a quemarropa (textual) y en tiempo de acción (desordenada), con una Laurie Strode más dispuesta que nunca a ensuciarse -y de qué manera- las manos.
«Realmente no te lo podría decir, porque todo el mérito es de David Gordon Green. Hay otros escritores, otros guionistas a los que no nombro, pero es que estas tres películas son indudablemente de David Gordon Green. Sin importar qué, sin importar que, por ejemplo, Danny McBride fuera realmente importante en la primera película», explica Curtis sobre la relación del cómico McBride con la nueva trilogía, noticia de discordia entre los fans de la saga. Y aclara sincera y directa, para oídos inquietos: «De hecho, le he visto dos veces en cinco años. Eso es todo, desde la honestidad. El mérito es de David (Gordon Green), que previó cómo de obscenos podemos llegar a ser con las víctimas en nuestro tiempo. Lo previó todo. Y creo que dentro de 20 años podremos mirar atrás y pensar en él como un genio», completa.
Curtis, que corrige amablemente a sus coordinadores de prensa para asegurar más tiempo y preguntas a los entrevistadores, se despide asegurando que no cree que tenga enemigos reales en Hollywood por decir siempre lo que piensa («Sí en Italia, quizá», ironiza después de mostrarse «preocupada y horrorizada» por el resultado de las últimas elecciones) y anunciando que su vuelta más inmediata al cine será en la dirección, con una película de género. El final, de Michael Myers, de Laurie Strode y de la entrevista, como en la nueva entrega de “Halloween”, deja una sensación extraña: ¿De verdad un estudio como Universal va a renunciar a una de sus franquicias más rentables en favor del buen gusto? ¿Soportarán los fans el último cuchillazo en la gran pantalla de “The Shape”? Es complicado hallar una respuesta, pero la intención es clara: los tiempos de Michael Myers persiguiendo a Jamie Lee Curtis han llegado a su fin.