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El reloj del Apocalipsis: catástrofe nuclear

Estamos en riesgo alto de una hecatombe generalizada que ponga en peligro la humanidad

EFE/EPA/MICHAEL BUHOLZER
EFE/EPA/MICHAEL BUHOLZERMICHAEL BUHOLZERAgencia EFE

El mundo ya no es igual que antes. Parece como si alguien o algo, una mano misteriosa, cruel o justiciera hubiese adelantado el reloj del Apocalipsis y la cuenta atrás de la humanidad ya hubiese empezado. Así arranca mi último libro, «El reloj del Apocalipsis», que este miércoles sale a las librerías de toda España publicado por la editorial HarperCollins. Desde la declaración de la pandemia de la Covid-19, otro virus tal vez más peligroso aún se ha propagado en el interior de las conciencias. Vivimos tiempos convulsos, premonitorios, inciertos, como también lo fueron aquellos que precedieron a las dos primeras guerras mundiales en el siglo XX.

Parece como si la tormenta perfecta amenazase con estallar en cualquier momento sobre el planeta para devorarlo entero. De hecho, desde la televisión estatal rusa hasta el Papa Francisco están convencidos de que la Tercera Guerra Mundial ya ha comenzado. La Historia, como el tiempo o la economía, es cíclica y se repite. Pero esta vez puede ser mucho peor que antes. Un auténtico Armagedón profetizado en las Sagradas Escrituras y reiterado en las apariciones marianas, en revelaciones privadas a santos como Vicente Ferrer y hasta en las célebres «Centurias» del profeta Nostradamus.

Desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022, una palabra ha resonado con insistencia entre los hombres de Iglesia: Fátima. El Vaticano ha asegurado que María de Nazaret se apareció en aquella localidad portuguesa a tres pastorcitos en 1917 para intentar evitar, según les dijo, que «Rusia propagara sus errores por el mundo». Para impedirlo, la Virgen pidió que el Papa consagrase el mundo entero a su Corazón Inmaculado haciendo mención expresa de Rusia. Y eso mismo hizo Francisco el viernes 25 de marzo, un mes después de la invasión de Ucrania. ¿Casualidad...?

En Fátima, precisamente, la Virgen advirtió que la Primera Guerra Mundial se acortaría, como así fue, pero también alertó a la Humanidad de que si se obstinaba en cerrar su corazón a Dios se desencadenaría otra conflagración más devastadora aún que la anterior, como también sucedió: la Segunda Guerra Mundial.

Al margen del credo religioso o político, otras voces autorizadas han clamado también en el desierto sobre el peligro cierto que se cierne sobre la humanidad. El cosmólogo y matemático Stephen Hawking advirtió ya en su día «de los riesgos que prevemos si los gobiernos y sociedades no toman medidas ahora para volver obsoleto el armamento nuclear y evitar mayores cambios climáticos».

La fecha: 2022
Vivimos tiempos convulsos, premonitorios, inciertos, como también lo fueron aquellos que precedieron a las dos primeras guerras mundiales en el siglo XX.
Lugar: el Vaticano
Jamás en sus 75 años de historia, desde que se puso en marcha en 1947, el reloj del Apocalipsis ha estado tan cerca del temible Armagedón.
La anécdota
La Virgen de Fátima pidió en 1917 al Papa consagrar Rusia a su Corazón Inmaculado, lo cual hizo también Francisco el 25 de marzo tras la invasión de Ucrania.

Cerca del Armagedón

Y qué decir sobre el llamado reloj del Apocalipsis. Jamás en sus 75 años de historia, desde que se puso en marcha diseñado por la artista Martyl Langdorf en 1947 para la portada de «The Bulletin of Atomic Scientis» («Boletín de los Científicos Atómicos»), ha estado tan cerca del Armagedón.

La posición exacta de las agujas de esta siniestra esfera la decide el Consejo de Directores del Boletín tras consultar con su Consejo de Patrocinadores integrado por quince Premios Nobel, que se reúne dos veces al año para analizar las potenciales amenazas que afectan al mundo.

No se trata así de una decisión tomada al azar, sino de una resolución premeditada y firme que sitúa las manecillas más cerca o más lejos de las doce de la noche, considerada la hora del Apocalipsis para la humanidad. Cien segundos simbólicos separan así hoy al mundo entero del abismo nuclear, climático y epidemiológico. Entre los grandes impulsores de este cronómetro vital figuran Albert Einstein, uno de los hombres más inteligentes de la Historia, descubridor de la Teoría de la Relatividad y Nobel de Física, y el filósofo y matemático Bertrand Rusell, Nobel de Literatura, preocupados ya entonces por el peligro cierto de una guerra nuclear tras la destrucción causada por las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Más recientemente, la presidenta del «Boletín de los Científicos Atómicos», Rachel Bronson, aseguraba que el mundo se halla inmerso en una «tormenta perfecta», en medio de la cual «el peligro es elevado» y quienes deberían adoptar decisiones «no reaccionan».

Muchos se preguntarán qué puede hacerse ante la afluencia de mensajes tan desalentadores. Haruki Murakami, convertido hoy en el escritor japonés de referencia en todo el mundo, advierte que aceptar la realidad de los hechos, sin engañarse ni mirar hacia otro lado tratando de ignorar lo que está escrito, resulta imprescindible para no perder la paz ni la esperanza. «Cerrar los ojos... no va a cambiar nada... Cerrar los ojos y taparse los oídos no va a hacer que el tiempo se detenga», cavila.