Patrimonio y descolonización: la ignorancia (o trampa) del ministro Iceta
La apuesta del Ministerio de Cultura de revisar los Museos Estatales desvela la intención de ponerlos al servicio de la política
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Las declaraciones del ministro de Cultura, Miquel Iceta, y de otros altos cargos del ramo en el sentido de que se ha iniciado un procedimiento para revisar el contenido de los Museos Estatales mediante la actualización de los discursos museográficos, así como la formación de un grupo de trabajo para la revisión, desde la diversidad cultural, de la historia de España y, en particular, del Descubrimiento de América, cuanto menos, producen una gran inquietud entre los profesionales de los museos, la historia y el patrimonio. Siempre hemos sabido que la política ha desempeñado un papel muy relevante en estas instituciones, tanto en su creación como en su desarrollo posterior, pero nunca habíamos visto manifestar de forma tan clara y directa la intención de convertir los Museos Estatales en meros instrumentos de expresión política, al menos desde la llegada de la democracia. Esto no quiere decir que sea algo novedoso, pues en periodos de gobierno del Partido Popular se ha intentado varias veces, aunque eso sí, «sottovoce». Por desgracia, a lo largo de su historia estas instituciones han tenido problemas muy acuciantes y difíciles de solventar, sobre todo en lo relacionado con la falta de recursos y las continuas ocurrencias de unos políticos que, por lo general, carecen de los más básicos conocimientos para abordar algo de tal complejidad.
El Museo de América, uno de los más afectados por esta iniciativa al vincularse directamente tanto con el tema de la conquista como con el del colonialismo, nos puede servir de ejemplo para comprender la sinrazón que impera en este país desde hace décadas. El Museo de América de Madrid fue creado en 1941, durante los primeros años de la dictadura, para ensalzar la conquista y evangelización de las Américas lo que le convertía en un paradigma de lo que se ha dado en denominar museo colonial, a pesar de que las colecciones estatales que le fueron encomendadas no tenían nada de coloniales.
En 1968 se trasladó del Museo Arqueológico Nacional, donde había estado desde su creación, a la nueva sede de la Ciudad Universitaria en Moncloa, y en 1981 cerró sus puertas para llevar a cabo una remodelación que permitiera un montaje moderno de cara a las efemérides de 1992. Prueba del desinterés real por los temas americanos fue que el nuevo museo no se inauguró hasta 1994 lo que hizo que, llevados por el pánico de no poder presentar en 1992 ninguna institución americanista de importancia en la capital de España, se creara la Casa de América, centro sin vínculo alguno con ese continente que se ha limitado, salvo excepciones, a alquilar espacios de lujo para actos de todo tipo.
Palabras descorazonadoras
Las declaraciones del Ministro de Cultura respecto a su intención de cambiar los planteamientos de los Museos Nacionales son descorazonadoras. Cuando afirma que hay que modificar los discursos sobre la Conquista de América desde el punto de vista de la diversidad cultural, lo primero que te viene a la mente es, precisamente, el Museo de América; pues esa institución es la única dependiente de ese Ministerio donde se aborda ese tema y lo hace desde una visión científica del continente americano tan respetuosa con las culturas autóctonas, que el gobierno del Partido Popular, al poco de llegar al poder en 1996, intentó cambiarla por la puerta de atrás. Solo la numantina resistencia por parte de los técnicos del Museo y el miedo a la reacción de especialistas y medios de comunicación consiguieron que se fueran olvidando de tan vergonzosa iniciativa.
Si el Museo de América es el único dependiente del Ministerio de Cultura que aborda la Conquista de América y lo hace desde una perspectiva antropológica cuyo principio fundamental es la diversidad cultural ¿a qué se refiere el ministro con su propuesta? Si no fuera porque sería absurdo y alarmante uno podría pensar que el señor ministro ha hecho esas declaraciones sin conocer ni haber estado nunca en ese Museo, pues encargar que se lleve a cabo algo que ya está hecho es asumir sin complejos que uno desconoce por completo el asunto que se trae entre manos
Al margen de la orientación que se le quiera dar a un museo lo realmente preocupante es que los políticos sean quienes lo decidan. ¿Se imaginan que ocurriría si cada vez que cambiara el signo político del Gobierno hubiera que modificar todos los discursos? Los museos son instituciones al servicio de la sociedad, no de los ejecutivos. El problema es que muchos partidos políticos, tanto a nivel autonómico como nacional, se han dado cuenta de que el control del pasado puede permitir la elaboración de discursos de identidad que ayuden a legitimar el poder en el presente y preparar muy bien el terreno para el futuro. No debemos perder de vista que la principal función de los museos es el estudio, conservación y difusión de sus colecciones a través de exposiciones permanentes y temporales, una labor de gran importancia cultural que parte del conocimiento científico de la historia, la antropología, o de cualquier otra disciplina relacionada con sus colecciones y llega al público después de un exhaustivo estudio a través de planteamientos didácticos y de la teoría de la comunicación, tareas de gran complejidad que competen a los técnicos y especialistas del centro.
Otro asunto muy preocupante es la revisión y el cambio de discursos sobre la historia de España en todos los Museo Nacionales desde una perspectiva política, pero ese es un tema de tanto calado que quizá merezca una reflexión aparte.
- Félix Jiménez Villalba fue jefe del departamento de arqueología y subdirector del Museo de América durante 25 años, subdirector y coordinador de los departamentos científicos del Museo Arqueológico Nacional durante diez y presidente de la Asociación Profesional de Museólogos de España durante ocho.