¿De dónde viene la expresión “pagar a tocateja”?
Podemos rastrear los orígenes de esta expresión hasta el siglo XVII. Concretamente, hasta el reinado de Felipe III
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Una frase hecha es una expresión que tiene una forma fija, que tiene un sentido figurado y que es de uso común para los hablantes de una misma comunidad lingüística. Locuciones como “la ocasión la pintan calva”, “estar en Babia” o “ser más feo que Picio” se utilizan constantemente y en todos los niveles socioculturales de nuestro país y del mundo hispánico. Y sin embargo, **pocas veces sabemos por qué las decimos. Sabemos cuál su significado, pero no sabemos por qué esas expresiones tan extrañas tienen esos significados tan concretos.
Por ejemplo, no sabemos quién era Picio y por qué su nombre se ha convertido en un sinónimo de algo o alguien feo o antiestético. Pero cuando la decimos, todo el mundo sabe que estamos hablando de que algo o alguien ha alcanzado unos niveles de fealdad sobresalientes. Otro buen ejemplo es la locución “por si las moscas”.... ¿por si las moscas qué?. Son muy pocos los que saben que esta expresión surgió -en realidad- de la costumbre de cubrir los alimentos con un paño para impedir que las moscas se posaran sobre ellos.
Pocas veces nos paramos a pensar en estas cosa. Seguimos utilizando estas frases hechas sin que eso nos suponga mayor problema. Ahora bien, las palabras son una de las herramientas más poderosas que tenemos los seres humanos para interactuar con el mundo que nos rodea. Por eso, convendría que -de vez en cuando- nos parasemos a pensar detenidamente en las palabras que salen de nuestra boca. Hoy nos vamos a referir a la expresión “a tocateja”:
¿De dónde viene la expresión?
Es una frase hecha que la Real Academia Española define como “En dinero contante, sin dilación en el pago, con dinero en mano, en efectivo”. Y de acuerdo a las explicaciones del diario “20 minutos”, es una expresión que se deriva del uso del centén, que es una moneda de oro de unos 7,15 centímetros de diámetro y 339,35 gramos de peso, que fue acuñada en el siglo XVII, durante el reinado de Felipe III.
Tanto su tamaño como su valor relativo eran realmente grandes. Estamos hablando de que, cada una de ellas, ocupaba la palma de la mano de un varón adulto y de que equivaldría a 100 escudos. Las grandes dimensiones de la moneda dieron lugar a que el populacho empezase a referirse a ella con el nombre de “tejo”, en referencia al pequeño pedazo de teja que solían utilizar en los diversos juegos infantiles de la época. Con el tiempo, la gente dejó de usar la palabra “tejo” para empezar a usar la palabra “teja”. Por lo tanto, pagar “a tocateja” deriva de “tocando la teja”.