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Cómo repensar el paisaje a través del arte

La exposición «Horizonte y límite. Visiones del paisaje» reflexiona sobre la evolución del género y sus posibilidades como transformador de la sociedad
Exposición “Horizonte y límite. Visiones del paisaje”
Exposición “Horizonte y límite. Visiones del paisaje”FERNANDO ALVARADOEFE
La Razón
  • Pedro Aberto Cruz Sánchez

    Pedro Aberto Cruz Sánchez

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Bajo el título de «Horizonte y límite. Visiones del paisaje», CaixaForum Madrid ha inaugurado una interesante muestra en la que se revisita uno de los géneros artísticos intrínsecamente ligados a la cultura occidental posterior al Renacimiento: el paisaje. Conformada por 43 obras procedentes de los propios fondos de La Caixa más aportaciones de diversos artistas y otras colecciones, esta muestra reúne piezas de 28 creadores, entre los cuales destacan figuras como Anne Imhof, Tacita Dean, Patricia Dauder, Hamish Fulton, Joan Fontcuberta, Dionís Escorsa, Andreas Gursky, Bleda & Rosa, Andrea Galvani, Oriol Vilanova, Daniel Steegmann Mangrané, Perejaume, Victoria Civera, Karlos Gil y Marcus Maeder, entre otros. La nómina ya delata el espíritu proteico de una muestra que realiza una reflexión del paisaje desde soportes y lenguajes diversos: pintura, escultura, fotografía, performance, instalación, land art, arte conceptual, música…
Como el propio discurso sobre el que se erige la exposición trata de explicar, el paisaje surge como consecuencia de enmarcar la naturaleza. Quiere esto decir que ningún paisaje es ingenuo y que, por lo tanto, cada encuadre activa una subjetividad, una mediación, una ficción. El paisaje es –por así decirlo– la realidad ficcionada. De ahí que una muestra como «Horizonte y límite» proponga diferentes estrategias de mediación de la naturaleza. En definitiva, y a lo largo de los últimos siglos, nuestra visión de la naturaleza ha sido fagocitada por el paisaje. Nuestra forma de relacionarnos con el entorno natural se encuentra filtrada por la densidad cultural del paisaje: no hay confrontación del sujeto con la naturaleza que no se halle vehiculada por el encuadre del paisaje, y artistas como Fabián Marcaccio o Irene Grau lo han explicitado en algunas de sus obras.
La naturaleza reelaborada como paisaje conlleva la aplicación de una serie de códigos culturales que, en el actual contexto de crisis climática global, convienen ser repensados. De hecho, la gran pertinencia de esta muestra organizada por CaixaForum Madrid es poner de manifiesto cómo una de las grandes cuestiones éticas –elevada al rango de gran reto epocal– es la redefinición de la relación que el individuo contemporáneo establece con la naturaleza a través del paisaje. De hecho, esta relación ya no puede ser estética –como en el Barroco– ni espiritual –como en el Romanticismo–, sino fundamentalmente de cuidado. En plena devastación del planeta, la relación que el artista debe plantear con el paisaje es de curación. Los encuadres propuestos por los creadores contemporáneos ya no persiguen la contemplación, sino un posicionamiento político. ¿Puede esta mediación cultural generar una nueva ética hacia la naturaleza? La interrogante no es pequeña y, de hecho, no posee una respuesta sencilla. Porque la pregunta es de la misma estirpe de aquella que plantea la posibilidad de que el arte detenga y evite las guerras. Si nos atenemos a la efectividad social del arte en estos términos, la respuesta es claramente que no. Pero, en definitiva, si la tradición paisajística ha interiorizado en la mirada occidental una forma de observar la naturaleza, ¿por qué no pensar –aunque sea en un arranque utópico– que la proliferación de nuevos paisajismos puede influir en nuestra relación con el entorno natural?