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Cultura
Nápoles revela su barroco femenino
La exposición “Mujeres en la Nápoles española: Otro Seicento” descubre el legado de las mujeres que fue tan esencial como invisible.

El mundo artístico napolitano estuvo en manos de hombres y por lo general la aportación femenina ha pasado desapercibida, siendo que esa época fue muy fértil para las mujeres que se dedicaron al arte como a la vida intelectual y religiosa. Sesenta y nueve obras de museos italianos e internacionales, incluyendo el Museo del Prado, las Colecciones Reales Españolas y la Galería Nacional de Washington, cuentan una nueva historia, desde el paso de Artemisia Gentileschi y Giovanna Garzoni hasta las figuras de Annella di Massimo, Teresa Del Po y Caterina De Julianis. Entre las obras maestras expuestas se encuentra la famosa "Mujer Barbuda", obra de José de Ribera, excepcionalmente de vuelta en Nápoles.
Durante el Virreinato la presencia de las mujeres en el ámbito de las artes y de la cultura estaba “oculta”. En el siglo XVII, Nápoles fue una de las ciudades más grandes, ricas y culturalmente activas de Europa. En ese momento formaba parte de la Monarquía Hispánica (desde 1504 hasta 1707) lo que le daba un marco político estable y una intensa relación cultural con España y con el resto del Mediterráneo.
La ciudad era la segunda metrópoli europea después de París. Su población oscilaba entre los 300.000 y 400.000 habitantes. Fue un centro artístico de primer orden en donde trabajaron maestros como Caravaggio, José de Ribera (El Españoleto), Luca Giordano (el “Guido Reni napolitano”), Massimo Stanzione…
La exposición que se acaba de inaugurar en la Gallerie d’Italia en Nápoles, destaca que la huella femenina fue mucho más importante de lo que suele contarse y que las mujeres de le época actuaban en varios frentes puesto que eran pintoras y artistas como Artemisia Gentileschi considerada una de las figuras más influyentes del barroco. Gentileschi pasó años clave en Nápoles y dirigió un taller propio, algo muy inusual para una mujer. Cabe mencionar que la aristocracia femenina tuvo un papel esencial en la circulación del arte, sus actividades eran diversas porque entre otras promovían encargos en iglesias y conventos, crearon redes culturales y artísticas, e impulsaron academias literarias y espacios de formación. En Nápoles, los conventos del siglo XVII no eran solo instituciones religiosas, también funcionaban como centros de arte, música y educación para mujeres de alto nivel social. Ellas actuaban como retratistas y decoradoras de sus propios espacios.
El objetivo de esta exposición (Del 20 de Noviembre al 22 de Marzo de 2026) es revisar la historia del arte napolitano, desplazando el foco más allá de los grandes maestros masculinos. Es la presentación de una Nápoles vibrante y diversa, con un protagonismo femenino que hasta ahora había quedado en segundo plano.

La exposición cuenta con el patrocinio institucional de la Embajada de España en Italia, del Ayuntamiento de Nápoles y la participación de la Universidad de Nápoles L'Orientale con obras provenientes del Museo del Prado en Madrid, las Colecciones Reales Españolas, la Galería Nacional de Washington y la Fundación Casa Ducal de Medinaceli de Sevilla con la gran obra maestra José de Ribera, que regresa excepcionalmente a Nápoles.
En esta época se vivió un momento crucial en la historia artística del siglo XVII napolitano. En la exposición está representada la estancia de la infanta María de Austria, hermana de Felipe IV y reina de Hungría. Hay que admirar el retrato de la Infanta de Diego Velázquez (Museo del Prado) y el impactante retrato de Maddalena Ventura, la famosa "Mujer Barbuda" realizado por José de Ribera "El Españoleto", que desarrolló casi toda su carrera en Italia, principalmente en Nápoles.
Sobre la Mujer Barbuda
El mecenas de José de Ribera, el Virrey de Nápoles, se enteró de la existencia de esta mujer barbuda, Magdalena Ventura, a la que invitó a su palacio para ser retratada. Era la moda de la época el retratar enanos y personajes con taras (caso de los bufones de Velázquez) y el Virrey quiso inmortalizar a este fenómeno de la naturaleza por medio del mejor artista que conocía. Ribera retrató a Magdalena, de 52 años, junto a su marido Felici di Amici y uno de sus hijos al que le da el pecho confirmando que efectivamente ese ser barbudo se trata de una mujer. A la derecha de la obra aparece un escrito en las lápidas en latín que dice entre otras cosas: “El gran milagro de la naturaleza”. La pieza es un préstamo excepcional de la Fundación Casa Ducal de Medinacelli.
Una sección especial de la muestra está reservada a dos famosas divas napolitanas del siglo XVII: Andreana Basile, la mayor cantante de su tiempo, disputada por las cortes italianas y Giulia Di Caro que de prostituta se convirtió en empresaria teatral un ejemplo de la emancipación femenina y la redención social.
La exposición también destaca personalidades menos conocidas como Teresa Del Po que actuaba entre Roma y Nápoles que la definen como: "pintora, diligente iluminadora y de grabado muy preciso" según Leone Pascoli y la escultora de cera Caterina De Julianis. Estas dos últimas artistas ilustran la contribución de las mujeres en el campo de las artes aplicadas. En el caso de De Julianis por un ambicioso diálogo con la escultora barroca andaluza Luisa Roldán, exponente de esa cultura mediterránea común de la que Nápoles, un centro de primera en el sistema imperial español, era una parte integrante.
El Director de Arte, Cultura y Bienes Históricos de Intesa San Paolo y Director General de las Gallerie d’Italia Michele Coppola comenta: “Creo que es una cita imprescindible para los que visiten Nápoles en estas Navidades”.
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