La Casa Encendida

Qué extraño es ser un alien

La nueva exposición de La Casa Encendida explora los límites del "yo" y "los otros"; la hibridación y las metamorfosis

Autorretrato de la artista y modelo nipona Mari Katayama
Autorretrato de la artista y modelo nipona Mari KatayamaLa Casa Encendida

 La ambigüedad y David Bowie siempre se dieron la mano. En 1984, el cantante publicó Loving de Alien, donde coqueteaba una vez más con la polisemia de la palabra "alien", de fronteras mucho más amplias que en nuestro idioma. Si la RAE apenas recoge el término como apócope de "alienígena", en inglés los significados se multiplican, como por cierto, ya ocurría en latín: "Ajeno", "extraño", "foráneo", "extranjero"... Y es este amplio abanico del que se sirve ahora Laura López Paniagua para significarse en una exposición que toma prestado el título de la canción. Pero advierte la comisaria: "Esto no es una exposición de Bowie". Sí es una exposición de las artistas Sandra Mujinga, Anne Duk Hee Jordan, Mari Katayama y Ovartaci sobre la idea del "alien anglosajón", donde lo desconocido y lo ajeno ganan terreno.

El concepto de otredad se pone en el centro; "esa construcción del 'nosotros' en oposición a los 'otros' en la que la percepción de éstos últimos como algo ajeno, incluso peligroso, termina por establecer una distancia hostil con lo diferente", presentan. En Loving the Alien sus creadoras se pregunta qué es la identidad, quién hay dentro de nosotros o si somos la suma y simbiosis de múltiples organismos, como dice la ciencia.

La muestra se plantea también como un intento "por explorar ficciones especulativas que nos permitan, quizá, un cambio de paradigma en un mundo marcado por las incertidumbres de las guerras, la crisis ecológica y la inteligencia artificial". Las artistas parten de relatos de ciencia ficción y temas como la amnesia colonial, la relación entre el ser humano y la naturaleza o la mirada del otro a través de diferentes discursos que terminan dándose la mano en la idea del "alien". Del mismo modo que los autores de ciencia ficción han enfrentado al espectador a un monstruo que no es otro que el de nuestros propios miedos y conflictos. El visitante frente del "extranjero" como si estuviera "ante un otro propio con el que convivimos".

Gigantes de tela de Sandra Mujinga
Gigantes de tela de Sandra MujingaLa Casa Encendida

Es por ello que López Paniagua dirige su mirada a Carl Jung, hacia quien afirmó que los aspectos mitológicos de los ovnis eran tan interesantes que resultaba casi decepcionante que pudiesen estar sustentados sobre una base material. "Consideraba que la popularidad que alcanzó el fenómeno tras la Segunda Guerra Mundial no era casual y que en la forma redondeada de los objetos avistados se reconocían arquetipos antiguos asociados con la unidad, como el mandala, reflejando una necesidad social de reparar las rupturas psíquicas causadas por los horrores del siglo XX". Referencia a la que la comisaria recurre al observar "el resurgimiento del interés por los rebautizados FANIs en esta época de incertidumbres causada por las guerras, la crisis ecológica y la inteligencia artificial", afirma.

Con ello, se recoge el trabajo de Anne Duk Hee Jordan (Korea, 1978), Unruhig bleiben / Staying with the Trouble (2019) y Brakfesten - La Grande Bouffe (2022), donde la transitoriedad y la transformación son los temas centrales. Incita a cambiar de perspectiva, desplazando el centro de atención de los seres humanos a la ecología en su conjunto. Si en la obra de Mujinga el "alien" son los fantasmas del pasado borrados por el colonialismo y representan también las historias que no pudieron o no permitimos ser, en la obra de Anne Duk Hee Jordan el "otro" está en las transformaciones que debemos acometer, o aquello que debemos llegar a ser en un planeta en vías de destrucción. Es, también, el "otro por conocer", todos aquellos seres no humanos con los que tenemos que establecer una simbiosis para restituir nuestra relación con la naturaleza.

Mujinga (1989, Goma, República Democrática del Congo) se expone en la Sala C con Reworlding Remains (2021) y Sentinels of Change (2021). La luz verde extraterrestre, o verde de cámaras de visión nocturna se filtra desde dentro en busca de la atracción de quienes visitan "Loving the Alien", invitándoles a acceder y descubrir las obras de la noruega de origen congoleño Sandra Mujinga. Allí, se insinúan tres gigantes hechos de tela descabezados. Un arte que la artista con pasaporte noruego aprendió de su madre. Su obra se centra en un profundo interés por el cuerpo y también por su ausencia, por la visibilidad y la invisibilidad. En sus instalaciones, "con elementos nocturnos, de camuflaje y reminiscencias ciborg, crea espacios fronterizos donde se aparecen habitualmente figuras humanoides fantasmales que nos interrogan".

"Soy yo la que hace mis autorretratos porque hay una leyenda que dice que el que dispara se lleva parte del alma del otro"

Mari Katayama

"Inclasificable", como lo presenta La Casa Encendida, es el arte de Mari Katayama (Saitama, Japón, 1987), "cuya obra rechaza cualquier lectura simplificada". La artista despliega en sus autorretratos fotográficos una profunda exploración de su propia identidad, donde muestra una extraña vulnerabilidad, fuerza y dignidad con tintes surrealistas. En las imágenes de su cuerpo, sus piernas prostéticas, sus alter egos maniquíes y sus efectos personales, Katayama se adentra en qué es lo femenino, en la sexualidad y en los rincones psicológicos; y nos invita a preguntarnos hasta qué punto somos nuestro cuerpo, cuánto de nuestro cuerpo o nuestros objetos conforma nuestra identidad, hasta qué punto cuando el "otro" te mira, te define y te posee. "Soy yo la que hace mis autorretratos porque hay una leyenda que dice que el que dispara se lleva parte del alma del otro", asegura la artista nipona,

Y por último, Ovartaci toma el edificio de ronda de Valencia. Nacida Louis Marcussen en 1894, se identifica muy pronto como mujer. "Tras un viaje iniciático con psicotrópicos en Argentina, y después de un brote psicótico, es ingresado en el área psiquiátrica del hospital Risskov en Aarhus (Dinamarca), donde pasaría la mayor parte de su vida. Tras ver denegada su solicitud de cambio de sexo, se automutiló. No deseaba ni su pene ni las pulsiones a él asociadas y por ello se presentó como una mujer hasta prácticamente el final de su vida en 1985, creando, a su vez, un mundo habitado por ellas: por muñecas, marionetas, figurillas y femeninos Fantasmas de Humo", explica La Casa.

A lo largo de las cuatro décadas que pasó allí, Ovartaci convirtió su habitación de Risskov en una cámara mágica que le permitía viajar a un Antiguo Egipto dislocado, al Reino de los Muertos, a una América precolombina paralela y pseudoanimal y a otros fantásticos mundos aún sin identificar que plasmó en dibujos y cuadros y que nos lleva a preguntarnos por la percepción de la realidad, de los otros o de nosotros mismos.

  • Dónde: La Casa Encendida (Salas B y C), Madrid. Cuándo: hasta el 28 de abril. Cuánto: entrada libre.