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Exposición PhotoEspaña
La pasión desconocida y fragmentada de Isabel Coixet
Tras quince años de trabajo acumulado, la cineasta muestra públicamente una vertiente creativa hasta el momento oculta y expone en el Thyssen la muestra de collages "Aprendizaje en la desobediencia"

Resignificando lo cotidiano, propiciando el desplazamiento fortuito e inesperado de las cosas, convirtiendo la aparente sencillez de cualquier vida en un detonador narrativo digno de ser capturado para siempre. Tienen las películas de Isabel Coixet una forma particularmente íntima de acoplarse a sus propios títulos, los cuales nunca son explícitos, evidentes, están innecesariamente subrayados o resultan excesivamente manifiestos. Sin embargo, siempre dicen lo que la historia a la que nombran necesita. "Mi vida sin mí" porque conmigo ya no existirá, "La vida secreta de las palabras" porque desaparecieron los ojos de Tim Robbins que podían sustituirlas por imágenes, "Ayer no termina nunca" porque intentar cercenar la memoria de lo vivido o intentar reiteradamente que se extinga el recuerdo de una memoria compartida a veces parece imposible o "Nadie quiere la noche", porque es en el centro de su desarrollo donde anida ese silencio helador que nos recuerda que ya no está, que no vuelve.
"Habrá quien diga que tengo Diógenes pero yo prefiero decir que mi animal espiritual es la urraca"
Algo parecido le sucede a la cineasta catalana con el desarrollo de una disciplina artística que había mantenido silenciada –o mejor dicho, alejada de forma voluntaria del aterrador escaparate público– durante bastante tiempo y que ahora materializa su vertiente expositiva nada menos que de la mano del Museo Thyssen y PhotoEspaña: aquí los collages que conforman la muestra "Aprendizaje en la desobediencia" dicen lo que su naturaleza indisciplinada pero intervenida por el criterio y la mirada de Coixet, necesitan. "Siento que soy una absoluta impostora, pero me siento cómoda en ese papel. Yo era la típica niña que odiaba los trabajos manuales, tener que hacer las típicas casas con algodón y palillos era algo parecido al infierno. Me parecía que trabajar con las manos era algo que no estaba bien, a mí me gustaba escribir y pensar en películas", reconocía ayer durante el encuentro con la Prensa mantenido durante la presentación de esta conjura inventada de collages comisariada por Estrella de Diego.
"El collage te permite cometer errores y eso es algo que me encanta porque me he pasado la vida trabajando en una profesión donde los errores se pagan caro"
"Cuando tú me propusiste el título de ‘‘Aprendizaje en la desobediencia’’ enseguida me pareció perfecto porque describía exactamente lo que yo había acumulado durante el proceso de hacer los collages estos años. cuando hago estas cosas. Teniendo en cuenta que la columna de mi vida ha sido y es contar historias a través del cine, lo que hago aquí es una transmisión de emociones desde otro lugar, utilizando la convivencia libre de distintos materiales y recuerdos. Una de las cosas que más me gusta del collage es ver en un mismo plano los recortables de cuando era pequeña, la bolsa de fotos de un fotomatón comprada en el mercado de Porta Portese, el fascículo de ‘‘Hogar y Moda’’ o las figuras de las novelas semieróticas de los 70, donde puedes ver incluso a las estrellas de cine de la época haciendo unas cosas inauditas. Empecé todo esto sin pensar en absolutamente nada. Habrá quien diga que tengo Diógenes pero yo prefiero decir que mi animal espiritual es la urraca. Me gusta acumular papeles, fotos, revistas, el título de propiedad de una casa en Catania de los años veinte, cosas absolutamente absurdas", señalaba la también Premio Nacional de Cinematografía en alusión inicial a la propuesta de la comisaria y en referencia a los orígenes de su lanzamiento a la experimentación artística con una ramificación tan agradecida, anárquica y libérrima como el collage, el cual te permite, según sus propias palabras, "cometer errores y eso es algo que me encanta porque me he pasado la vida trabajando en una profesión donde los errores se pagan caro, a veces demasiado".
Variedad de soportes
A diferencia de esa suerte de estampación identitaria que los títulos de sus películas constituyen en relación a las historias que cuentan que mencionábamos al principio, no hay en ninguno de los cincuenta collages que integran la muestra –huérfanos de una línea temática concreta y presentados en una variedad de soportes y técnicas que van desde lo digital al lienzo, pasando por el cartón pluma, el papel y el táblex– ni en la disposición expositiva escogida para que la sala 30 de la primera planta de la institución dirigida por Guillermo Solana sea desobediente hasta el próximo 14 de septiembre, manera alguna de saber que son de la directora si no fuera por la irremediable evidencia con la que su nombre encabeza el título de la muestra. La Coixet artista se erige sobre la arquitectura de una voz autoral completamente distinta a la Coixet cineasta y aunque se vuelve manifiesta la ausencia de paralelismos entre sus películas y sus collages, sigue despuntando una mirada curiosa y fresquísima con la que observar la realidad fragmentada del mundo.
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