Teatro Real
'Attila': El Verdi más político y patriótico
El Teatro Real presenta dos únicas funciones en versión de concierto de la ópera de Verdi, de la mano del director musical Nicola Luisotti
Giuseppe Verdi (1813-1901) no dedicó su vida a la revolución, pero fue una figura central en el nacionalismo italiano del Risorgimento, que defendía la independencia y unidad de los estados italianos, entonces bajo la tutela del imperio austrohúngaro. A través de su música logró conectar con los anhelos de libertad e identidad nacional del pueblo y enardecer su patriotismo con la fuerza y emoción de composiciones como “Nabucco”, “I Lombardi” o “Attila”, que llega al Teatro Real con dos únicas funciones en versión concierto, 14 y 17 de mayo, de la mano de Nicola Luisotti, principal director invitado del coliseo madrileño. Con libreto de Temistocle Solera, este drama lirico fue estrenado en La Fenice de Venecia en 1846.
Su argumento trata de la invasión de Italia por Atila y su conflicto con el líder romano Ezio. Tras arrasar Aquilea, matan a su señor, pero no a su hija, Odabella, que jura vengar a su padre dando muerte al rey de los hunos. Odabella proclama la fiereza de las mujeres italianas y su valentía para defender a su pueblo, actuó como revulsivo para alentar a sus compatriotas contra la autoridad del imperio. El reparto lo encabezan la soprano Sondra Radvanovsky (Odabella), el bajo-barítono Christian Van Horn (Attila), el tenor Michael Fabiano (Foresto) y el barítono Artur Rucinski (Ezio).
“Según crónicas de la época, 'Attila' provocó un fervor absoluto en el pueblo italiano, Verdi fue acompañado a su domicilio con antorchas por una multitud galvanizada por las palabras de Ezio”, explica Joan Matabosch, director artístico del Real, que destaca que quien estaba realmente detrás de ese fervor patriótico del Risorgimento, tanto o más que el propio Verdi, era su libretista Temistocle Solera, “personaje alucinante de la época que hay que reivindicar, sobre todo en Madrid –explica–, no solo fue muy importante para el compositor de Busseto (autor de cinco libretos de sus óperas), sino que además fue empresario y director del Teatro Real en la temporada 1850-1851, poeta, director de escena y de orquesta, cantante, compositor –de segunda fila, pero que llegó a estrenar en La Scala y el Liceu–. Su presencia en España tuvo que ver con que su esposa, la soprano Teresa Rusmini que triunfaba en Valencia; fue espía, consejero secreto de Isabel II, diplomático, anticuario en París y hasta jefe de la policía de Egipto, además de amante de algunas personalidades máximas de los estados donde residió. Un personaje muy especial, un aventurero con vida de película –asegura Matabosch–, pero también un libretista de grandísimo talento del que Verdi se fiaba muchísimo después de lo bien que le había ido con Nabucco”.
“'Attila' llegó al Teatro Circo de Madrid en 1847 y al Real en 1854, cuatro años después de inaugurarse, con la soprano Maria Spezia en el papel de Odabella. Para el maestro Luisotti, que es “casi un fetichista de su música, Attila no es una ópera menor, es una ópera mayor de Verdi -asegura-, porque tiene mucha energía, más que “Nabucco” o “I Lombardi”, más que “Juana de Arco”, fue la ópera que más éxito tuvo en su tiempo hasta 1860, más que “Il trovatore”, que ha girado por todo el mundo y siempre el público queda entusiasmado”. Y prosigue, “yo la he dirigido en Milán, Nápoles, San Francisco…y recuerdo que en La Scala, al final de la primera 'cabaletta' de Odabella, la gente se puso que parecía que el Real Madrid había marcado un gol al Barça, no se puede imaginar lo que pasó ahí”, comenta divertido Luisotti. “Su música hace tener esta reacción en la gente”. Habla de un tema común, “Attila es un dictador, una persona que dice a los demás se hace así y no hay otra manera, es alguien que destruye todo, sobre todo la cultura ¿A quién me recuerda hoy? Hay gente que intenta destruir el mundo y
cuando lo hace no destruye las cosas malas, sino las buenas. Cuando tienes un Attila, siempre necesitamos a Odabella –sentencia–, por eso es importante hacer hoy esta ópera, porque Attila no ha muerto, siempre renace, con otra piel, con traje y corbata, pero siempre está y debemos luchar. Y la música de este Verdi, extraordinario, nos permite pensar que debemos estar siempre atentos. No es una ópera antigua, es moderna, su música es de 1846, pero lo que nos dice es de hoy”, concluye el director.
El pueblo en la voz del coro
En “Attila”, el coro tiene un papel fundamental. “Verdi le atribuye mucha importancia –explica su director en el Teatro Real, José Luis Basso- porque representan al pueblo y su pasión por liberarse de la tiranía, el sentimiento colectivo, de ahí la simpatía del público que siempre empatiza con él, pero en cuanto al tratamiento coral de las voces, esta es la ópera más salvaje de Verdi –asegura-, su música es la más violenta y ruda de todas, de una gran dificultad y nuestro desafío es hacerla de la forma más elegante”.