La belleza de la imagen fija según Roger Deakins, el director de fotografía de «Blade Runner 2049»
El quince veces nominado a la estatuilla dorada recala por primera vez en España para presentar su libro de fotografías "Byways", un diario visual que reúne una deslumbrante colección de fotografías en blanco y negro tomadas a lo largo de 50 años, desde 1972 hasta el presente, documentando una Gran Bretaña de posguerra que empieza a desaparecer
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Nada tienen que ver los colores cálidos, arenosos, esfumados de una escenografía apabullantemente distópica que nos empuja a pensar que el mundo puede ser todavía peor de lo que nos imaginamos presentes en los magníficos encuadres de «Blade Runner 2049», película de Denis Villeneuve con la que el director de fotografía Roger Deakins obtuvo el primero de los dos Oscar que tiene en su haber (con la bélica «1917» consiguió el segundo), con el realismo en blanco y negro que baña los cuerpos agachados y extenuados de los trabajadores del campo en el norte de Devon (Inglaterra) en la década de los setenta a los que observaba un joven Deakins con el respaldo atrevido de la juventud, tan propicia al nacimiento de la curiosidad, y la ayuda de su cámara y que ahora se han materializado en el libro «Byways» (Damiani).
«Digamos que después de cincuenta años mirando la vida a través de un objetivo, el movimiento tanto de las luces como de las sombras ha sido fluctuante, ha cambiado mucho. Desde que empecé a ver películas con doce años la imagen ha evolucionado, pero lo que no se ha modificado ni un poco es mi amor por ella», reconoce el artista británico en entrevista con LA RAZÓN durante su primera visita a España con motivo de la publicación de este caleidoscopio de la memoria que también incluye fotografías hechas en los descansos de los rodajes, que le ha servido, esencialmente, tal y como él mismo explica, para representarse y recordarse: «Al final, las fotografías de ‘‘Byways’’ hablan de mí, soy yo, es un proyecto en el que me siento completamente representado como individuo, de hecho lo considero un libro de apuntes personales», aduce.
En cambio el ámbito cinematográfico, espacio de creación y liturgia compartida donde Deakins lleva toda su vida desenvolviéndose con extremada belleza, es colaborar, es equipo, es grupo, es trabajo conjunto: «Al publicar este libro hemos estado hablando con muchos fotógrafos y te das cuenta de que muchos de ellos empezaron como tales, pero luego se introdujeron en el mundo del documental o de la ficción y curiosamente nos decían que a ellos ese tránsito no les gustó. Prefieren la soledad de las decisiones propias, ser ellos los que deciden cuándo y cómo tomar una imagen, en cambio nosotros, los directores de fotografía, disfrutamos mucho del ambiente colaborativo, es algo realmente único», cuenta risueño con el movimiento acompasado de un pequeño mechón de pelo completamente blanco deslizándose por su colorada frente.
Piernas de mujeres en estaciones de tren, señoras inglesas protegiéndose del viento en remotas paradas de autobús, trabajadores de la tierra y las raíces, ferias de ganado, niños correteando por el bullicio de las ferias mientras juegan a ser adultos configuran el imaginario sobre el que se sustenta el basamento del diario gráfico de Dearkins. Un hombre que ha estado quince veces nominado a los Oscar pero que lo que más recuerda del momento en el que se lo dieron es «estar muy nervioso, simplemente», porque «realmente lo que me llena es el proceso mismo de formar parte de una película. Ir a la premier, estar con el equipo, ver el entusiasmo del público, si puede transformarles en algo. Tener una estatuilla de oro es algo bonito, pero en ningún caso comparable con la sensación de hacer una película».