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Blanca y Borja llevan su colección privada al Thyssen

Inauguran su primera gran exposición en el museo con un guiño «al espíritu rebelde de mi padre»
El artista alemán André Butzer, junto a Borja Thyssen, Blanca Cuesta y Guillermo Solana, director artístico del museo, observan la obra del alemán inspirada en el cuadro «Fränzi ante una silla tallada» de Ernst Ludwig Kirchner
El artista alemán André Butzer, junto a Borja Thyssen, Blanca Cuesta y Guillermo Solana, director artístico del museo, observan la obra del alemán inspirada en el cuadro «Fränzi ante una silla tallada» de Ernst Ludwig KirchnerAlberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

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Miguel y Roberto terminan de colocar en la pared un gran lienzo amarillo repleto de caras sonrientes, seña de identidad del artista alemán André Butzer, mientras Santiago, otro de los miembros de la brigada de montaje, se sube a una grúa para dirigir los focos y conseguir la iluminación perfecta de cada obra. Por su parte, Alejandra, una de las restauradoras del Museo Thyssen-Bornemisza revisa el estado de los cuadros para garantizar su buen estado, al tiempo que Borja Thyssen, Blanca Cuesta y Guillermo Solana, director del museo, supervisan junto al autor de los cuadros que el relato de esta exposición monográfica cobre sentido una vez que todos los lienzos se ubiquen en la zona y altura adecuada. Para el matrimonio Thyssen es un momento muy especial: ha llegado el día en que su colección privada vea la luz en este templo pictórico.
Después de una pequeña incursión en el museo el pasado otoño a través de ocho pinturas hiperrealistas de su fondo pictórico privado, la cual fue un éxito de visitas absoluto, Blanca y Borja decidieron dar un paso adelante y junto a Solana trazaron las líneas maestras de lo que sería «su puesta de largo» en el Thyssen en la cual, por primera vez, el matrimonio daría a conocer su faceta como coleccionistas y mecenas. Así surgió la que hoy será la primera gran muestra centrada en el expresionista Butzer.
«Todo surgió a raíz de varias conversaciones con Guillermo Solana, director artístico del museo, que siempre nos apoyó para que tomásemos la misma iniciativa que en su día tomó mi padre partiendo, a su vez, del camino que ya comenzó mi abuelo. Sabíamos que teníamos que seguir con un legado familiar. Empezamos con una pequeña muestra en octubre donde se nos ocurrió partir del fotorrealismo americano, uno de los últimos movimientos contemporáneos que investigó el Barón. Era un bonito homenaje a su trabajo como coleccionista y el punto perfecto del que partir nuestro proyecto», explica Borja Thyssen a LA RAZÓN.
Solana, que desde el primer momento confió en la idea de los jóvenes coleccionistas, apunta que, además, «el hecho de que un museo tenga la oportunidad de ver una colección ‘‘in progress’’, es decir, mientras se está conformando» resulta emocionante, «ya que normalmente, las colecciones privadas se exhiben cuando los coleccionistas son muy mayores o han muerto y depositan su legado en un museo o lo donan». Así, el director artístico del Thyssen constató «la coherencia» en las compras que iba haciendo el matrimonio y apostó fuerte por ellos. «Su línea de gusto es joven, por edad y por estilo, fresca, colorista e inspirada en la cultura popular, que va desde el comic al grafiti, algo que encaja muy bien con el museo, aunque a priori pueda parecer lo contrario», apunta Solana a este diario.
Exposición Andre Butzer Museo Thyssen © Alberto R. Roldán / Diario La Razón
Exposición Andre Butzer Museo Thyssen © Alberto R. Roldán / Diario La RazónAlberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS
Con esta apuesta, la pinacoteca quiere conectar también con un público más joven «puesto que los museos están necesitados de la renovación de su público, es necesario renovar la imagen», añade Solana, a quien siempre consultan los Thyssen antes de adquirir una nueva obra.
Desde punto el de vista del Patronato, dice el director, «el hecho de que una nueva generación de la familia Thyssen tome el relevo es fantástico. Supone seguir esa con esa huella que ya han dejado también otros miembros como Tita Cervera o Francesca. Por qué no hacerlo con la última generación».
Además, en esta primera muestra capitaneada por las obras de Borja y Blanca (dos de ellas son del matrimonio y las restantes, hasta un total de 20, de otros coleccionistas privados), ningún detalle ha sido abandonado azar. Según explica el hijo del barón Thyssen, «hace 60 años, mi padre, Heini , empezó comprar arte moderno, expresionistas alemanes como Kirchner, Pechstein, Heckel y Nolde. Supuso un acto de rebeldía por su parte ya que hasta ese momento solo compraba obras de maestros antiguos siguiendo con la tradición de su padre. Heini rompió el molde». Ahora es él quien retoma ese espíritu insumiso y lo hace también con un artista expresionista como André Butzer. «Se repite la historia como en otro nivel de la espiral», puntualiza Solana.
Casualmente, Butzer también «está loco» por Kirchner y ha pintado para la muestra un cuadro en homenaje a una de las obras míticas del vanguardista alemán, Fränzi ante una silla tallad, que se encuentra en la colección permanente del Thyssen». «La joya de la corona de arte expresionista del barón. Todas las piezas encajan», asevera Borja.
Tras supervisar la ubicación de una de sus obras, Butzer se suma a la conversación y subraya «el entusiasmo y energía», de la nueva generación Thyssen. «Al principio pensé en pintar el jardinero de Cezanne que está en la colección permanente del museo, pero me daba demasiada vergüenza, no estaba preparado. Además, yo siempre me he sentido muy cercano a Fränzi, me identifico totalmente con ella así que me lancé a hacer mi propia interpretación de la obra. Ella era una de las modelos que utilizaban grupo alemán Die Brücke para inspirar sus obras, una joven del barrio obrero de Friedrichstadt Dresde que tengo una conexión», explica el artista.
Exposición Andre Butzer Museo Thyssen © Alberto R. Roldán / Diario La Razón
Exposición Andre Butzer Museo Thyssen © Alberto R. Roldán / Diario La RazónAlberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS
El estilo de Butzer encaja a al milímetro con las preferencias pictóricas de los Thyssen, de ahí que también haya sido el elegido para protagonizar esta primera exposición con algunas de sus obras que conforman su colección privada. «Es uno de los grandes referentes de la pintura contemporánea, capaz de mezclar con semejante armonía y sentido tres movimientos en principio tan antagónicos, como el renacimiento italiano, el expresionismo alemán y el pop americano, con los que llega a un peculiar estilo Neo Sci-Fi. En ella imagen y el icono siguen siendo centrales, como lo llevan siendo desde hace siglos, pero en el caso de Butzer nos hablan del futuro. Y ese eje entre el pasado, presente y futuro, nos fascina porque de alguna manera representa el eje central de la colección permanente», revela Blanca.
La primera obra de Butzer que adquirieron fue la de «Aladino y la lámpara maravillosa». «La verdad es que no lo elegimos, nos lo encontramos. Pero parece que fue algo predestinado. A Blanca y a mí siempre nos había gustado la obra de André, pero no era algo que buscásemos activamente. Hasta que un día, por casualidad, nos encontramos con la oportunidad de adquirir ‘‘Aladdin and the Magic Oil Lamp’’ (2010) y fue tal el impacto al verla que sentimos de inmediato que teníamos que comprarla. De hecho, creo que jamás habíamos tardado tan poco en decidirnos comprar una obra», relata Borja.
Más tarde quisieron ampliar su colección con otra obra del artista alemán y optaron por una más figurativa, la de una joven sobre un fondo rojo cargada de fuerza y emoción. Y es a través de estas dos obras (quizá sumen una más, ya que están valorando el comprar una tercera) como se articula esta «opera prima» de los jóvenes Thyssen. Para ellos, el camino recorrido hasta levantar el telón de esta primera gran exposición con su firma «ha sido algo muy personal de los dos, partiendo de nuestra vivencias y experiencias, que han sido extremadamente ricas, con el ánimo de plasmarlas de alguna manera y devolverle a la sociedad lo que sentimos que nos ha dado. El personal del museo nacional y la colección son nuestros mejores referentes, pero al final queremos dejar una huella muy personal con estas exposiciones», dice el matrimonio.
Exposición Andre Butzer Museo Thyssen © Alberto R. Roldán / Diario La Razón
Exposición Andre Butzer Museo Thyssen © Alberto R. Roldán / Diario La RazónAlberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS
Pero su llegada al museo no se ceñirá a la exposición que hoy se abre al público, sino que, según apostilla Guillermo Solana es tan solo el principio de un proyecto de largo recorrido: «Cada año, en otoño, realizaremos una pequeña muestra en la sala del balcón, donde ya fue exhibida la primera pequeña muestra hiperrealista de Blanca y Borja, con obras de su colección privada y, en primavera, en las salas que hemos denominado postpop, se llevará a cabo una más extensa dedicada a un autor que esté vinculado a obras de la colección de esta nueva generación de los Thyssen. En esta última, como ocurre en la actual, no serán todos los cuadros de ellos, sino que se sumarán obras de otros coleccionistas».
«Nuestra visión consiste en proseguir el camino de la colección Thyssen donde conviven más de 1.000 obras que van desde el siglo XIII hasta el XXI con el mismo denominador: la pintura. Y nuestro objetivo es mirar hacia el futuro apostando por los mejores talentos contemporáneos del momento con el ánimo de descubrir los límites de la investigación artística. Nos mueve descubrir artistas y obras que creemos pueden ser una importante contribución a la historia del arte», coincide el matrimonio Thyssen, al mismo tiempo que insisten que en esta labor, Guillermo Solana ha jugado un papel fundamental para hacer de su proyecto una realidad.
En definitiva, lo que proponen es una iniciativa 100% integradora con la mirada puesta siempre en el más allá. «Si hay algo que ha quedado demostrado a través de la historia es que los apocalípticos se equivocan más de lo que parece. Lo que viene no se parecerá nada a lo anterior, pero por ello no está carente de excelencia. Eso no quita que no haya que tener un ojo crítico para encontrarla», concluyen mientras dan los últimos retoques de su cuidad exposición.