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Cailee Spaeny: "Para ser Priscilla, he tenido que dejar de ser la niña que creció escuchando a Elvis"

Cailee Spaeny se pone en la piel de Priscilla Presley en la nueva película de Sofia Coppola, basada en las memorias de la que fuera esposa de Elvis Presley, el rey del rock
Cailee Spaeny: "Para ser Priscilla, he tenido que dejar de ser la niña que creció escuchando a Elvis"
Cailee Spaeny: "Para ser Priscilla, he tenido que dejar de ser la niña que creció escuchando a Elvis"ELASTICA FILMS
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

Última actualización:

Los cadillacs y la brillantina nos dicen que estamos en septiembre de 1959 y, entre el olor a laca y glicerol, Elvis Presley se acaba de bajar de los escenarios -obligado, con 24 años- para desempeñarse como militar en una base americana en Alemania. En una fiesta y de permiso, el rey del rock conocerá al amor de su vida: la hija de un general de alto rango que, además, no llega siquiera a ser quinceañera. La anécdota de lo imposible, a medio camino entre el comportamiento propio de un depredador sexual y una historia de amor de otra era y en otro contexto, es la gasolina con la que arde la imponente «Priscilla», nueva película de Sofia Coppola basada en las memorias de la que fuera esposa del mítico cantante.
Y es que la historia de Priscilla Presley, primero plasmada en el libro «Elvis y yo» (1985) y ahora gracias al rostro marmóreo de Cailee Spaeny («Mare of Easttown»), que se mete en la piel de la protagonista, bien puede entenderse como el anverso de un cuento de hadas, materialización misma de la pesadilla americana. «Priscilla», de hecho, nos empieza a contar todo desde aquel primer encuentro y hasta la separación del matrimonio, ya con una hija en su haber, y como respondiendo de algún modo a la totémica y desatada «Elvis» (2022) de Baz Luhrman.
«No sabía prácticamente nada de ella, lo cual es ciertamente irónico porque fui fan de Elvis desde muy pequeña. Asocio a Elvis a los viajes en familia y a las vacaciones. Soy del medio oeste sureño, y allí se le considera realeza», explica sincera Spaeny, ganadora del premio a Mejor Actriz en el último Festival de Venecia, a LA RAZÓN. Y sigue: «A Priscilla la conocí luego, pero solo como su esposa, nada más. Conocerla en persona fue muy especial, y lo llevaré siempre conmigo, pero complicó la película, por la presión, por hacer un papel que ella considerara digno y a la altura, que se sintiera dignificada con cómo contábamos su historia. Es una persona extraordinaria, todavía se le iluminan los ojos hablando de aquellos años», añade.
Jacob Elordi (izda.) como Elvis Presley en "Priscilla", de Sofia Coppola
Jacob Elordi (izda.) como Elvis Presley en "Priscilla", de Sofia CoppolaELASTICA FILMS
Dura y cruda por momentos, pero siempre amable con el retrato de un sueño adolescente que se fue de madre, Coppola construye en «Priscilla» un relato nada victimista para con la protagonista, como reivindicándola desde una extraña posición de opresión elegida: «Para interpretar el papel de Priscilla he tenido que dejar de ser la niña que creció escuchando a Elvis por toda la casa. Dejar de ser la fan, aunque siga amando su música. Tenía que dejarlo de lado para abrazar el drama de la película y desmitificar lo icónico de la pareja, ver quiénes eran a puerta cerrada. Cuando llegas a un lugar emocional así, todas tus opiniones sobre quiénes eran se van al garete. Ha sido duro bajarles del pedestal, pero por supuesto, eran humanos y tenían sus problemas. Esta película es también un cuento de precaución sobre la fama y sus efectos secundarios», completa elocuente Spaeny, que también confiesa que habría actuado de manera muy diferente ante las infidelidades y la más bruta violencia que aquí desata Presley, encarnado por el icono adolescente Jacob Elordi («Euphoria»).
Casi episódica en su estructura, y más allá de las mitomanías, «Priscilla» parece un reencuentro de Coppola con su cine más aplaudido, ese que entiende mejor que nadie los últimos años de desarrollo de la niña y los primeros de la mujer en sociedad: «Sofia nunca ha subestimado a las mujeres jóvenes y lo que sienten en diferentes momentos de su vida, no ha mirado en menos esos sentimientos. Dicen que es mejor no conocer a tus ídolos, pero yo la adoro más todavía después de trabajar con ella», añade Spaeny sobre la directora de «Las vírgenes suicidas» o «María Antonieta». Pero, ¿hay algún paralelismo entre ella, la actriz, y el icono, el personaje al que da vida con tocados imposibles la raya del ojo hasta el infinito? «El único paralelo que podría establecer con Priscilla es que las dos, a los 14 años, vimos qué queríamos en la vida y lo buscamos a toda costa. Incluso si podía implicar un lado oscuro o demasiado sacrificado. Tomamos una decisión muy jóvenes respecto a nuestra vida. Es lo que ella hizo con Elvis y yo con la interpretación. Ella estaba lista para dejarla todo por él, y yo igual. Es algo con lo que empatizo. Siempre le decían que era un alma vieja, y eso es algo que me han dicho mucho. ¿Por qué? ¿Qué nos ha pasado para que la gente nos diga eso? No es algo necesariamente bueno», se despide.