«Cambalache» de despedida
En el año académico 1984-1985 tuve la fortuna de ser alumno de don Vicente Palacio, lo que me proporcionó ocasión de ser testigo de un espectáculo muy poco frecuente: la última clase de un gran maestro. Don Vicente no optó entonces por pronunciar una gran conferencia, sino por hablarnos de la vida. Y lo hizo de forma muy singular, entonando para nosotros, debidamente acompañado a la guitarra, uno de los tangos más conocidos del siglo XX: «Cambalache». Sin duda era una forma de anticiparnos una realidad amarga que había podido experimentar durante su larga y brillante carrera académica: «¡Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que traidor!.../ ¡Ignorante, sabio o chorro,/ generoso o estafador!/ ¡Todo es igual!/ ¡Nada es mejor!/ ¡Lo mismo un burro/ que un gran profesor!». Don Vicente era, sin duda, un gran profesor. Podríamos recordarle por sus magníficos trabajos sobre Historia Moderna, por la ingente labor plasmada en los «Cuadernos bibliográficos de la Guerra Civil», por su sensibilidad hacia temas hasta entonces desatendidos como la Comisión de Reformas Sociales, por su excelente manual sobre el siglo XIX español, o por su brillantísimo y sugerente discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia sobre Juan Carlos I y el advenimiento de la democracia, en el que puso de manifiesto su maestría en el análisis de nuestra historia más contemporánea. Pero a la hora de evocar su figura preferimos recordar al maestro con cuya conversación podíamos aprender sobre los temas más diversos, con cuyas sugerencias podíamos escribir innumerables páginas, y cuyo excelente sentido del humor no dejaba de sorprendernos. Muchos de los mejores historiadores de la España contemporánea se formaron bajo su magisterio, siendo uno de los catedráticos que ha dirigido más tesis doctorales de la universidad española. Don Vicente era además un perfecto caballero, una virtud poco frecuente en nuestros días. Y era un hombre preocupado por el futuro de España, país al que, como buen bilbaíno, amaba intensamente, y por el que rezó hasta la última noche de su vida. Con él desaparece uno de los grandes maestros de la historiografía española.
*Director del Instituto CEU de Estudios Históricos