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Crítica de “Fuego”: cuerpos en guerra ★★★★☆

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección y guion: Claire Denis, según Christine Angot. Intérpretes: Juliette Binoche, Vincent Lindon, Grégoire Colin, Bulle Ogier. Francia, 2022. Duración: 116 minutos. Drama.
En el cine de Claire Denis, el cuerpo es una interrupción, una descarga eléctrica. Así las cosas, si esperamos un melodrama, tendremos una película bélica: es la guerra de los cuerpos, expresada desde sus emociones afines (los gritos, los llantos, las heridas) pero también desde las opuestas (las caricias animales, la cercanía fatal de los sentidos). En “Fuego” un triángulo amoroso se recompone sin preocuparse de dónde viene ni hacia dónde va: a Claire Denis le importa el presente, nunca se ha mostrado demasiado interesada en dar explicaciones. El contexto mataría las pulsiones de sus personajes. Mataría la pasión de Sara (Juliette Binoche) al encontrarse por casualidad en la calle con François (Grégoire Colin), y mataría los celos de su pareja, Jean (Vincent Lindon), despertados por esa relación retomada después de tantos años, tras una traición que le cambió la vida.
Las bruscas elipsis que divorcian los encuentros, las mentiras y el dolor que se entrecruzan en el camino de estos personajes nos pueden hacer dudar incluso de la temporalidad del relato, que se despliega entre disparos de diálogo y gestos del cuerpo que se contradicen mutuamente, situándose en un espacio intermedio entre lo irracional y lo sensual. En una película tan centrípeta, tan encerrada en sí misma, podría sorprender una subtrama como la del hijo de Jean, adolescente que vive con su abuela en Vitry, lejos de su madre, que se quedó en la Martinica.
Por un lado, ese desvío, que puede leerse como un apunte nada desarrollado sobre el desarraigo de la juventud en una cultura mestiza como la francesa, se ajusta a las preocupaciones del cine de Denis, tan atenta a los efectos del colonialismo, pero, por otro, desenfoca nuestra atención cuando la analizamos desde un punto de vista narrativo. Es algo habitual en el cine de la directora de “Beau Travail” o “Un sol interior”: la digresión acentúa la sensación de discontinuidad que se trabaja desde el montaje, como si los desequilibrios a los que nos empuja la propia vida nos obligaran a salir de los límites que nos imponen las normas, los relojes, las agendas. En el cine de Denis, y “Fuego” no es una excepción, la vida siempre gana.

Lo mejor

Lo bien que Denis sigue abanderando su condición de lideresa del cine del cuerpo.

Lo peor

El desvío narrativo de la subtrama del hijo de Lindon despista un poco.