
Sección patrocinada por 
Estreno
Crítica de 'Siempre es invierno': Treinta años no es nada ★★★★
Dirección y guion: David Trueba basado en su novela. Intérpretes: David Verdaguer, Isabelle Renauld, Amaia Salamanca, Jon Arias, Vito Sanz. Música: Maika Makovski. España, 2025. Duración: 117 minutos. Drama.

Malditos whatsapps. Maldita equivocación. Al treinteañero Miguel (David Verdaguer), arquitecto paisajista, su novia, Marta (Amaia Salamanca; aviso a navegantes y fans de la actriz: aparece muy poco en la película), lo abandona vía error, o no, telefónico durante un viaje de ambos en enero a Bélgica para participar en un congreso y mientras comen en un kebab enano. Un edificio de Calatrava, dice Miguel sobre el lugar que acoge el encuentro, y qué poco pega en este lugar tan frío tanta blancura, estos chorros de luz que deja pasar. Antes hubo indicios, del abandono: en la propia habitación del hotel, el pie del hombre busca en la cama el de Marta de manera inútil.
A veces, un solo detalle, tan pequeño y leve como un suspiro, significa adiós. Miguel, descompuesto y helado, decide no volver aún a España aunque Marta se haya marchado ya para encontrarse con una antigua pareja, un cantante de Uruguay que él odia, claro, y, mientras intenta recomponer su futuro, conoce a Olga (Isabelle Renauld), una mujer divorciada y sesentona que trabaja como voluntaria en el seminario. Adaptación de la novela «Blitz» del propio David Trueba, la película nos asoma a una historia posiblemente imposible, pero qué más da cuando todavía se sienta viva, caliente, cómplice.
Es muy probable que, junto a «La buena vida» y «Saben aquell» sea esta su mejor película hasta la actualidad, aunque «Siempre es invierno» se trate de su filme más intimista, más tristemente enamorado del amor, tan Woody Allen en Lieja... Ambos protagonistas hablan de sus quereres pasados, del daño que les hicieron, él cita a Luis Buñuel, ella, a un marido que la abandonó por una alemana.
Y luego llegan las escenas de sexo, sumamente naturales y mejor tratadas aún, dos cuerpos separados por tres décadas fundidos por el sentimiento de solitaria complicidad que comparten, aunque luego deba llegar la despedida. Pero siempre nos quedará Mallorca y un amanecer con sol.
Lo mejor: Es una esperanzadora historia con las dosis justas de humor, tristeza y nostalgia
Lo peor: Cuando el protagonista regresa a España la película da un ligero bajón
✕
Accede a tu cuenta para comentar


