Espías como ellos
«Esta grabación se autodestruirá en cinco segundos» ha pasado a la historia como una de las frases más célebres de la televisión, equivalente a «Mi nombres es Bond, James Bond», de la más popular de las sagas de espías con licencia para matar, de la que es deudora. La serie «Misión: Imposible» nació como una secuela televisiva de Bond hace 50 años, cuando el productor Bruce Geller presentó en 1965 la novedosa idea de una serie de acción protagonizada por un equipo de espías que realizaba misiones imposibles y utiliza gadgets tecnológicos de última generación. La Guerra Fría relanzó el cine de espías con gran aparataje de tecnología punta, hoy un tanto anticuada y camp, pero que entonces llamaba la atención por la sofisticación de los artilugios que utilizaba el agente secreto para defenderse de los malvados que trataban de dominar el mundo, parodias totalitarias del «socialismo real» de la URSS y la China de Mao, el Fu Manchú comunista.
Tanto la serie televisiva como la saga de Bond se eternizaron: siete años «Misión: Imposible» y cincuenta y tres James Bond, después de treinta y tres películas interpretadas por siete actores distintos. Y aún sigue vivo el agente 007 en superproducciones actuales que han influido en su modernización, imitando a sus dos directos rivales: Jason Bourne y Ethan Hunt, este último agente especial del IMF, interpretado por Tom Cruise, que retomó el serial televisivo en 1996, y que, tras estrenar su quinta entrega, acaba de anunciar el rodaje de la sexta el próximo año.
La moda la marca Santiago Segura, que sólo ha dirigido una película y cuatro secuelas de Torrente, un poli cutre entre James Bond y el hijo descarriado de Mortadelo y Filemón. La diferencia es que, mientras Segura adelgaza y se estiliza, Tom Cruise envejece sin dejar de protagonizar acrobacias imposibles, realizadas con tal virtuosismo, despliegue de efectos especiales y alta tecnología que hacen del filme el más espectacular exponente del cine de acción. A su lado, la teleserie tiene un regusto camp encantador, excepto su impactante sintonía, que marcó un hito por su electrizante musicalidad y que sigue potenciando los momentos de suspense y acción. Lalo Schiffrin compuso la primera cabecera para un teleserie, siguiendo la moda impuesta por John Barry con su imperecedera sintonía de los memorables créditos de James Bond.
Como en el cine ,plagio y homenaje se solapan hasta confundirse, la espectacular escena del robo de la memoria del ordenador de «Misión: Imposible» (1996) está tomada de la teleserie, que a su vez la cogía prestada del magistral robo en el museo de «Topkapi» (1964), de Jules Dassin, que mejoraba el impactante robo de «Rififi» (1955). Lo más singular del cine de acción del siglo XXI es la profusión de sagas interminables a imitación de la teleseries. La más longeva es sin duda la de James Bond, que impuso la moda de las secuelas de taquillazos como «Tiburón», «Rambo» y «Rocky». Un rasgo de estilo que haría historia desde finales de los 70 hasta la actualidad con «Indiana Jones», «La guerra de las galaxias», «Star Trek», «Terminator», «Matrix», «Arma letal», «Transporter», «Fast & Furious» y las franquicias de Bourne y Ethan Hunt en «Misión: Imposible». Para Hollywood no hay misión imposible.