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«La biblioteca de los libros rechazados»: Se busca pizzero escritor

Esta película muestra que, para el éxito, hay que imitar a Henri Pick: escribir un best-seller entre fogones.
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Esta película muestra que, para el éxito, hay que imitar a Henri Pick: escribir un best-seller entre fogones.
Cada vez es más fácil escribir un libro. Más bien, publicarlo. Quién no se asombra cuando, de repente, en el escaparate de una librería, ve una novela de algún cantante, actor o personaje del momento cuyo trabajo se centra –de forma directa– en casi todo menos en la literatura. Sin embargo, se venden. Algunos incluso se convierten en éxitos. Sea por la calidad del libro o por el célebre nombre de quien lo firma. Pero la cosa cambia cuando quien escribe es un desconocido. Una persona cuyo trabajo no incluye la fama, escribe un libro y, ¿por qué debe ser peor que el de un famoso? De esto trata, a grandes rasgos, «La biblioteca de los libros rechazados», la película que Rémi Bezançon ha dirigido basándose en la novela de David Foenkinos. En este caso, se trata de un pizzero, Henri Pick, que falleció dos años antes de que Daphné Despero (Alice Isaaz) encontrara una novela bajo su firma en una biblioteca de Crozon, una población francesa en la región de Bretaña.
Una joya para el marketing
Cuando lo encuentra, Daphné lo ve claro: un pizzero, que nadie conoce y del que ni siquiera su propia mujer y su hija conocían su gran talento en la escritura, escribió un fantástico libro que nadie nunca quiso publicar y acabó cubierto de polvo en una biblioteca que almacena manuscritos rechazados por las editoriales. «Una joya para el marketing», apunta Bezançon, o, mejor dicho, una mina de oro para una joven editora que quiere buscarse un hueco en el competitivo mundo de la literatura. La fama póstuma de este escritor entre fogones se dispara con esta historia tan singular. Incluso la pizzería donde trabajaba se convierte en destino turístico. Para todos, esta novela ha supuesto el descubrimiento de un talento oculto. Menos para Jean-Michel Rouche (Fabrice Lucchini), un crítico literario que, a pesar de quedar fascinado por la escritura de Pick, no le encajan las piezas.
Cuando Bezançon se dispuso a realizar esta cinta, se dejó llevar por dos asuntos del libro de Foenkinos que le llamaron especialmente la atención. Por un lado, «la idea de que hay obras maestras que se han escrito y quizá nadie leerá jamás porque han sido rechazadas», explica. Y, por otro, «la investigación literaria que el personaje de Luchini hace sobre esa novela», añade. Esto ha permitido al director «jugar con el código del género de las novelas policíacas pero sin buscar a un asesino, sino al autor de un libro», centrándose en la historia ya no del pizzero, sino en la del crítico literario incrédulo y de actitud a veces insoportable que quiere demostrar, por todos los medios, que un pizzero que no ha leído un libro en su vida no puede ser el autor de la novela.
Para el director de la cinta no había nadie mejor para el papel del crítico que Luchini. «Es el actor francés más literario», explica, «posee un gran conocimiento de la literatura y sabe adaptarlo muy bien a su trabajo». El actor, incluso, ha hecho programas en este sentido, al igual que en la película: es en la televisión donde descubre a Pick y deja clara la incredulidad de su autoría ante los ojos de todos los espectadores. ¿Quién tendrá razón? ¿La joven editora o el especializado crítico? Sea como sea y aunque el manuscrito resulte un éxito, el crítico tiene razón en que «la novela es buena, pero la novela de la novela es mejor».