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“UglyDolls”: Está de moda ser feo

Tras años conformándose con ser muñecos de peluche sin vida, los «UglyDolls» se trasladan por primera vez a la gran pantalla gracias al nuevo proyecto de animación cinematográfico del director e ilustrador americano Kelly Asbury.
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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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    Marta Moleón

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Tras años conformándose con ser muñecos de peluche sin vida, los «UglyDolls» se trasladan por primera vez a la gran pantalla gracias al nuevo proyecto de animación cinematográfico del director e ilustrador americano Kelly Asbury.
A finales de los años noventa la ciudad de Nueva York parecía un lugar perfecto para enamorarse. De las bocas de metro, de los parques, del arte, de la vida o de la compañera de mesa tímida y creativa de la clase de ilustración. El por entonces desconocido David Horvath se implicó con ganas en la última opción y a juzgar por los acontecimientos –personales y profesionales– posteriores, puede decirse que no se equivocó de silla. La ilustradora coreana Sun-Min Kim conoció a David en la escuela privada de arte y diseño Parsons, cantera de talentos renombrados como Tom Ford, JasperJohns o Marc Jacobs y reconocida a nivel mundial. Perdidos entre plumas estilográficas, pinceles y montañas de papel y sumergidos en la efervescencia cosmopolita de la Gran Manzana, no tardaron demasiado en darse cuenta de que ambos compartían una visión análoga del mundo cuya esencia residía en la creencia de que los juguetes eran el método más eficaz de contar una historia y que la diferencia era un concepto que merecía ser abrazado. Cuando en 2001 la visa de estudiante de Kim expiró obligándola a regresar a su Corea natal, la distancia, lejos de convertirse en un problema, se transformó en la forma menos drástica y más artística de echarse de menos.
Empezaron a mandarse cartas para recordarse que no se habían olvidado y entre misiva y misiva Horvath inició la rutinaria manía de firmarlas con el dibujo de un pequeño monstruo trabajador ataviado con un delantal. Unos ojos precipitados, una cabeza grande, unos dientes triangulares y una línea recta en forma de boca fueron las llaves que bastaron a Wage –cuya traducción remite a «salario»– para abrir todas las puertas de un éxito inesperado. La materialización de esa simpática costumbre vino de la mano de Kim, quien para corresponder las rúbricas del americano decidió coser el dibujo en una muñeca de fieltro y enviársela. «Cuando lo recibí estaba tan emocionado que quería llamarla. Pero era de noche en Corea. En lugar de eso, corrí a visitar a mi amigo Eric Nakamura, que en ese momento acababa de abrir la tienda Giant Robot en Sawtelle, al oeste de Los Ángeles. Él me dijo examinando la muñeca: “Está bien, voy a hacer 20”», confesaba hace unos años David Horvath para un medio de Los Ángeles. Los personajes que flotaban en la cabeza de ambos fueron haciéndose más numerosos y la producción de todos ellos se multiplicó de forma inevitable hasta el punto de que esos 20 muñecos iniciales que se agotaron en un día pasaron a ser 1.500 solo durante el primer año gracias a la imaginación desmedida de David y a la pericia y el trabajo extremo de unos dedos, los de Kim, que estaban empezando a cambiar de color.
El valor de la diferencia
Han pasado casi veinte años desde que la pareja de creadores comenzara a vender una línea de extrañas criaturas de peluche con dientes de gancho que se alejaba de las figuras estereotipadas que siempre han regido la industria infantil. Gracias a la intención explícita de trasladar unos valores en defensa de lo raro, lo feo, lo no normativo, en definitiva, lo extraño, el conocido como «Uglyverse» («Feolandia») ha conseguido cautivar a millones de personas de todo el mundo gracias al aspecto y a las aventuras de unos peculiares integrantes, los «UglyDolls», que ahora se trasladan por primera vez a la gran pantalla bajo la tutela del director de cine de animación estadounidense Kelly Asbury, cuya trayectoria en el terreno de lo digital avalan cintas como «Shrek 2» o «Los pitufos: La aldea escondida». «UglyDolls: Extraordinariamente feos» es una cinta musical de animación en la que los prejuicios estéticos de la sociedad se trasladan a una enigmática ciudad mágica llamada «Ugly Ville», en donde el tiempo parece detenerse cada día en el mismo punto, sin sobresaltos aparentes que le concedan a su existencia algo de emoción y cuya alcaldía preside un conejo verde y tuerto llamado Ox.
Universo de rarezas
Los habitantes de este remoto rincón inventado poseen una peculiaridad común que les hace únicos: no son perfectos. Ni tampoco lo pretenden. Moxy, una valiente muñeca de peluche rosada e imperfecta de cándidos ojos está convencida de que algún día conseguirá su propósito: ser lo suficientemente buena como para que un niño la quiera. Movida por una impulsiva e imperiosa necesidad de cambio, decide emprender una trepidante aventura de mano de sus amigos de trapo en busca de una ciudad en la que a diferencia de la suya, todo resulta ser meticulosamente perfecto pero que actúa como trampolín para conseguir llegar a los hogares de los niños. Junto con Ugly Dog (un perro desconcertantemente bizarro doblado por el cantante Pitbull), Babo (que en japonés significa idiota y alude de forma acertada al carácter del personaje), Lucky Bat (un entrañable y temeroso vampiro) y Wage (la mejor amiga de Moxy y el muñeco primigenio del «Uglyverse»), Moxi se adentra en un camino hacia su felicidad teniendo que enfrentarse a las malas intenciones de la figura de Lou, un perverso habitante del mundo perfecto que intentará por todos los medios impedir que los «Uglydolls» sean iguales que el resto. El doblaje en castellano de la película ha contado con la participación de famosos cantantes que aseguran haber disfrutado enormemente con la experiencia. «Creo que la belleza consiste en sentirse seguro con uno mismo, en sentirse auténtico», dice Blas Cantó, ex vocalista del grupo Auryn y voz de Lou en la cinta.
Por su parte, la concursante de la pasada edición de «OT» Nerea Rodríguez, pone voz a la resuelta Moxi, con quien comparte algunos aspectos: «En el colegio lo pasé un poco mal porque los niños tendían a no tratarme bien, pero siempre he sido muy fuerte y siempre he tenido muy claro quien soy. La verdad es que no me he dejado influir nunca por lo que los demás pudieran pensar de mí». El mensaje esperanzador y la necesidad de poner en valor la idea de que la imperfección debe convertirse en la regla y no en la excepción, termina empapando la mayor parte de las secuencias de un filme que simplemente intenta, en palabras de la propia Chenoa, quien pone voz al personaje secundario de Mandy (habitante del país perfecto), que «lo feo pueda ser bonito».

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