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Estreno

Crítica de "April": retrato de una mujer opaca ★★★★

Dirección y guion: Dea Kulumbegashvili. Intérpretes: Ia Sukhitashvili, Kakha Kintsurashvili, Merab Ninidze, Roza Kancheishvili y Ana Nikolava. Música: Mathew Herbert. Georgia, 2024. Duración: 134 minutos. Drama.

Un fotograma de "April"
Un fotograma de "April"Imdb

En “April” Dea Kulumbegashvili reivindica el derecho de toda mujer a decidir sobre su propio cuerpo, y eso afecta tanto a la decisión de ser madre como a la manera en que quiera vivir su sexualidad. Nina (Ia Sukhitashvili) encarna las contradicciones que genera el ejercicio de ese derecho cuando se enfrenta a una sociedad vetustamente misógina como la georgiana, en la que el aborto está legalizado sobre el papel, pero supone un estigma social insalvable para quien lo practica, como paciente y como médico.

En ese sentido, Nina parece atrapada en las contradicciones de una identidad femenina en permanente conflicto con su entorno: por un lado, por su empatía con las mujeres a las que ayuda a abortar clandestinamente, y, por otro, por la urgencia de su deseo, que la lleva a entregarse a encuentros sexuales con desconocidos en carreteras secundarias. Da la impresión de que Kulumbegashvili explica, a través de Nina, cómo la condición femenina en Georgia solo logra existir poniéndose en peligro, presionada por una masculinidad atávica, agresiva y/o censuradora.

Esto resulta en una película tensa, rigurosa, que coloca al espectador en la encrucijada de dos estilos que discuten entre sí: por un lado, uno, estrictamente naturalista, muy parecido al que Kulumbegashvili practicaba en su excelente ópera prima, “Beginning”, explota el tiempo real para poner contra las contra las cuerdas la resistencia del público; por otro, su opuesto, un tiempo alegórico, que escenifica la lucha del cuerpo femenino por reafirmarse, y que las imágenes de la película tienden a representar como si fueran parte de una videoinstalación, a veces algo amaneradas.

La innegable fuerza política del filme se apoya en su estricto programa formal, que procura momentos memorables, no siempre aptos para paladares sensibles. Si Kulumbegashvili no filmara un aborto en plano fijo, encuadrado hábilmente para que el fuera de campo tuviera efectos devastadores sobre nuestra mirada, probablemente el discurso de “April” no sería tan eficaz. Si Kulumbegashvili no nos ahorrara el contraplano del objeto de deseo de Nina, ambos encerrados en un coche, la escena no sería ni tan hostil ni transmitiría tanta desesperación. Lo más interesante de “April” resulta, pues, su manera de adaptar el libro de estilo del ‘slow cinema’ a sus objetivos ideológicos, encarnados en un poderoso, magnético, a veces opaco, retrato femenino.

Lo mejor:

El dominio del tiempo real y del encuadre, siempre a favor de la dimensión política de su retrato femenino.

Lo peor:

Las interrupciones alegóricas, que evidencia, en su invocación metafórica, el mensaje del filme.