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Estreno

Crítica de "El caso Goldman": una verdad incómoda ★★★★

Director: Cédric Kahn. Guion: Nathalie Hertzberg y Cédric Kahn. Intérpretes: Arieh Worthalter, Arthur Harari, Stéphan Guérin-Tillié, Nicolas Briançon. Francia, 2023. Duración: 129 minutos. Drama.

Un fotograma de "El caso Goldman"
Un fotograma de "El caso Goldman"Imdb

“Soy inocente porque soy inocente”. Ese enunciado tautológico, que Pierre Goldman pronuncia al inicio del alegato en su defensa contra la acusación del asesinato de dos farmacéuticos y un policía durante un atraco, no solo sintetiza su convicción ciega, más allá de pruebas y argumentos, sino también la propuesta dramática de Cédric Kahn, que se encierra en sí misma como esa oración capicúa, entre las cuatro paredes de la sala de un juzgado contra las que rebotan las palabras del protagonista, de abogados y testigos, y los murmullos del público asistente.

La película reconstruye el segundo juicio contra Goldman, judío polaco nacido en Francia, hijo de héroes de la Resistencia, comunista y convulso simpatizante de las guerrillas revolucionarias del Che Guevara, con el objetivo de denunciar el antisemitismo y el racismo nada disimulados de las instituciones del Estado francés. El rigor con que Kahn trabaja esa reconstrucción -a pesar de tomarse algunas licencias, como la aparición como testigo de su mujer antillana, todos los diálogos están sacados de las actas del proceso- nos hace pensar que quiere contemporizar ese discurso, aunque, con la que está cayendo en Gaza y el apoyo incondicional del gobierno de Macron a la causa de Israel, parece que el auténtico problema de la posición oficial de la Europa civilizada en la cuestión judía es su falta de perspectiva crítica.

En todo caso, Kahn nunca mitifica a Goldman, propenso a los ataques de ira y a la contradicción moral, aunque admira su vehemencia expresiva, su aguda elocuencia, retratándolo como una bestia salvaje que, posiblemente, lo único que necesita es confiar en alguien. Hay algo peligroso en él, y en la magnífica interpretación de Arieh Worthalter, que parecen convertirlo, incluso cuando está callado, en el epicentro de una puesta en escena muy preocupada por equilibrar los diversos puntos de vista que construyen un espacio fílmico muy complicado de filmar. En ese sentido, y a pesar de la densidad de lo verbal, es la palabra la que guía el montaje y los movimientos de cámara, dándole un dinamismo al juicio que opone y contrasta razones y alegatos mayormente en planos medios, buscando una verdad incómoda, que se repliega una y otra vez sobre sus prejuicios para complicar lo que, en definitiva, es muy simple, y se reduce a una oración causal que se justifica a sí misma.

Lo mejor:

El rigor formal con que Kahn filma el juicio de Goldman, sin apenas concesiones.

Lo peor:

A veces, en su delirio verborreico, puede resultar algo agotadora.