Objetos universales
La diligencia, el Oeste en movimiento
La trasformación del Oeste americano tras la guerra entre Estados Unidos y México fue posible gracias al auge de este sistema de transporte, que movilizó la población y la economía de la región
En 1848 se había firmado entre Estados Unidos y México el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, por el cual México cedió más de la mitad de su territorio, que comprendía la totalidad de lo que hoy son los Estados de California, Arizona, Nuevo México, Texas, Nevada, Utah y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Además, México renunciaría a todo reclamo sobre Texas y la frontera internacional se establecería en el río Bravo. Estas tierras que tradicionalmente habían sido ocupadas por los apaches eran unos territorios prósperos en los que empezó a desarrollarse un polo económico capaz de competir con la Costa Este con el único inconveniente de estar separados de esta por un territorio poblado por diferentes pueblos indios, tales como sioux, comanches y arapahoes, quienes habitaban las grandes llanuras junto con cazadores de búfalos, buscadores de oro y tramperos.
La incorporación de estos territorios de la costa oeste de EE.UU exigía el desarrollo de comunicaciones que enlazara ambas costas y la llegada de colonos hacia el oeste. Durante muchos tiempos los colonos y comerciantes utilizaron un tipo de carreta tirada por dos caballos con carro cubierto denominada galera. Las caravanas de galeras o «wagons trains» eran útiles para trasportar los enseres de una casa, pero lentas para pasajeros. El servicio de transporte de estos había hecho su aparición en Norteamérica al oeste del Misisipi hacia 1820, cuando se inauguraron varias líneas de ida y vuelta con cabecera en San Luis, Missouri.
Se trataba de la diligencia, un carruaje de cuatro ruedas tirado por caballos que se usaba para el transporte de personas y el correo a través de rutas fijas entre dos poblaciones capaz de recorrer largas distancias gracias al relevo de los caballos en las diferentes postas, inmortalizada en el celuloide por John Ford en 1939 atravesando el antiguo territorio apache. El modelo más común de diligencia fue el de Abbot-Downing & Company, conocido como Concord en honor a la ciudad donde se fabricaban. Se trataba de una diligencia muy resistente, de enormes ruedas capaces de vadear grandes caudales que iba suspendida de unos gruesos tirantes de cuero atados al chasis. Cuando estaba en movimiento se balanceaba sobre ellos y si iba deprisa o por un terreno desigual era muy fácil marearse.
Tenía capacidad para nueve pasajeros dentro y el mismo número de trabajadores, incluidos el conductor y el escopetero, apretujados en el pescante, el techo y la trasera. Pesaba aproximadamente una tonelada y aunque se ha solido representar en el cine tirada por seis caballos, la mayoría usaban en realidad mulas. A mediados del siglo XIX varios servicios de diligencias similares estaban en funcionamiento en Oregón, California y Texas. El Congreso de EE.UU abrió en 1857 un concurso para otorgar la concesión de un servicio postal transcontinental.
Sería John Warren Butterfield, un pionero resuelto y emprendedor para el que no existían los obstáculos que tanto abundarían en el Oeste, quien terminó uniendo San Luis con San Francisco, un recorrido de 4.500 kilómetros a realizar en un máximo de 25 días (el trayecto completo costaba 200 dólares). Las líneas de diligencias se extendieron por todo el país rápidamente: la de San Antonio, Texas, a San Diego, California, desafiaba todos los peligros, como los ataques de los apaches o la falta de agua. Otra línea famosa fue la establecida en 1859 por William Russell para la Central Overland and Pike’s Peak Express Company, que partía de Fort Leavenworth, Kansas, y llegaba a Denver, Colorado. El negocio del transporte llegó a adquirir una envergadura acorde con las dimensiones del país y las necesidades de movilidad de la población.
«El Napoleón de las llanuras»
Ben Holladay fue realmente una figura clave del transporte en el Oeste;, originario de Missouri, llegó a controlar el negocio desde Utah y fue conocido como «el Napoleón de las llanuras» o «el rey de las diligencias». Había aprendido el comercio ayudando a su padre en caravanas a través de los Apalaches y construyó un enorme imperio de transporte y negocios: diligencias, barcos, minas, ganadería, tierras. Su expansión se basó en métodos agresivos: eliminaba competidores bajando drásticamente precios, los llevaba a la bancarrota y después subía tarifas y reducía la calidad. Explotó el miedo a ataques indígenas (prácticamente inexistentes) para justificar sobreprecios.
Si bien la guerra de las diligencias fue la protagonista de transporte en el medio Oeste, lo cierto es que a partir de 1860 empezaría su declive, cuando el ferrocarril hizo su aparición, uniendo la ciudad de Omaha en Nebraska con Sacramento en California. Se finalizó con la famosa ceremonia del Golden Spike «Clavo de oro», celebrada el 10 de mayo de 1869, creando una red de transporte mecanizada de escala nacional que revolucionó la población y la economía del Oeste estadounidense después de la Guerra de Sucesión.