Juan Scaliter

2029: Tu tablet sabrá qué libros te gusta leer

El «machine learning» copiará el estilo del autor para producir nuevas historias y los libros digitales incorporarán cámaras

Quizá algún día haya máquinas capaces de reproducir las andanzas de Don Quijote y Sancho por galaxias exteriores
Quizá algún día haya máquinas capaces de reproducir las andanzas de Don Quijote y Sancho por galaxias exterioreslarazon

El «machine learning» copiará el estilo del autor para producir nuevas historias y los libros digitales incorporarán cámaras.

Todos hemos escuchado la frase: «Me encanta leer, pero tengo muy poco tiempo para los libros». Sí, es cierto, existen los audiolibros, pero si un libro llevado al cine ya no es un libro, lo mismo ocurre con los audiolibros, son otra forma de contar una historia, diferente del cine y de los libros. La realidad es que el libro es un formato único por muchos motivos, pero, si somos honestos, hasta hace unos años los libros físicos eran iguales a los del del siglo pasado. Y los digitales se veían, sentían y funcionaban casi de manera idéntica a los primeros que existieron. Eran eficientes, pero su mayor virtud fue que se podía tener una biblioteca completa en un dispositivo que pesaba menos que un libro pequeño y que rara vez se necesitaba cargar.

Y entonces, a partir de 2024, todo cambió. La primera en hacerlo fue la Inteligencia Artificial. Gracias al «machine learning» conseguimos libros infinitos: el sistema analiza el modo de escritura del autor y lo copia para añadir nuevas historias. Así, el «Ulises» de James Joyce se extiende indefinidamente en cualquier dirección y las aventuras de Don Quijote continúan en lugares y tiempos que nunca imaginamos. Además, muchos libros digitales cuentan con cámaras que complementan la tarea creativa de la IA y analizan nuestro rostro para saber si la historia nos atrae o nos aburre dependiendo del tamaño de la pupila, el ritmo de lectura y otras variables.

Texturas y olor a papel

Otra innovación fue la multiplataforma. Del mismo modo que Netflix o Prime Video se pueden ver en la tele, en un smartphone o una tablet y continuar desde donde lo dejamos, los libros, los físicos y los digitales, siguieron esta tendencia y ahora nos permiten continuar cualquier capítulo en todo tipo de plataforma, en modo lectura y sí, también en audio. Los e-books adaptaron también su propio perfil físico para imitar algunas de las características más atractivas de los libros tradicionales. Así es como hoy contamos con pantallas con tacto de papel (algunos tienen hasta 15 texturas diferentes) y tecnología de olor que recrea uno de los aromas que más nos atrae desde siempre: el del papel, la cola y el cuero.

Todo esto cambió no solo el estilo de lectura, sino también el modo de escribir libros. En 2018, casi la mitad de las ganancias del autor provenían de libros publicados de forma independiente; actualmente, el porcentaje ha aumentado al 80%. Esto significa que por primera vez, tal vez desde la invención de la imprenta, los autores y las pequeñas imprentas tienen opciones independientes viables más allá del camino de publicación «tradicional». Y la realidad es que los escritores son mucho más atrevidos que las grandes editoriales. Un ejemplo de ello es el regreso de los libros episódicos, un formato que ya explotaba Arthur Conan Doyle con «Sherlock Holmes» y que ahora permite comprar historias por entregas y leerlas cuando queramos.

El otro gran revulsivo del mundo editorial fue el libro infantil. A los más pequeños no se les puede regalar un PDF o un vale por una descarga de audio. Necesitan interactuar con el libro y eso implica desde pasar páginas (lo más interactivo un siglo atrás), hasta intercambiar opiniones con los personajes (gracias a la IA), modificar la historia (y los dibujos) a voluntad y hacer que los malos ganen o pierdan y enviar las nuevas historias a sus amigos. Muchos grandes escritores actuales han surgido de esta nueva corriente. Y no solo por talento, sino porque nacieron con este formato y lo dominan.