Ciudad del Vaticano

El Génesis es arte contemporáneo

Studio Azzurro muestra sus obras en el pabellón del Vaticano.
Studio Azzurro muestra sus obras en el pabellón del Vaticano.larazon

Nada indica al visitante del Pabellón de la Santa Sede que se muestra arte religioso. Cualquiera de las obras expuestas podría estar en el espacio de otro estado que profese un arte profano. Al margen del tema elegido –la interpretación de los primeros once capítulos del «Génesis»–, incluso de la intención de los tres artistas elegidos y de su condición religiosa, la resolución formal es idéntica a la del mas agnóstico, o directamente ateo, de los creadores. Es curioso que precisamente esa palabra, «creadores», se emplee muy a la ligera en el mundo del arte contemporáneo, lleno de divos o semidioses. Miles de creadores andan estos días por Venecia. Después de todo, dos grandes artistas contemporáneos, como han sido Beuys y Tàpies, han utilizado la cruz como el elemento mas visible de sus obras, y en el caso del último, su sentido religioso es claro, como él siempre admitió.

Sólo faltaba, pues, que El Vaticano diera el paso de acudir a la Bienal de Venecia, decisión que no tiene que ver con el nuevo papado, sino que es algo que ya se estudió hace tres años, como ha reconocido el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura. También era consciente de la polémica que podría tener esta decisión: «Ya sé que estaremos en el punto de mira de todos, algunos nos acusarán de dar crédito al arte "degenerado"y otros en cambio nos reprocharan una selección demasiado "religiosa"». Al final, polémica no ha habido ninguna y, en todo caso, el nivel del pabellón vaticano está muy por encima de las propuestas de otros países aconfesionales cuyos «creadores» tienen entre sus temas favoritos la crítica a la Iglesia católica. Por su parte, el presidente de la Bienal, Paolo Baratta, ha declarado que la decisión de El Vaticano coincide con un momento en el que el arte contemporáneo «es objeto de atención de una vasta comunidad: la llamada popular».

La Bienal ofreció un espacio en el Arsenale de 500 metros cuadrados por un millón de euros (podrá utilizarlo durante 26 años haciéndose cargo sólo de los gastos de instalación). Los patrocinadores han invertido cerca de 750.000 euros, por lo que las cuentas vaticanas no se van a resentir, uno de los aspectos que demoran la decisión de Ravasi.

Al final, se han dado las condiciones exigidas por Ravasi. En primer lugar, un comité de expertos ha dejado claro que, a diferencia de otros estados que promueven a sus artistas, no es el Estado de la Ciudad del Vaticano quien participa, ni sus artistas, sino la Santa Sede, cuya identidad y razón de ser es religiosa. Los artistas elegidos por un comité han sido la cooperativa italiana Studio Azzurro, el pintor australiano y residente en Estados Unidos Lawrence Carroll y el fotógrafo checo Josef Koudelka, que abordan los temas de la Creación, la Descreación y la Recreación. «No hay nadie que no haya experimentado altibajos, depresión, derrota, y momentos en los que debe volver a levantarse y buscar la esperanza nuevamente. Estos tres temas son universales», decía el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci en el Pabellón.

Paisaje moral

Studio Azurro ha creado una videoinstalación en la que el hombre ocupa el espacio central en medio de un entorno caótico en el que se va dando forma a un orden a medida que el espectador toca las pantallas. Josef Koudelka plantea con sus grandes fotografías en blanco y negro el paisaje moral de un hombre que ha sabido destruir el mundo y sus valores. Por último, Law-rence Carroll muestra en sus pinturas la capacidad de regeneración de la materia, de volver de nuevo a la vida.

La presencia de la Santa Sede en la Bienal se inscribe en la línea de diálogo entre la Iglesia y el mundo del arte que inició Ratzinger con un encuentro que, en 2009, mantuvo con artistas y una exposición que tuvo lugar el añoo pasado en el Vaticano con motivo de los sesenta años de su sacerdocio. Sin embargo, esta relación viene de más lejos. En 1964, Pablo VI convocó en la Capilla Sixtina a una representación del arte internacional con la intención de hacer una colección contemporánea dentro de los Museos Vaticanos. La idea no era formar una colección de arte religioso, sino dar testimonio de la religiosidad en el arte. El núcleo originario de este fondo partió de 900 piezas del empeño personal del que fue secretario de Pablo VI, Pasquales Macchi. Hace cuarenta años, el 23 de junio de 1973, el Papa Montini inauguró la nueva Colección del Arte Religioso Moderno de los Museos Vaticanos, que entonces estaba expuesta en el Apartamento Borgia e instalaciones colindates a la Sala Regia y a la Capilla Sixtina. Actualmente está compuesta por 8.000 obras y su conservador es Micol Forti.

Están todos: desde Siria a Zimbawe

Todos hablan de que el modelo de la Bienal de Venecia por pabellones nacionales cuando, por definición, arte contemporáneo quiere decir, según los expertos, arte internacional, ya está pasado de moda. Puede ser. Pero el caso es que todos quieren estar presentes en Venecia. Desde los países mas poderosos que forman el G8, los que padecen con mayor dureza la crisis económicas, los que se sitúan en las antípodas de la democracia, los que persiguen a los disidentes –también a los artistas– y los que viven en la más absoluta pobreza. Vivir una guerra no es impedimento para estar en la Bienal: Siria, sin ir más lejos, o Irak. Los criterios de aceptación por parte de la Bienal son extraños. Después de todo, visitando los pabellones de estos dos países árabes, nadie diría que allí está corriendo la sangre. Si se oyen explosiones y se intuye la violencia es porque ése es un género que el arte cultiva muy bien.

Está China con una presencia muy notable, pero también su artista rebelde, Ai Weiwei, que expone su periplo como preso político en su país. Sus compatriotas (en la imagen, obra de He Yunchang, en el pabellón de China) no represaliados presentan obras que nada tienen que ver con la realidad política de su país, son lo suficientemente ambiguas para no molestar a nadie: puro arte contemporáneo. Este arte lo domina muy bien Cuba. Dicen: «Siete artistas cubanos dialogan con siete artistas internacionalees, repensando la relación entre realidad y ficción, lenguaje y poder...». Dinero no le falta a la revolución castrista: han alquilado para ese diálogo el Museo Arqueológico Nacional de Venecia, en la mismísima Plaza de San Marco. Más extraña es la participación de Zimbabwe, con una inflación del 100.000 por ciento y el 94 por ciento de desempleo. Aún y así, el régimen de Mugabdelae (que lleva 30 años en el poder y se le acusa reiteradamente de fraude electoral), se ha instalado en la Iglesia de Santa Maria della Pietá para tratar sobre el retorno de lo religioso en el país.