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En defensa de la lengua española

La Razón

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Antonio Muñoz Molina es una persona poliédrica, un humanista capaz de enfrentarse con distintos problemas gracias a su inmensa curiosidad. Su labor como narrador es la que le reportó una fama más precoz. Con poco más de 30 años, obtuvo el Premio de la Crítica y el Nacional de narrativa. Además, se trata de un escritor muy fino en los ensayos, donde despliega un ejercicio de estilo cuidado, claro y donde demuestra que escribe muy bien. En este espacio habría que incluir precisamente sus ensayos sobre arte.
Uno de los rasgos que le caracterizan es que es un intelectual, alguien comprometido con su tiempo. Es un hombre que vive lo que ocurre en estos momentos: cuál es la situación, qué problemas existen y la manera y las posibilidades que hay de afrontarlos. Recuerdo en este sentido un discurso en un Congreso Internacional de la Lengua Española. Resultó apasionante. Sostuvo que el principal enemigo de la lengua española no era el inglés, era la pobreza. Tantear ese aspecto, entre otros, a finales de la década pasada, en América, representaba una valentía y una originalidad insólitas. En aquella época todo el mundo opinaba que el mayor riesgo eran los anglicismos. Pero, para él, sin embargo, era la pobreza.
Le he escuchado muchas veces en la Real Academia Española. En ocasiones se trataba de reflexiones sobre teatro y escritura teatral. Y fueron observaciones muy interesantes. Nunca sospeché que le interesaran estos aspectos y que explicaba con suma claridad, y con una meritoria prudencia y equilibrio en los juicios. En la última novela que publicó, además, ha demostrado una originalidad, y una dimensión de cientos de páginas, sobre lo que fue la vida de la Guerra Civil en Madrid. Muñoz Molina tiene la capacidad para tratar temas muy diversos. Hace años, publicó un serial en un diario que realmente era una demostración de maestría literaria.
Pero, como aseguraba, lo que habría que resaltar también en este caso es que es un hombre que vive en su tiempo. Hay un aspecto que me gustaría subrayar ya que no es frecuente que se le reconozca, y es la labor que ha realizado a favor de la lengua española. Ha sido profesor en diferentes universidades en Estados Unidos y director del Instituto Cervantes. Esto no es frecuente en un creador; Muñoz Molina, sin embargo, está muy comprometido con la cultura y la enseñanza. Y es lo que hace cuando está en EE UU, donde trabaja en la universidad, con unas bibliotecas magníficas y en contacto con los estudiantes y los profesores. A eso hay que sumar las traducciones internacionales, que demuestran el interés que existe en el mundo por su obra. La lista de candidaturas no es muy extensa en los Príncipes de Asturias, pero él está en un momento, como escritor y como persona, en el que encaja que haya logrado este reconocimiento, porque su vida está enriquecida por el trabajo, la reflexión y el estudio. Estaba ya en el comienzo de generaciones que puede recibir este galardón. Y tampoco está mal que lo reciba un narrador hispano después de trece años. Y, además, un español que quiere a su patria, su lengua, su literatura y su historia.