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Eugenio Recuenco: «Que todo el mundo haga fotografías nos ha obligado a mejorar»

Es el creador de la exposición «365°» que se puede ver en Fuenlabrada.
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Es el creador de la exposición «365°» que se puede ver en Fuenlabrada.
Hace tiempo leí unas declaraciones de Eugenio Recuenco en las que decía que hacer fotografías no te hace fotógrafo. Y está claro que todos disparamos a diario con nuestros teléfonos y captamos imágenes, pero de ahí a crearlas como hace él, va un mundo, por ejemplo, contado en 366 imágenes. Ese es el número de fotografías de su exposición titulada «365º», a la que ha dedicado ocho años de su vida, y que se puede ver hasta el 20 de enero en el Centro de Arte Tomás y Valiente (CEART) de Fuenlabrada (Madrid). Recuenco, sin duda uno de los fotógrafos artísticos más importantes de España, reúne instantáneas de temas diversos como cine, arte, moda, tecnología e incluso religión; pero, más allá de todo eso, cuenta su historia y la de toda su generación –el arte de Hopper, el 11-S, la muerte de Lady Di, la llegada a la luna...– a través de unas cajas independientes de luz que retroiluminan las imágenes suavemente. No es una exposición fotográfica al uso, pero es que él tampoco es un fotógrafo al uso. Lo saben bien los cientos de visitantes que ya la han visto.
–¿Cuáles son las primeras impresiones que le llegan de la acogida de su muestra?
–Pues pienso que ha sorprendido por la puesta en escena. La gente se esperaba ver una colección de fotografías sin más y yo creo que se sorprendió al encontrarse con esas cajas retro iluminadas.
–¿Me podría describir el hilo argumental de «365º»?
–Es una pregunta difícil que cada vez contesto de forma diferente. Ni siquiera es una visión personal de lo que tenía a mi alrededor, la intención más primitiva fue la de tener gusto por hacer algo con libertad. Ha sido el placer por fotografiar, por inventar historias y fotografías con total libertad, no solamente por mi parte, sino también por la del equipo de estilistas, maquilladores, etcétera, que también han visto multiplicada su parte creativa.
–¿Es que no hay creatividad en el mundo de la moda, de donde usted procede?
–La moda y la publicidad son creativas, pero al final muchas veces los condicionamientos te obligan a ser mucho menos libre de lo que pensabas. Aquí se nota la suma de las libertades de los colaboradores que estaban disfrutando del trabajo. Yo siempre digo que solo me salen bien las fotos en las que me divierto.
–Ha sido un proyecto largo...
–Es cierto. Nos ha costado ocho años hacer y editar las fotografías para que estuvieran presentables. Pero han sido ocho años a ratos. No hemos dejado de trabajar para poder vivir, pero sí que nos ha llevado un tiempo que no pensábamos al principio que fuera a ser tanto. Creo que ha sido positivo porque ha hecho que el proyecto haya tomado madurez y se haya serenado, pues somos propensos a los fuegos artificiales cuando queremos hacer algo con resultados rápidos. Y aquí, ni siquiera teníamos un final. Es más, hemos hecho 48 fotos más, así que podríamos haber continuado.
–Han trabajado con cámaras analógicas, esos objetos del pasado...
–Empecé a hacerlo con una Hasselblad que decidí que, dentro de todas las que yo tenía, era la que daba la textura y la sensación que yo quería que tuviesen las fotos, pero imagínate que, en ocho años, algo que no era ya tampoco de última generación en el momento de empezar se ha quedado obsoleto a nivel tecnológico. A la mitad del viaje de «365º» me planteé qué pasaría si de pronto se estropeaba la cámara, porque estábamos contando las historias pero también queríamos que tuvieran una cierta textura final similar; entonces busqué y encontré una cámara antigua igual de segunda mano y fue comprarla y en la siguiente sesión se rompió la original.
–¿La foto 366 la hicieron con un teléfono?
–Así es. Y ese teléfono casi nos daba más calidad de lo que nos estaba dando la cámara profesional de unos cuantos años antes.
–¿Y por qué se decidieron a cambiar de tecnología?
–Porque al terminarlo, por cosas del azar, Huawei descubrió el proyecto, le gustó muchísimo y nos animó al reto de poder hacer una fotografía con su teléfono y que fuese una imagen, no para su teléfono especialmente, ni para sacar las virtudes del aparato, sino para ver si era capaz de cumplir los requisitos que habíamos requerido a lo largo de 365 fotos y que fuera tan válida como el resto. Salió y no notas la diferencia. O sea, que esto va muy rápido.
–En un mundo en el que todos contamos nuestras historias a través de nuestras propias fotografías en las redes ¿por qué hay tanto interés por las exposiciones fotográficas?
–Creo que la fotografía está viviendo ahora mismo una edad dorada y eso de que las máquinas nos permitan hacer fotografías cada vez de manera más sencilla y que la gente tenga mayor cultura visual nos obliga a los fotógrafos a no solo escudarnos en una técnica, sino a tener que desarrollar un discurso interesante. Se tenía miedo a que los fotógrafos desaparecieran, pero que todo el mundo haga fotografías a nosotros nos ha obligado a mejorar.