Eva Green: "Hay algo masculino en Milady que nos hemos atrevido a explorar"
La actriz protagoniza, junto a Louis Garrel o Vincent Cassel, "Los tres mosqueteros: Milady", segunda entrega de la nueva adaptación de los relatos de Dumas
Madrid Creada:
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Cuando ya pensábamos que todo el universo de Alejandro Dumas estaba más que amortizado, el año pasado, «Los tres mosqueteros» fue capaz de recaudar más de 30 millones de euros en todo el mundo. La súper producción francesa, nuevo reinicio de la saga y por primera vez rodada en el idioma de su autor, también se colocó rápidamente entre lo más visto en las plataformas digitales, demostrando que había que empezarse a creer lo del cine a lo grande en nuestro propio continente. Buena parte del mérito, además de por el buen pulso de Martin Bourbolon en la dirección (el nuevo Rey Midas de la taquilla gala), pasaba por un elenco de rostros reconocibles, con Louis Garrel como el rey borbón, Vicky Krieps como Ana de Austria, Vincent Cassel como Athos y, sobre todo, con Eva Green como una nueva Milady, alejada de los preceptos misóginos del pasado y convertida en una villana de grises, una mujer fatal y de acción.
«Me gusta cómo en esta versión se la ha modernizado, no es del todo malvada, hay un lado humano. En la segunda parte descubrimos qué la está persiguiendo mentalmente, todas sus heridas del pasado. Eso fue bastante reconfortante como actriz. Por suerte, soy muy distinta a Milady. No he matado a nadie», bromea Green en entrevista con LA RAZÓN sobre un capítulo que fue rodado a la vez que el primero, que se titula como su personaje («Los tres mosqueteros: Milady») y que supone un nuevo desafío a los franquiciados, como dejando que sean los espectadores los que decidan si habrá o no una tercera entrega. «La historia es inmune al tiempo. No sé qué tiene, realmente, pero sí puedo empatizar con los valores de honor, coraje y amistad de los Mosqueteros. Son héroes que desafían a la muerte, y eso siempre es atractivo de seguir. Pienso, honestamente, que esta es la mejor adaptación que se ha hecho nunca», añade Green
«Las mujeres de esta adaptación tienen un corazón que palpita, y eso es algo que se agradece. Hemos ganado mucho, no somos solo maniquíes con vestidos preciosos. Tanto mi personaje como el de Vicky Krieps son decididas e importantes para la trama. Este es un personaje adelantado a su tiempo, feminista. Hay algo masculino en Milady, que aquí nos hemos atrevido a explorar, porque no le importan las convenciones», explica convencida Green, nacida en París e hija del matrimonio entre la actriz Marlène Jobert (franco-argelina y judía) y el dentista sueco-francés Walter Green. La mezcla, eso sí, no siempre le ha venido bien a la prolífica carrera de la intérprete: «Me encanta rodar en Francia y en francés, pero no me buscan demasiado. Vivo en Londres y me apellido Green, así que supongo que es un poco culpa mía que no se acuerden de mí para las películas. Pero la experiencia de “Proxima” con Alice Winocour, por ejemplo, fue maravillosa», confiesa.
"Hollywood tiene un temperamento conquistador, imperialista, poniendo el cine al servicio de sus ideas y su publicidad, no al revés".Louis Garrel
La actriz, que cree que si Dumas viviera hoy sería un director a la altura de Spielberg, ahonda en la revisión de su Milady: «No sé si antes se había abordado desde la misoginia, pero sí obviando su lado más masculino, reduciéndola al molde de lo que puede ser una mujer malvada. Aquí hemos demostrado que a ella no le importa lo que digan los demás, que puede pelear como el mejor mosquetero y que hay algo feminista en su mera concepción como personaje. No quiere ser un objeto bonito, quiere ser una persona libre y con poder. Pero tiene que pagar un alto precio por ello, que es la soledad», completa sincera, unos minutos antes de que nos citemos con un Louis Garrel recién llegado de la inauguración de temporada en La Scala, donde compartió fila de asientos con Pedro Almodóvar o Patti Smith: «Es curioso, porque la sensación tras ver esta adaptación de los mosqueteros es la misma que la de "Don Carlos" o "Tosca". Aprendes de historia, pero con pasión. No todo es realista, pero la sensación de aventura sí lo es. Ves costumbres, vestidos y comportamientos con los que no estás familiarizado, y eso es humano, sentirte abrumado e interesado por ello es muy humano. Por eso nos gustan las películas de época, porque idealizamos el tiempo que no conocimos, como si fuera un sueño», apunta.
Todavía extasiado por la sucesión de decorados reales y escenas de acción, Garrel añade a la conversación su punto de vista como director: «Cuando haces de actor, estás acostumbrado a trabajar en un espacio mínimo. Y aquí el castillo era inmenso. Cuando un personaje aparece desde la punta de una estancia, tienes que esperar a que llegue, porque la distancia real. Como actor, es lo que más aprendí, a estar más cómodo en esas dimensiones enormes. Hasta el eco nuestro se hacía súper ruidoso. Estoy acostumbrado a rodar en estancias mucho más pequeñas», explica, enlazándolo con los complejos industriales que durante décadas han lastrado a Europa frente a Hollywood: «Hollywood tiene un temperamento conquistador, imperialista, poniendo el cine al servicio de sus ideas y su publicidad, no al revés. Creo que el cine francés, o el cine europeo, trabajan desde otro punto. Cuando un europeo ve esta historia, entendiendo su pasado monárquico, puede conectar con la historia desde otra perspectiva. ¿Quizá está pensada para un público europeo? No lo sé, pero sí sé que la van a disfrutar más», se despide.