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Ciencias humanas

¿Fue realmente un gran científico?

El artista diseñó estas alas para volar, su gran deseo
El artista diseñó estas alas para volar, su gran deseolarazon

Gracias a los tesoros conservados de su legado, hoy podemos conocer cuán vastos eran los conocimientos de Leonardo sobre el mundo de la mecánica, la física y la energía. Entre sus logros, desarrolló un modelo de cambio de marchas mucho antes de que el ser humano pudiera llegar siquiera a soñar con la existencia de automóviles. Ideó construcciones mecánicas con engranajes, correas y poleas. Él fue quien se dio cuenta de que las ruedas delanteras de un carro giran a velocidades distintas cuando se traza una curva y que, por eso, no pueden estar unidas con un mismo eje sin riesgo de que salten por los aires, como de hecho ocurría. Diseñó un sistema para compensar dicha diferencia, que es una versión primitiva de los actuales engranajes diferenciales de los coches. Con su aguda visión fue capaz de percibir la importancia del rozamiento y la inercia en los movimientos, anticipándose así a las leyes de la mecánica de Newton. Trabajó valientemente con los conceptos de «centro de gravedad» y «centro de empuje» para diseñar aparatos voladores y paracaídas que no terminaron de funcionar como él quería. Ideó un aparato para medir distancias con una rueda que hacía caer un número determinado de bolas en una caja, dependiente de la cantidad de espacio que recorría. Se preocupó por mejorar las condiciones de trabajo diseñando una máquina para afilar agujas capaz de sacar punta a 480.000 unidades cada doce horas y un artificio para fabricar limas automáticamente. Intuyó la posibilidad de injertar en el cuerpo humano mecanismos de movimiento mucho antes de que se pensara en el concepto de robot y fue gran conocedor de las leyes de la hidrodinámica. Incluso planteó una teoría muy similar al principio hidrostático de Pascal, pero casi 200 años antes que éste: «Toda presión ejercida sobre un líquido se transmite íntegramente en todas las direcciones». Resulta imposible relatar en un solo texto todos los productos del ingenio de Leonardo. Como también es imposible definir cuáles fueron auténticas ideas de visionario anticipado a su tiempo y cuáles meros divertimentos que servían de válvula de escape para una mente activa como pocas y dotada, para colmo, de un inmenso sentido del humor. La mayoría de los artefactos leonardinos no podrían haberse construido con solvencia, dadas las limitaciones tecnológicas de la época, y su creador carecía de los rudimentos científicos necesarios para hacerlos posibles: le tocó vivir en un mundo en el que Newton, Pascal, Coulomb, Gay-Lussac, Volta, Tesla... aún no habían nacido. Quizá Leonardo da Vinci nació demasiado pronto o quizá al mundo le costó demasiado alcanzar la madurez suficiente para aprovechar el frenético flujo de las neuronas de un hombre que, literalmente, sabía de todo. Por eso no puede decirse que Da Vinci fuera un científico pionero. Su labor fue eximia en el campo de la mecánica, de la ingeniería y de la práctica. Su arte incomparable y su curiosidad oceánica. Pero carecía de la base investigadora y teórica de la ciencia moderna.