Genovés: «''El abrazo'' es del pueblo,es un cuadro que no me pertenece»
«Esa dualidad de buenos y malos está gastada; nos falta ''fineza'', que dicen en italia», comenta Genovés
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«Esa dualidad de buenos y malos está gastada; nos falta ''fineza'', que dicen en italia», comenta Genovés.
Juan Genovés tiene 88 años y una energía envidiable. Antes de salir a la calle después de comer (qué absurdo guardar un tiempo prudencial para llamarle pensando en que el pintor se echaría la siesta) le robamos unos minutos de conversación. Hablamos de la exposición que inauguró ayer el Museo Reina Sofía y volvemos a los años sesenta y los setenta. Al hablarle del pabellón de España en la Bienal de Venecia de 1976 lo despacha rápido y se refiere a «un arreglillo que se hizo para llevar a unos cuantos pintores y vender una imagen de apertura de España que no se correspondía con la realidad, aunque la verdad es que no me acuerdo bien». Y se explaya, entonces, con la presencia patria en la de 1966, diez años antes, nada menos. Con Franco en plenitud de facultades y un ansia desmedida por enseñarle al mundo cómo era el arte no oficial. «Había un individuo que era Luis González Robles que era, podríamos decir, el seleccionador nacional. Hacía y deshacía a su antojo. Y presumía de que teníamos libertad. Estamos hablando de alguien que fue un propagandista, pero que, a decir verdad, hizo algo positivo al llevar a los artistas a Venecia y es que se empezara a hablar de un tipo de arte y de unos artistas». Recuerda, entonces, lo que fue en aquel año, hace 54, su llegada a Italia: «Me colgaron diez cuadritos en una esquina, y a pesar de eso, de que estaba escondido, me dieron el Premio de la Crítica. Cuando llegó el momento de recibir el premio el embajador de España se bajó del estrado para no estar a mi lado. Era el único español que había ganado algo, el único entre los premiados, pero no fue suficiente», recuerda.
De los cuarenta y tantos años desde el 76 asegura Genovés que ha transcurrido mucho tiempo, que la época que hoy vivimos es muy diferente, aunque pone sus peros «a estos momentos dolorosos que pensé que ya habíamos dejado atrás y que vuelven con el resurgir de mil hombres salvadores de patrias. Esa dualidad de buenos y malos está gastada, o al menos es lo que yo creía. Como dicen los italianos, nos hace falta ''fineza''».
¿Ha sido «El abrazo» tan importante para usted? La obra se puede ver de nuevo ahora en el museo, donde durmió treinta años. «Hay un montón de ellos dispersos por el mundo. Como unos cuarenta bocetos que se podrían haber recuperado y mostrarse conjuntamente con ella. Se imprimieron de la obra medio millón de carteles como se pudo, en las escaleras, a mano, siempre a escondidas. Es un buen número. La gente me decía que tenían en sus casas las láminas enmarcadas. Hoy ha pasado a convertirse en una imagen difundida mundialmente y el cuadro está donde debe de estar, en las Cortes». No la considera su obra más importante: «No la he pintado yo, sino que pertenece al pueblo español, que la ha hecho suya». Los derechos de autor los cedió en su momento a Amnistía Internacional «porque lo que no quería era aprovecharme de lo que generase la obra». ¿Y ese abrazo lo ve hoy posible? «Hasta que no llegue no podremos ser un país normal. Todos somos españoles, todos». Y lanza a través del teléfono una idea para el futuro: «Constituir una república federal con Portugal incluido».