Nietzsche y las mujeres: ¿feminista o misógino?
Aunque numerosos escritos del filósofo demuestren su pensamiento machista, la biógrafa Daphne Barly sostiene que también “podemos reconocer una crítica a la civilización masculina”
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Las amaba demasiado, lo que le solía llevar a lo obsesivo. Friedrich Nietzsche, que nació un 15 de octubre de 1844, tenía el rechazo femenino como uno de sus peores males. “El hombre ama dos cosas: el peligro y el juego. Por eso ama a la mujer, el más peligroso de los juegos”, escribía, un filósofo y pensador, clave en la historia a nivel sociológico, psicológico, literario o político, que se rendía ante toda mujer atractiva -a poder ser, rubia y rica- que se le cruzara por el camino. Durante su vida pasaron todo tipo de romances y todos ellos desembocaban en el rechazo y, por tanto, en su frustración: “Hasta aquí hemos sido muy corteses con las mujeres. Pero llegará el día en que para tratar con una habrá primero que pegarle en la boca”.
Su primer amor fue nada menos que su hermana Elizabeth. Nietzsche fue criado por mujeres, pues tras la muerte de su padre -quizá de las cosas más terribles que vivió-, solo le quedaban su madre Franziska, su hermana, su tía Rosalie y su abuela Erdmunde. Todas lo protegieron y educaron, creándose una extraña relación entre el filósofo y su hermana, que desembocó en un amor secreto. No obstante, hay quienes sostienen que esta historia no es más que un mito, como es el caso de Sue Prideaux, quien escribió en 2019 la biografía “¡Soy dinamita! Una vida de Nietzsche”. La autora señala que es imposible, entre otras cosas porque, por ejemplo, cuando supuestamente, según un relato, Elizabeth se metió en la cama de su hermano, ella tenía dos años y él cuatro.
Pero si el filósofo tuvo un gran amor, este fue el de Lou Andreas Salomé, a quien conoció en Italia durante un viaje en busca del sol y la tranquilidad. Era una joven rusa de 18 años, feminista y pionera del psicoanálisis. Nietzsche, que entonces tenía 38 años, en su carácter impulsivo, se enamoró de inmediato de ella y le pidió matrimonio. No obstante, ella estaba enamorada de Paul Rée, discípulo de Nietzsche, lo que le llevó al filósofo a proponerle un triángulo amoroso. Lou también rechazó esta idea.
El pensamiento y sentimiento de Nietzsche hacia la mujer ha sido interpretado como machista, misógino, patriarcal, antagonista del feminismo. “Ella no sólo son las débiles, sino que se victimizan aún más para defenderse”, decía, así como en sus “Fragmentos póstumos” escribió: “¡En fin, la mujer! Una de las mitades de la humanidad es débil, típicamente enferma, cambiante, inestable, y una religión de la debilidad, que glorifica como divino el hecho de ser débil, de amar, de ser humilde. La mujer siempre ha conspirado con los tipos de decadencia”. “¿Vas a casa de la mujer? No olvides el látigo”. “La emancipación de la mujer es el nombre que toma el odio instintivo de la mujer fracasada”.
Unas frases que, de manera inevitable, marcan al filósofo como un eterno enemigo de la mujer, a las que amó, pero repudió por orgullo ante el rechazo. No obstante, hay quien opina de otra manera: la filósofa chilena Daphne Barly, a través de sus obras y estudios, ha cambiado la forma de ver el “antifeminismo” de Nietzsche. Explica a “Infobae” que “bajo su misoginia, quizá se oculta una provocación a la superación de un cierto tipo de mujer. En el corazón de su sexismo podría vislumbrarse el reconocimiento de una potencia femenina tradicionalmente invisibilizada. Desde su visión patriarcal, podemos reconocer una crítica a la civilización masculina. Y a partir de su posición contra la emancipación de la mujer, entrevemos la posibilidad de un llamado a otro tipo de liberación de los impulsos femeninos”.
En su ensayo “Nietzsche y el feminismo: ¿antagonista o precursor?”, Barly también sostiene que “la imagen del látigo no se dirige contra la mujer en sí misma. Más bien, pretende provocar a un cierto tipo de feminidad: la servil, la oprimida, la esclava. Porque, como él explica en su ‘Genealogía de la moral’, en los conflictos sociales hay fuerzas activas, auto afirmativas y reactivas, que necesitan a las activas para poder emerger. No obstante, muestra que las reactivas pueden superar a las activas. Podemos leer cómo los valores que dominan las épocas pueden ser transvalorizados. El patriarcado puede ser superado”.
Nietzsche murió un 25 de agosto de 1900. Si bien aún hoy continúa el debate de si portaba el gen de la locura, el filósofo falleció demente, tal vez por una sífilis que lo atrapó desde joven. De manera progresiva, perdió capacidades cognitivas y su lenguaje, llegando a un estado de mutismo y sin siquiera reconocer a sus propios amigos. Finalmente, fue una neumonía lo que terminó acabando con su vida.