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Así fue como un español descubrió la bahía de San Francisco tal día como hoy de 1769

El catalán Gaspar de Portolá, en una expedición que buscaba Monterrey, llegó por tierra hasta una colina desde donde se convirtió en el primer europeo en divisar aquel espectacular paisaje
JOHN G. MABANGLOEFE

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Tal día como hoy de 1769, un 2 de noviembre, el explorador español Gaspar de Portolá, se convertía en el primer europeo en descubrir la bahía de San Francisco y el primero también en dejar registro de su existencia, aunque, como ocurrió tantas otras veces, no era ésta zona el objetivo de su viaje, sino que iba en busca del puerto de Monterrey, en California, y, al no encontrarlo siguió navegando hacia el norte.
Con poca agua y comida, Portolá, que había montado la expedición por orden de José de Gálvez y Gallardo, visitador de Nueva España, decidió dejar atrás la línea de costa por la que iba y adentrarse en tierra con su expedición de 63 hombres y 200 caballos, hasta que alcanzó la cumbre de 370 m del Sweeney Ridge, desde donde divisó la bahía de San Francisco. Sweeney Ridge está en el norte del condado de San Mateo y en la actualidad forma parte del Golden Gate National Recreation Area donde un monumento, que por ahora se ha librado del revisionismo histórico, marca el lugar del descubrimiento.
La bahía de Monterrey había sido ya visitada por Sebastián Vizcaíno 167 años atrás, pero en ese periodo la tecnología de medición de longitudes y latitudes, había evolucionado mucho y Portolá era consciente de ello, aunque sí que se sabía que había alrededor de 2.000 kilómetros entre Loreto y Monterrey y que, por consiguientes, era necesario transportar víveres y materiales suficientes, no solo para un viaje de ida y vuelta, sino para aguantar el tiempo que requería una misión de fundación y colonización permanente.
Siendo la empresa de tal magnitud, se organizaron cuatro expediciones, dos por mar y dos por tierra, poniéndose el catalán Gaspar de Portolá al frente de uno de los grupos terrestres acompañado del sargento José Francisco de Ortega, y un personaje que había de convertirse en todo un mito: el mallorquín Fray Junípero Serra. Las dos expediciones navales estuvieron encabezadas por los navíos San Carlos y San Antonio, que salieron desde La Paz. La otra terrestre estuvo mandada por el capitán de la Compañía de cuera de Loreto Fernando de Rivera y Moncada, que llevaba al franciscano Juan Crespi, al pilotín José Cañizares, 25 soldados y numerosos indios de las misiones jesuitas
Y es que el viaje, iniciado en enero de ese mismo año, debía estar compuesto por soldados, misioneros y colonos con el objetivo de fijar colonias en la Alta California, específicamente en San Diego y Monterrey.
Para los primeros días de julio los dos navíos y las dos expediciones terrestres habían arribado a San Diego. Portolá se mostró ansioso por seguir a Monterrey y junto con el padre Juan Crespí y 63 hombres partieron por tierra el 14 de julio, llegaron a Los Ángeles el 2 de agosto, a Santa Bárbara el día 19, y al área de San Simeón el 13 de septiembre. Alcanzaron la zona de San Francisco el día 31 de octubre.
El día 2 de noviembre un grupo de avanzada llegó a la cima de la mencionada colina, hoy conocida como Sweeney Ridg y vio ante sí una gran extensión de agua, que no era otra cosa que la bahía de San Francisco. En un principio Portolá y sus hombres creyeron que estaban ante la bahía de Cermeño y, después, al ver que el itinerario hacia el norte estaba bloqueado por la inmensa extensión de agua, la expedición dio la vuelta y regresó a San Diego en enero de 1770.
Fue un viaje de unos 1.900 kilómetros o lo que es lo mismo 1.200 millas convirtiéndose en los primeros europeos en observar en toda su grandeza e inmensidad de la gran bahía de San Francisco así como todos los accidentes topográficos que la rodean.
Se cree en cualquier caso que el primer europeo en entrar en la bahía fue el explorador español Juan de Ayala, que pasó por el estrecho Golden Gate el 5 de agosto de 1775 en su barco San Carlos, y amarró en una bahía de la isla Ángel ahora conocida como Ayala Cove.
¿Qué paso entonces con Monterrey, el objetivo de su viaje? Pues, sin duda, debieron pasar muy cerca pero las condiciones meteorológicas y quizás las malas indicaciones de Vizcaíno les impedirían avistar la bahía.
Después de descansar, preparó Portolá otra expedición, esta vez marítima y terrestre. Con Fray Junípero Serra partió en busca de Monterrey para establecer la misión que les había sido encomendada.
Según relata José Antonio Crespo-Francés, coronel del Ejército de Tierra en Reserva. “Pedro Fages, Miguel Costanzó, como ingeniero militar y cartógrafo, el cirujano Pedro Prat, y el padre Crespí como capellán de la expedición se unieron de nuevo a Portolá en la unidad terrestre que con Fray Junípero Serra se dirigirían hacia el norte esta vez, a bordo del “San Antonio”, partiendo desde San Diego el día 16 de abril de 1770, y la expedición por tierra saldría al día siguiente con doce Voluntarios Catalanes, siete soldados y cinco indios nativos del sur de Baja California. Regresaron a la cruz de madera ubicada el año anterior a la izquierda en una, y esta vez, quizá porque era un día claro, percibieron que se trataba del sitio descrito por Vizcaíno. Después de 36 días de viaje, la expedición terrestre llegó a Monterrey el 24 de mayo de 1770. Se ofició una misa cerca del roble donde los misioneros que habían acompañado a Sebastián Vizcaíno habían dado gracias al Señor, 167 años atrás, y se había tomado posesión de esas tierras en nombre de la Corona Española. Portolá fundó el Presidio de Monterrey en esa colina, y Fray Junípero fundó la Misión de San Carlos Borromeo, trasladada a Carmel el año siguiente un poco más hacia el sur El 3 de junio de 1770 se iniciaron los trabajos de construcción de la Misión y del presidio”.
Infinidad de escuelas, sitios históricos, parques y avenidas, recuerdan en California la memoria de Gaspar de Portolá, entre ellas un monumento en Pacífica (California), esculpida por el escultor catalán Josep Maria Subirachs y su asociado, Francesc Carulla.
Desde 1967, en la localidad ilerdense de Artiés (Alto Arán) existe un parador nacional de turismo que lleva el sobrenombre de don Gaspar de Portolá.