¿Por qué España ha apostado por las fragatas y carece de destructores? ¿cuál es la diferencia?
La Armada española ha optado por un buque más versátil, muy similar a los destructores, al igual que han hecho otros países como Francia, Italia o Alemania
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Junto a los submarinos S-80, uno de los proyectos estrella de la Armada española de cara al futuro es el de la nueva fragata F-110, cuya primera unidad, la F-111, comenzó a fabricarse en el astillero de Navantia de Ferrol. El Ministerio de Defensa español ha encargado cinco de estos buques, con 145 metros de eslora, 18 de manga y un desplazamiento 6.000 toneladas.
La F-110 ha sido diseñada para actuar como un buque escolta polivalente, si bien, destacará por sus capacidades antisubmarinas. Es decir, es un buque pensado para detectar y neutralizar submarinos. Si nos fijamos en el armamento, la fragata contará con un cañón principal en proa de 127 mm de la italiana Leonardo preparado para utilizar munición inteligente y de alcance extendido, y estaciones de armas remotas Sentinel 2.0 de 12,7 mm y Sentinel 30, con un cañón de 30 mm, para la defensa cercana de Escribano. También llevará un sistema de lanzamiento vertical de 16 celdas. Desde aquí, podrá lanzar misiles antiaéreos ESSM de Raytheon y antibuque Harpoon de Boeing. A esto hay que sumar los torpedos MK54, también de la estadounidense Raytheon. Asimismo, destaca el conjunto de sensores de guerra antisubmarina, para contrarrestar y controlar amenazas costeras y en mar abierto, compuesto por dos sonares -Captas y Bluemaster-, el sistema acústico digital Bluescan y el sistema de comunicación submarino Tuum-6. Estos equipos serán suministrados por Thales y SAES.
El buque además estará preparado para llevar y desplegar enjambres de vehículos no tripulados, tanto aéreos, como de superficie y submarinos, y también tendrá capacidad para la integración de armas láser. Es además el primer buque contratado en el mundo con un gemelo digital, tecnología que permitirá reproducir en tierra firme, gracias a avanzadas técnicas de modelado, simulación e inteligencia artificial, el comportamiento del barco y hacer un seguimiento permanente del funcionamiento de sus equipos y sistemas.
El mástil integrado será otra de las joyas del buque. En su interior, estarán un conglomerado de sensores de última generación entre los que destacan los radares –en banda X y S- de vigilancia de superficie, blancos aéreos a baja cota y antiaéreos; equipos de guerra electrónica como el Rigel i110; el sistema de interceptación de comunicaciones Regulus; sistema ADS-B de vigilancia; sistema de identificación amigo-enemigo (IFF), sistema de detección de blancos basado en sensores optrónicos IRST i110; o comunicaciones por satélite. En estos sensores trabajan empresas como Indra, Tecnobit o Lockheed Martin.
Según el calendario previsto en la actualidad, la Armada empezará a operar esta primera unidad en 2027 y recibirá la última cinco años después, en 2031. Las cinco fragatas llevarán el nombre de marinos ilustres de la historia de España: Ramón de Bonifaz (F-111), Roger de Lauria (F-112), Menéndez de Avilés (F-113), Luis de Córdova (F-114) y Antonio Barceló (F-115) y sustituirán a las seis veteranas fragatas de la serie F-80 (Santa María, Victoria, Numancia, Reina Sofía, Navarra y Canarias), al final ya de su vida, después de tres décadas en servicio.
Pero, si este buque tiene unas características tan avanzadas, ¿por qué una fragata y no un destructor o un crucero, barcos en principio más grandes y poderosos que sí están presentes en otros países, como Estados Unidos, Japón, China, Rusia o Reino Unido?
Sí que han existido numerosos destructores en la Armada española a lo largo del pasado siglo, aunque, sobre todo a partir del fin de la II Guerra Mundial, en casi todos los casos se trató de buques “de segunda mano” de la USS Navy, que tras finalizar el gran conflicto tenía un enorme excedente de este tipo de buques, hasta el punto que dio de baja muchos de ellos y otros los usó como blancos para sus ensayos nucleares.
España recibió una decena de estos buques en dos tandas, denominados clase Lepanto y clase Churruca y, paralelamente, se inició un ambicioso programa “patrio” para construir otros nueve de la clase Oquendo, aunque finalmente solo se hicieron tres, el último de los cuales, el “Marqués de la Ensenada”, estuvo en servicio hasta 1988.
Entonces, ¿por qué España ha dejado de tener destructores?
En realidad, no se trata de una respuesta sencilla. Países de nuestro entorno como Francia, Alemania o Italia han apostado también por las fragatas como unidad principal de combate y han desechado los destructores o los cruceros. Pero, en muchos casos, estamos hablando más de la denominación de los barcos que de sus propias características, pues las fragatas españolas, por ejemplo, tienen capacidades muy parecidas a las de los destructores de la USS Navy y, de hecho, las fragatas españolas de la clase “Álvaro de Bazán”, las más modernas de la Armada, están inspiradas en los estadounidenses de la Clase Arleigh Burke, de los que hay cerca de 70 en servicio.
Viendo las características de uno y otra, no distan demasiado: frente a los 154-155 metros de eslora del primero, la fragata española tiene 147, y la manga es idéntica (18 metros), aunque el modelo hispano tiene un desplazamiento menor. En comparación, por ejemplo, con las fragatas francesas o italianas, la clase “Álvaro de Bazán” es de mayor tamaño y potencia que ambas (a excepción del modelo antiaéreo “Horizon” de la marina gala).
En cuanto a las futuras F-110, ya hemos visto que tendrá 145 metros de eslora y 18 de manga y 6.000 toneladas de desplazamiento.
Tampoco son muy distintas las fragatas españolas de los mencionados destructores británicos, con 152 metros de eslora y 30 nudos de velocidad, casi idéntica a los 29 de la “Álvaro de Bazán”, aunque en la capacidad de desplazamiento gana el buque de la marina de Su Majestad: 7.350 frente a 5.800.
Es más, este modelo de fragata, más concretamente del diseño de la Cristóbal Colón (F-105), construido por la naviera española Navantia, ha sido exportado a otros países como Australia, que cuenta con tres unidades pero han sido denominados destructores clase Hobart, pese a ser una copia de las “Álvaro de Bazán”, incluido el sistema de defensa Aegis.
Con todo, la característica más importante de estos buques es el sistema de combate AEGIS, que incluye el radar multifunción SPY-1D, capaz de detectar amenazas en las difíciles condiciones ambientales características de las aguas costeras, y proporciona la potencia de fuego necesaria para combatidas. De hecho, son los primeros buques de guerra europeos con este sistema que puede detectar y seguir más de 90 blancos móviles y dirigir los proyectiles antiaéreos y de superficie.
Además, son los primeros buques españoles con el nuevo casco de protección balística de acero de alta resistencia. Completa su protección con motores montados sobre piezas elásticas, que no transmiten ruido al casco, por lo que son más difícilmente detectables por submarinos. Las F-100 están equipadas también con sistemas de contramedidas y guerra electrónica Indra Aldebaran, de diseño y fabricación española, y un sistema acústico antitorpedos AN/SLQ-25A Nixie.
Estos barcos llevan un helicóptero embarcado, el LAMPS Mk III, dotado de modernos sensores y armas que permiten la detección y, en su caso, el ataque a buques de superficie y submarinos por fuera del alcance de los equipos del buque.
Y, más allá de estos ejemplos concretos, sobre el papel, ¿qué características debería tener una fragata y un destructor y cuáles son las principales diferencias entre uno y otro?
Las fragatas actuales, según la propia Navantia, “son barcos diseñados para alcanzar los objetivos estratégicos de la defensa nacional de cualquier nación en el siglo XXI. Sus capacidades antisuperficie, antisubmarinas y especialmente antiaéreas hacen de este buque la plataforma fundamental para garantizar la defensa y el control de todas las zonas bajo la soberanía de un país. Adicionalmente, son una herramienta indispensable en la política exterior de la nación, actuando tanto en operaciones de conflicto, como en misiones de paz y humanitarias, así como en el cumplimiento de las resoluciones de la ONU”.
Destacan por sus elevadas capacidades y la flexibilidad para operar tanto en zonas costeras como en alta mar que pueda actuar como buque de mando y control en operaciones con flotas aliadas, proporcionando la cobertura necesaria.
Aunque sobre el papel más pequeña que los destructores, en muchos casos, como hemos visto, son prácticamente idénticos, y desempeña el papel de buque de guerra (pueden tener funciones antiaéreas, antisubmarinas o multimisión), pero también de escoltar de barcos más grandes como un portaaviones, por lo que son muy versátiles y se adoptan a cualquier circunstancia. Asimismo, se trata de un buque pesado, pero su tonelaje oscila mucho. En un convoy, una fragata desempeña el papel de un buque insignia.
Estados Unidos, de hecho, ha apostado por las fragatas y precisamente esta semana anunciaba que empezaba la construcción de la futura fragata USS Constellation (FFG-62) con el corte de las primeras planchas de acero naval. Esta unidad será la unidad líder de la nueva clase de buques para la Marina de los Estados Unidos, que fabricará Fincantieri Marinette Marine, filial del astillero italiano Fincantieri, el mayor de Europa.
Washinton seleccionó a la empresa pública italiana como la ganadora de su programa FFG(X) Guided-missile Frigates con un buque similar al que usan ya las marinas francesa e italiana. En total, la previsión es de construir 20 fragatas de la clase Constellation.
Los destructores también suelen ser más rápidos, con velocidades, como es el caso de la modernísima clase Zuwalt de la Armada de Estados Unidos, puede viajar a un máximo de 30 nudos, mientras que los buque rusos de las clases Sovremenny y los de las clase Daring de la Royal Navy llegan a los 30, según la propia web de la Armada británica. Frente a éstas, las fragatas españolas de la clase 100, como es el caso de la “Cristóbal Colón” o la “Blas de Lezo”, se quedan en los 28 nudos. Una de las fragatas más rápidas es la clase Shivalik de la Armada de India, que alcanzaría los 32 nudos, lo mismo que los mencionados cruceros.
Más grandes que las fragatas (desplazan hasta 10.000 toneladas) son también más costosos, razón por la que muchos países han optado por sustituirlos por la versatilidad de la fragata, que cumple la función del destructor y, al mismo tiempo, la de un buque más pequeño y manejable. Sobre el papel, tienen la capacidad de proteger a otros buques de la marina y su armamento suele ser más completo y letal. Los misiles guiados son las principales características de ataque de los destructores, pero como hemos podido ver, las fragatas también los pueden incorporar.
Además de fragatas y destructores, países como Estados Unidos o Rusia disponen también de cruceros, grandes buques que llevan a cabo guerra anti-aérea/anti-misil, guerra de superficie y guerra antisubmarina, en operaciones de ataque de forma independiente o como miembros de una fuerza operacional más grande. Los modernos cruceros con misiles guiados se desarrollaron por la necesidad de contrarrestar la amenaza de misiles antibuque.
Actualmente, solo Estados Unidos (22) y Rusia (9) mantienen cruceros en sus flotas.