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Historia
Celtiberia te da alas: el pueblo que esperaba que los buitres se comieran a sus guerreros
El Museo Arqueológico reúne por primera en un solo espacio todas las tipologías de cascos celtibéricos conocidos

Tito Livio dejó escrito en 'Historia de Roma desde su fundación' que, en Hispania, "no ocurrió nada digno de mención". Solo hubo un aspecto que le pareció memorable: el hecho de que los generales romanos atrajeran a la juventud celtíbera por la misma paga que habían convenido con los cartagineses, "y enviaron a Italia más de trescientos hispanos de la alta nobleza para que tratasen de atraerse a los paisanos suyos que servían como auxiliares en el ejército de Anibal...", continuaba el cronista sobre unos celtibéricos que fueron los primeros mercenarios que hubo en el ejército romano.
Es esta una muestra del mundo conectado a media y larga distancia de una época en la que Celtiberia brilló con luz propia; una zona en la que la economía y la guerra sirvieron como mecanismo de trasmisión de bienes e ideas (en una y en otra dirección): por un lado, por ese espíritu mercenario que distribuyó a sus gentes por los diferentes conflictos armados del Mediterráneo; por otro, gracias a la existencia de una riqueza basada en la ganadería trashumante protegida por guerreros-comerciantes al servicio de la aristocracia, así como otras actividades como el control y distribución de la producción agrícola, la metalurgia y la sal.

Y es este lugar el que se pone en el foco de la nueva exposición temporal del Museo Arqueológico Nacional (MAN), 'Alas para la guerra. Aratis y la Celtiberia', donde el centro estatal da la oportunidad de conocer de cerca, a través de casi 200 piezas, la cultura material de este pueblo y trasladar al visitante el mundo bélico de la Edad del Hierro en el Sistema Ibérico. Además, como "bonus track", es la primera vez que todas las tipologías de cascos celtibéricos conocidos se reúnen en un solo espacio: aguilar de anguita, almaluez, hispano-calcídico, alpanseque-almaluez y montefortino.
Como señala 'Alas...', la guerra en la Edad del Hierro fue una expresión más de la cultura, pero sobre todo, "algo más que violencia". Y así lo recogió Justino en 'Epítome de las historias de Pompeyo Trogo': "Los caballos y las armas les son más queridos que su propia vida". También Salustio ('Historias') dejó constancia de cómo "las madres conmemoraban las hazañas guerreras de sus mayores (...) cantaban los valerosos hechos de aquellos".
La heroica batalla de dar a luz
En palabras de Susana de Luis Mariño, comisaria de la muestra junto a Luis Fatás-Fernández, los enfrentamientos formaron parte "de toda la comunidad" celtibérica, como se ha podido conocer a través de las fuentes y de las campañas arqueológicas. Las mujeres perpetuaron la memoria de la comunidad, mantuvieron los lazos relacionales y se ocuparon de cuestiones relevantes como la producción textil o el trabajo agrícola. Dar a luz era su batalla tanto por el peligro de muerte de madre e hijo como por la heroicidad del propio alumbramiento. Junto con los varones, formaron parte de la aristocracia, identificada en las necrópolis a través de ricos ajuares caracterizados por la presencia de armas y elementos de adorno.
Y es en este punto ornamental en el que la muestra del MAN hace hincapié en el casco como componente fundamental de la indumentaria guerrera, e igualmente por su simbolismo. Las alas que los decoraban podían tener "múltiples significados", señalas los responsables del recorrido: bien como representación de los buitres que deben transportar al Más Allá a los guerreros caídos en la batalla; o bien como alas de las aves presentes en su entorno cotidiano que también poblaron su paisaje mítico.
Y en todo ese imaginario sobresale "la ciudad celtibérica de los cascos", Aratis. Es la primera parada de esta nueva exposición temporal. Un asentamiento identificado con el yacimiento de Castejón I-El Romeral de Aranda de Moncayo que destaca por su complejo sistema defensivo y conocido por las monedas con la leyenda en caracteres ibéricos "Aratikos/Aratiz".

Con las primeras pruebas de su ocupación en los siglos V-IV a.C., su esplendor llegó del III a.C. al I a.C., momento en el que amplían terreno hasta las doce hectáreas. Pero la guerra de Sertorio (76-74 a.C.) que asoló todo el valle medio del Ebro supuso un final violento para este pueblo.
Así, en el apartado 'La guerra en la Celtiberia', se comprenden una serie de piezas de armamento y de adorno personal de otras culturas guerreras. Las armas también desempeñaron un papel simbólico al mostrar el estatus del portador y la mitología de la religión celtibérica trató temas bélicos como los del héroe fundador, los combates particulares y la propia lucha.
Caballos, jabalíes, lobos y aves tuvieron un importante peso en toda la iconografía del guerrero, que una vez muerto se iba a ese Más Allá tras la inutilización de sus armas (ya fueran dobladas o fragmentadas) y su depósito en lugares sagrados. Es por ello que los cascos, tan importantes en esta muestra, fueron piezas destacadas que se ofrecían a los dioses, “quizá, porque la cabeza era entendido como la receptora de la identidad de cada persona", señala el recorrido.
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