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Historia

Estaba ahí desde 1938: la anomalía satelital que pone fin al gran misterio de Amelia Earhart

El misterio sobre la desaparición de Amelia Earhart vuelve a la actualidad con una nueva expedición al Pacífico, que investigará una enigmática anomalía, visible en fotos de 1938, que podría corresponder a los restos de su avión

Aviator Amelia Earhart with her Electra plane's propeller, taken by Albert Bresnik at Burbank Airport in Burbank, Calif. It was a clear spring day in 1937
Amelia Earhart, la legendaria aviadora estadounidenseAlbert BresnikThe Paragon Agency via AP

Casi un siglo después, el misterio sobre el destino final de Amelia Earhart, la legendaria aviadora estadounidense, sigue sin resolverse. La piloto desapareció junto a su navegante, Fred Noonan, en julio de 1937, cuando intentaban la proeza de dar la vuelta al mundo. Desde entonces, su historia se ha convertido en uno de los grandes enigmas de la historia de la aviación, un relato de audacia y tragedia que ha alimentado todo tipo de teorías y especulaciones.

Sin embargo, un pequeño atolón remoto en el Océano Pacífico, la isla de Nikumaroro, ha sido durante décadas el epicentro de las esperanzas y también de las decepciones. No es la primera vez que los investigadores peinan sus costas. Ya en 1991, el hallazgo de un panel de aluminio desató el optimismo, pero los análisis posteriores confirmaron que la pieza pertenecía a otro avión de la Segunda Guerra Mundial, y no al Lockheed Electra 10E de Earhart.

Ahora, una nueva expedición se prepara para regresar a ese mismo lugar, pero esta vez con un objetivo mucho más concreto. El foco está puesto en el llamado «Objeto Taraia», una anomalía detectada por satélite cuya forma se asemeja de manera notable al fuselaje de una aeronave. Lo más revelador, según informa el medio Thesun, es que esta misma silueta ya era visible en fotografías de 1938, apenas un año después de la desaparición.

La tecnología al rescate de un misterio centenario

Para verificar si se trata de la pista definitiva, un equipo de científicos de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, tiene previsto partir el próximo 30 de octubre. El plan contempla una meticulosa operación de tres semanas durante la cual se pretende documentar exhaustivamente el lugar y utilizar la tecnología más avanzada para desentrañar el secreto que esconde el fondo marino.

De hecho, la misión se desarrollará en varias fases. Primero, se emplearán sensores remotos para analizar el terreno con la máxima precisión. A continuación, se procederá a una excavación submarina del objeto para examinarlo de cerca y determinar su origen. De forma paralela, el equipo rastreará también las islas cercanas en busca de posibles restos que las corrientes oceánicas pudieran haber arrastrado a lo largo de las décadas, con la esperanza de cerrar, por fin, un capítulo fascinante de la exploración aérea.