Cargando...
Sección patrocinada por

España mítica

Los misterios de las Islas Baleares

Estas islas privilegiadas están pobladas de leyendas, cuentos y relatos, protagonizados por castillos espectrales, temibles lagartos o cuevas iniciáticas

Yacimiento talayótico de Ses Païses, 1300-900 a. C., asentamiento de la Edad del Bronce, Artá, Mallorca, Islas Baleares. Dreamstime

El archipiélago de las Baleares ha sido siempre un lugar de paso en el Mediterráneo occidental para pueblos muy diversos, desde los fenicios, griegos y romanos a los vándalos, bizantinos, normandos o árabes. Son islas pobladas de relatos que provienen del acervo universal y que han ido sedimentando allí en variadas capas, entre lo popular y lo culto, lo clásico y lo germánico, semítico y más allá. Las islas que los griegos llamaron Pitiusas, Ibiza y Formentera, llamadas así por ser «las islas de los Pinos», recuerdan uno de los sufijos que se relaciona con la toponimia mítica de la antigua Iberia, lugar de paso al más allá por excelencia. Allí estaban también las Gimnesias, Menorca y Mallorca también llamadas así por los antiguos: el nombre clave, por supuesto, en conjunto, es el de las Baleares, etimológicamente relacionadas en duda con el griego o más seguramente con el púnico, y que acaso tengan que ver con los famosos honderos que dejaron huella en los ejércitos antiguos.

Las míticas Baleares han sido pobladas desde época inmemorial. De ello dan fe sus sepulcros megalíticos y los restos humanos que se remontan al tercer milenio a. C.. El paisaje de geografía mítica de los «Talayots», que da nombre a toda una cultura de la prehistoria –la talayórica– con sus muros ciclópeos y grandes enterramientos, nos habla de las creencias en el más allá de los antiguos autóctonos. Luego, tras estos orígenes, comenzaría la venida de las culturas que llegan sucesivamente del oriente y del occidente. Primero los griegos, fenicios, cartagineses y romanos, luego los judíos, vándalos, nórdicos o árabes que dan fe de esa riquísima composición por capas, antes de la conquista cristiana medieval por Jaime I el Conquistador, con su incorporación definitiva a la corona de Aragón y luego a la española.

En todas esas etapas hay misterios y secretos, desde los megalitos menorquines a los misterios de Ibiza, con su diosa fenicia Tanit, entre la luna y la fertilidad, y por supuesto, con las conexiones fabulosas con las islas de ensueño del mito y el cuento. Las Baleares, islas del poniente que llevaban a la mítica Iberia, se pusieron en relación en la mentalidad mitológica con las Islas de los Bienaventurados, del mito grecolatino, y por parte de los filósofos esoteristas, con la Atlántida y con otras leyendas que hablan de un camino al ocaso y a la trascendencia: ahí está la blanca Ibiza, la serpentina Mallorca, la serena Formentera o la sobrenatural Menorca, todas con misterios tras la calma bienaventurada, dragones ocultos, cuevas iniciáticas y castillos espectrales.

Dragones y fantasmas

Las serpientes, en primer lugar, están especialmente relacionadas con las islas: desde luego que uno se puede imaginar la isla de Mallorca siendo protegida por una horda de dragones que venían del norte y que se aposentaron en ella, teniendo como descendientes a los famosos lagartos baleares. El dragón dormido de Mallorca es quizá el animal mitológico más conocido, con el perfil de la isla Dragonera: desde entonces pueblan las Baleares muchos pequeños guardianes serpentinos de la zona, desde esa isla con forma de dragón dormido que recuerda a las ínsulas míticas, refugio de piratas, santos y contrabandistas. Se supone que es un dragón durmiente que a veces despierta y devora a los incautos, y que nos recuerda a los mitos de San Borondón y de las islas móviles del folklore ruso. Una leyenda serpentina más popular es la del Drac de Na Coca, la historia para no dormir de un lagarto o dragón que se comía a los niños y a los incautos y que finalmente fue cazado por un valiente capitán. Hoy hay un ejemplar de cocodrilo embalsamado en el museo diocesano de Mallorca, que para parte de la imaginación popular representa uno de esos dragones de leyenda, en un cuento tradicional que comparte con otras ciudades de la geografía mítica. Las fiestas tradicionales de San Sebastián, patrón de Palma, tienen en este dragón de cuento a un símbolo muy apreciado.

Otras muchas leyendas de Mallorca datan de la edad media y tienen que ver con el castillo de Bellver, con las murallas y la judería. Por ejemplo, se dice que en el castillo de Bellver había unos túneles que conducían directamente al mar para poder escapar. Diseñados en la fortaleza por Jaime II, que quiso una vía de escape en caso de asalto, al haber tenido alguna experiencia complicada para escapar de asedios, aún se sigue buscando este túnel secreto. Como en otras ciudades hispanas hay diversos pasadizos que supuestamente surcaban la Mallorca medieval para refugio de perseguidos políticos, religiosos o esoteristas. También hay en Bellver una Dama encantada, una joven que fue encerrada en una de las torres del castillo, donde acabó muriendo de pena y se convirtió en un fantasma que solo se aparece en las noches en luna llena. De fantasmas también tenemos que hablar en cuanto al Monasterio de la Real, del siglo XIII, construido poco después de la conquista de Jaime I y uno de los lugares de referencia del gran sabio y escritor Ramón Llull, que, entre otras obras, compuso allí su inmortal «Blanquerna». El Monasterio de la Real alberga también el cuento de un fantasma, esta vez un monje enamorado de una joven campesina, que vaga por sus corredores como alma en pena. Son solo algunas de las leyendas y mitos de estas islas privilegiadas.